miércoles, 9 de enero de 2013

Balance político 2012 y pronósticos 2013


Siendo principios de año, se me ocurre compartir con ustedes una reflexión sobre la importancia que el 2012 ha tenido para nuestro país desde el punto de vista político y las perspectivas para 2013 en este renglón. México vivió la segunda alternancia a nivel federal desde la apertura que hace treinta y cinco años nos hizo transitar de un monopartidismo hegemónico que se instauró tras la Revolución, a otro sistema de pluralismo limitado el cual  caracteriza nuestra actual democracia aún imperfecta.
Hace un año se creía que el regreso del Partido Revolucionario sería arrasador; no lo fue así. Los resultados de la contienda presidencial no fueron tan cerrados como en el 2006 pero dejaron la prueba de que por más que el Instituto Federal Electoral funcione óptimamente y cuente bien los votos, no conseguimos la organización de elecciones plenamente creíbles para todos los ciudadanos. Así enfrentamos los retos de hoy. La nueva correlación de fuerzas refleja una sociedad dividida sobre la base de una realidad que puede parecer prometedora, pero resulta también justificado ver con escepticismo. Me explico.
Entiendo, sí, que existe un porcentaje importante de mexicanos que se entusiasma con el gobierno de Enrique Peña Nieto que en un mes ha demostrado tener un empuje y una capacidad de conducción política que se añoraban en las administraciones panistas. Su programa recoge la concepción de quien pareciera ser un gran estadista, en tanto su diseño parte de algunos principios claros, desemboca en ciertas acciones precisas a emprender y logra concretar un gran acuerdo en torno a un centenar de políticas. En efecto su capacidad de negociación ha sentado a su mesa a dirigentes y gobernadores de los principales partidos de oposición.
Además en el Congreso, en el período de sesiones que acaba de terminar, se ha avanzado con una intensidad de la que no recuerdo precedentes. El expresidente Calderón fue quien hizo posible la Reforma Laboral y avances importantes en cuanto a transparencia gubernamental, objetivo que Peña Nieto también impulsó con la redefinición del Instituto Federal de Acceso a la Información. A ello se añadió los cambios a la Ley Orgánica de la Administración Pública, la Reforma Educativa y la aprobación expedita de la Ley de Ingresos y el Presupuesto de Egresos.
La pregunta entonces es por qué, aún con estas pruebas de eficiencia, muchos no confían en el  nuevo gobierno. Creo que esos mexicanos por una parte descubren que su discurso, basado en un gran profesionalismo en el manejo de imagen y medios, está diseñado precisamente para despertar esperanzas que pueden no tener sustento. Igual pueden pensar como yo que, si bien el diagnóstico de la crisis de gobernabilidad y más aún de la crisis del Estado en México es correcto, nuestros problemas, retos y oportunidades se abordan de forma limitada en tanto las soluciones propuestas se refieren casi exclusivamente a un fortalecimiento institucional en el contexto de una democracia plural. Sin embargo el hecho es que los partidos políticos han perdido representatividad y subsiste una parte de la sociedad que se siente ajena e ignorada, pero también teme una regresión autoritaria con el PRI de nuevo en los Pinos.          
La coherencia y eficiencia de este primer mes del sexenio no puede ocultarnos las protestas del primero de diciembre pasado, ni la obscuridad del manejo de los cuerpos de seguridad que las enfrentaron, ni más recientemente la marcha silenciosa de los zapatistas del 21 de diciembre, con el anuncio el día 31 por el subcomandante Marcos de que se darán a conocer varias iniciativas suyas de carácter civil y pacífico. Así no se puede dejar uno de preguntar si en 2013 este gobierno tendrá efectivamente un mayor control de la violencia y de la inseguridad en el país, si los poderes fácticos sobre los que el Presidente se quiere imponer no tendrán mayor capacidad de respuesta a la disminución de su poder como demostraron las reacciones recientes a la Reforma Educativa del SNTE bajo el liderazgo de Elba Esther Gordillo.
La duda es qué tanto están planchados los pasos de Peña Nieto incluso al interior de su propio partido, qué tanto cede más allá de su voluntad y si a mediano plazo ello no se le revertirá. Por ejemplo ¿es todavía viable una reforma energética en los términos que en su campaña proponía? O será que ahora éste se concentrará, y ya es mucho, en la reforma hacendaria y en su gran proyecto de reforma al sistema de salud. Y dos puntos más de la mayor importancia: ¿le serán favorables las condiciones económicas y qué tanto más puede resistir una sociedad con una estabilidad que hemos visto endeble?
Si los retos políticos de México son muchos, los retos económicos y sociales no lo son menos, de donde pese al espíritu festivo que debemos mantener por las fechas, considero que el escepticismo sobre el sexenio que empieza es justificado.

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