A
diez días de la toma de posesión de Enrique Peña Nieto como Presidente de la
República, se han sucedido hechos que con razón pueden despertar en muchos la
esperanza de que el país tenga una mejor conducción política mas también hay
indicios que justamente le revelan, a quienes no creen en él, que su estilo de
gobernar se sostiene en un discurso esperanzador sin suficiente sustento y que
medidas suyas lo muestran atado de manos y al menos contradictorio.
No
se puede negar el que Pena Nieto se propone ser un líder moderno que optimice
las oportunidades de México y afronte integralmente sus graves problemas y
retos. Mas allá de las reformas estructurales que quiere sacar adelante nos
presentó un programa delineado en su exposición en un legado histórico liberal,
revolucionario y democratizador fundado en algunos principios básicos, y
aterrizado en acciones concretas que a toda prisa ha echado a andar.
Ayer
nada menos en la línea de abatir nuestro rezago educativo de la forma simbólica
que le es tan apreciada en el recinto que alberga parte de nuestro tesoro
cultural, el Museo de Antropología e Historia, presentó una iniciativa de
reforma que prevé cambiar el artículo tercero de la constitución para
establecer la calidad de la docencia como una garantía. La idea central es
recuperar la rectoría del Estado en el sector a través de un Sistema Nacional
de Evaluación que se aboque a identificar las necesidades para mejorar la
enseñanza. Ello implicaría posteriormente la modificación de la Ley General de
Educación y la recuperación de la
asignación de plazas de maestros con lo que dejarían de ser vitalicias y
hereditarias. Nadie desconoce que tales medidas representan un golpe fuerte al
Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación de Elba Esther Gordillo a
quien hasta ahora en sus nombramientos no le otorgó, como los gobiernos
panistas, espacios en la burocracia central.
Considero
que es un acto osado y valiente que puede sentar un parteaguas como puede quedarse también en un ataque de corte espectacular a un poder fáctico que
no puede acabar, porque también el que
salgan sus medidas depende en parte del apoyo que tenga de los así sean diez
diputados y la única senadora que el PANAL el partido de Elba Esther tiene en
el Congreso.
En
ese mismo sentido Peña Nieto firma un acuerdo de gobierno importantísimo con
las principales fuerzas opositoras del país en el que se muestra un gran
negociador, pero de repente no sabe uno si puede funcionar su proyecto con las
concesiones que otorgó para sacar adelante con visión demasiado inmediatista varios
programas asistenciales caros a las izquierdas, así como la reforma educativa
que comentamos, además de otra no menos teatral a saber la de
telelecomunicaciones que se va nada menos que contra los monopolios
televisivos, así como la ley nacional de responsabilidad hacendarias que
complace a los panistas.
Al
menos eso pensé a raíz de que hace una semana se dio a conocer un aparente avance
en el Senado para sacar adelante la reforma a la Ley Orgánica de la
Administración Pública Federal, según el deseo del Presidente de desaparecer
las secretarias de la Función Pública y la de Seguridad para el mejor ejercicio
de su gobierno, reasignando funciones a otras secretarias y a nuevas
dependencias. La iniciativa fue recibida con bastantes críticas por lo que toca
al diseño de una supersecretaría de Gobernación con carácter político a la vez
que de control público. De aquí que la oposición decidiera aprobarla, con la
salvedad de asegurarse de que no hubiera retrocesos autoritarios para lo cual pidió
que los altos mandos policiacos fueran ratificados por la Cámara Alta. Los
priistas parecían haberlo aceptado, al menos esto fue lo que se publicó el martes
pasado, más el jueves 6 los partidos se
enfrentaron dejando ver la fragilidad de sus acuerdos. Al verse panistas y
perredistas en minoría por algunas
ausencias de los suyos, para evitar un madruguete de los priistas en el que
hubieran podido retractarse, interrumpieron la sesión por falta de quórum pese
a las protestas de los senadores del PRI. Hoy hay sesión nuevamente en el
Senado con el objetivo de destrabar el problema.
¿Qué
debemos creer de Enrique Peña Nieto? ¿Tiene todos los hilos en la mano? ¿Está
siendo rebasado por sus legisladores y operadores? ¿Es más que una figura
mediática, buenos discursos y propósitos? ¿Tiene el poder de imponerse a
tamaños intereses como parece querer? ¿Privilegia sí, o no, los cánones
democráticos en el ejercicio de su gobierno? ¿Qué tanta tendencia autoritaria
tiene?
Las
presiones de Peña Nieto son múltiples como múltiples son los aspectos que tiene
que considerar en sus decisiones. Se vio en la composición de su gabinete donde
instaló pesos políticos fuertes en las carteras necesarias (tales fueron los
nombramientos de Osorio Chong en la SEGOB o Chauffet en la SEP) y otros muy
valiosos desde el punto de vista técnico, algunos muy jóvenes, en lugares
estratégicos (como Videgaray en Hacienda, Meade en Relaciones Exteriores o
Losoya en Pemex) sin olvidar a Rojas en la CFE o González en el IMSS, pero
también les abrió espacio a gente de su confianza como por ejemplo a Ruiz
Esparza en Comunicaciones así como amarró intereses y pagó favores con Coldwell
en Energía. Parece ser que el común denominador en casi todos los nombramientos
es que son gente que ha probado arrojar buenos resultados, pero los hay también
inexpertos como Claudia Ruiz Massieu en Turismo. Al respecto, no me gusta que
en esta última lógica haya sacrificado la subsecretaría de derechos humanos en
manos de Lía Limón que nada sabe de la materia. Este nombramiento puede leerse
como desinterés del Presidente en el tema, aunque puede ser que esté ligado a
contener a Elba Esther Gordillo en tanto durante su paso por la SEP hace tantos
años su padre Miguel Limón entabló con la maestra una amistad que por cierto la
llevó a ésta a promover la llegada de Luis Ugalde al IFE en 2003 cuando fuera
esposo de la ahora subsecretaria.
El
hecho es que el respeto por los derechos humanos debe ser una de las
prioridades de una sociedad que necesita permanecer vigilante ante esta nueva
administración. Como prueba de botón las arbitrariedades ya documentadas cometidas en varias detenciones de
manifestantes en las protestas el día de la toma de posesión. La respuesta de
Peña Nieto a la falta de preparación de las policías en México está ligada a la
posición que lleven hoy los priistas al Senado.
Ante
la situación, me parece justificado permanecer escéptico.
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