domingo, 16 de diciembre de 2012

A diez días del sexenio


A diez días de la toma de posesión de Enrique Peña Nieto como Presidente de la República, se han sucedido hechos que con razón pueden despertar en muchos la esperanza de que el país tenga una mejor conducción política mas también hay indicios que justamente le revelan, a quienes no creen en él, que su estilo de gobernar se sostiene en un discurso esperanzador sin suficiente sustento y que medidas suyas lo muestran atado de manos y al menos contradictorio.
No se puede negar el que Pena Nieto se propone ser un líder moderno que optimice las oportunidades de México y afronte integralmente sus graves problemas y retos. Mas allá de las reformas estructurales que quiere sacar adelante nos presentó un programa delineado en su exposición en un legado histórico liberal, revolucionario y democratizador fundado en algunos principios básicos, y aterrizado en acciones concretas que a toda prisa ha echado a andar.
Ayer nada menos en la línea de abatir nuestro rezago educativo de la forma simbólica que le es tan apreciada en el recinto que alberga parte de nuestro tesoro cultural, el Museo de Antropología e Historia, presentó una iniciativa de reforma que prevé cambiar el artículo tercero de la constitución para establecer la calidad de la docencia como una garantía. La idea central es recuperar la rectoría del Estado en el sector a través de un Sistema Nacional de Evaluación que se aboque a identificar las necesidades para mejorar la enseñanza. Ello implicaría posteriormente la modificación de la Ley General de Educación y la  recuperación de la asignación de plazas de maestros con lo que dejarían de ser vitalicias y hereditarias. Nadie desconoce que tales medidas representan un golpe fuerte al Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación de Elba Esther Gordillo a quien hasta ahora en sus nombramientos no le otorgó, como los gobiernos panistas, espacios en la burocracia central.
Considero que es un acto osado y valiente que puede sentar un parteaguas  como puede quedarse también en un ataque  de corte espectacular a un poder fáctico que no puede acabar, porque también  el que salgan sus medidas depende en parte del apoyo que tenga de los así sean diez diputados y la única senadora que el PANAL el partido de Elba Esther tiene en el Congreso.
En ese mismo sentido Peña Nieto firma un acuerdo de gobierno importantísimo con las principales fuerzas opositoras del país en el que se muestra un gran negociador, pero de repente no sabe uno si puede funcionar su proyecto con las concesiones que otorgó para sacar adelante con visión demasiado inmediatista varios programas asistenciales caros a las izquierdas, así como la reforma educativa que comentamos, además de otra no menos teatral a saber la de telelecomunicaciones que se va nada menos que contra los monopolios televisivos, así como la ley nacional de responsabilidad hacendarias que complace a los panistas.
Al menos eso pensé a raíz de que hace una semana se dio a conocer un aparente avance en el Senado para sacar adelante la reforma a la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal, según el deseo del Presidente de desaparecer las secretarias de la Función Pública y la de Seguridad para el mejor ejercicio de su gobierno, reasignando funciones a otras secretarias y a nuevas dependencias. La iniciativa fue recibida con bastantes críticas por lo que toca al diseño de una supersecretaría de Gobernación con carácter político a la vez que de control público. De aquí que la oposición decidiera aprobarla, con la salvedad de asegurarse de que no hubiera retrocesos autoritarios para lo cual pidió que los altos mandos policiacos fueran ratificados por la Cámara Alta. Los priistas parecían haberlo aceptado, al menos esto fue lo que se publicó el martes pasado,  más el jueves 6 los partidos se enfrentaron dejando ver la fragilidad de sus acuerdos. Al verse panistas y perredistas  en minoría por algunas ausencias de los suyos, para evitar un madruguete de los priistas en el que hubieran podido retractarse, interrumpieron la sesión por falta de quórum pese a las protestas de los senadores del PRI. Hoy hay sesión nuevamente en el Senado con el objetivo de destrabar el problema.
¿Qué debemos creer de Enrique Peña Nieto? ¿Tiene todos los hilos en la mano? ¿Está siendo rebasado por sus legisladores y operadores? ¿Es más que una figura mediática, buenos discursos y propósitos? ¿Tiene el poder de imponerse a tamaños intereses como parece querer? ¿Privilegia sí, o no, los cánones democráticos en el ejercicio de su gobierno? ¿Qué tanta tendencia autoritaria tiene?
Las presiones de Peña Nieto son múltiples como múltiples son los aspectos que tiene que considerar en sus decisiones. Se vio en la composición de su gabinete donde instaló pesos políticos fuertes en las carteras necesarias (tales fueron los nombramientos de Osorio Chong en la SEGOB o Chauffet en la SEP) y otros muy valiosos desde el punto de vista técnico, algunos muy jóvenes, en lugares estratégicos (como Videgaray en Hacienda, Meade en Relaciones Exteriores o Losoya en Pemex) sin olvidar a Rojas en la CFE o González en el IMSS, pero también les abrió espacio a gente de su confianza como por ejemplo a Ruiz Esparza en Comunicaciones así como amarró intereses y pagó favores con Coldwell en Energía. Parece ser que el común denominador en casi todos los nombramientos es que son gente que ha probado arrojar buenos resultados, pero los hay también inexpertos como Claudia Ruiz Massieu en Turismo. Al respecto, no me gusta que en esta última lógica haya sacrificado la subsecretaría de derechos humanos en manos de Lía Limón que nada sabe de la materia. Este nombramiento puede leerse como desinterés del Presidente en el tema, aunque puede ser que esté ligado a contener a Elba Esther Gordillo en tanto durante su paso por la SEP hace tantos años su padre Miguel Limón entabló con la maestra una amistad que por cierto la llevó a ésta a promover la llegada de Luis Ugalde al IFE en 2003 cuando fuera esposo de la ahora subsecretaria.
El hecho es que el respeto por los derechos humanos debe ser una de las prioridades de una sociedad que necesita permanecer vigilante ante esta nueva administración. Como prueba de botón las arbitrariedades ya documentadas  cometidas en varias detenciones de manifestantes en las protestas el día de la toma de posesión. La respuesta de Peña Nieto a la falta de preparación de las policías en México está ligada a la posición que lleven hoy los priistas al Senado.
Ante la situación, me parece justificado permanecer escéptico.

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