miércoles, 21 de marzo de 2012

Hacia el Eliseo

Miren ustedes si no es cierto lo que les he venido diciendo en anteriores ocasiones sobre el hecho que las preferencias electorales pueden modificarse bruscamente: me voy tres semanas a México en este sabático que paso en Francia donde como en nuestro país este año habrá elecciones, dejando a Francois Hollande contendiente por el Partido Socialista con cinco puntos de ventaja en los sondeos sobre el actual Presidente Nicolás Sarkosy de la Unión de Movimientos Populares (UMP), y me vengo a encontrar a este último con un punto y medio de ventaja sobre su principal opositor. Así, en cuestionarios realizados el 11 y 12 de marzo, Sarkosy mantiene 28.5% de las preferencias contra el 27 % que se lleva Hollande.

Dejé a un presidente que se lanzaba a la contienda con mucho desgano, como si no le quedara de otra. Tan sólo el 8 de marzo públicamente evocaba su derrota y declaraba que se retiraría en tal caso. Hoy me lo encuentro renovado de ánimo, sonriente y a sus partidarios vitoreando: ¡Vamos a ganar! ¡Vamos a ganar! ¿Cómo explicar estas cifras y qué podemos prever?

Del lado de la UMP circula el regocijo. Afirman con razón que en política hay que ver a los sondeos como fotografías instantáneas y que lo que cuenta son las tendencias: éstas reflejan para Hollande una intención de voto a la baja clara desde finales de febrero, mientras Sarkosy ha ido subiendo constantemente. Es más, cabe recordar que al día siguiente de la primaria que lo nominó tenía entre 35 y 39% de las preferencias. Así, señalan que basta prolongar las curvas para saber cuál será el resultado.

Los socialistas argumentan que tal situación era previsible luego del inicio de la campaña de Sarkosy, y que durante la actual V República los presidentes salientes siempre han llegado a la cabeza en la primera vuelta de las elecciones.

De hecho a mi parecer han venido pasando dos cosas. Primero, ha sido efectiva la derechización del discurso del Presidente frente al electorado de Marine Le Pen, que podía hasta ahora dudar de que su candidata participara en la contienda. En efecto, mientras que en estudios anteriores hasta el 21.5% decía que votaría por tal candidata (incluso según algunos especialistas 30% de los franceses se identifican con sus ideales), en el sondeo referido que sitúa a Sarkosy en primer lugar sólo 16% declara lo mismo. Sin embargo cabe señalar que Le Pen ya cuenta con las 500 firmas necesarias de funcionarios electos por votación popular para avalar su candidatura, como lo exige la ley, con lo que el beneficio obtenido por la UMP puede revertirse. En este sentido es muy probable que fuera el propio gobierno el que estuviera bloqueándola, como ella argumentaba, para impedir su nominación y que su candidato creciera a su costa. También es posible que desde todos los frentes de la oposición a Sarkosy impulsaran, para su propia conveniencia, su entrada a la contienda.

En segundo lugar pese al esfuerzo de Hollande por ofrecer en su campaña un programa netamente de izquierda, han aumentado las preferencias a favor de Jean Luc Mélenchon, candidato del Frente de Izquierda que reúne al Partido Comunista francés, al Partido de Izquierda y a la Izquierda Unitaria quienes hoy han subido dos puntos y rebasan el 10% de las preferencias. Es decir Mélenchon le ha robado electorado a Hollande, siendo que a la vez su estrategia no le ha permitido a Hollande captar con eficacia electorado del Partido del Centro cuyo candidato es Francois Bayrou, quien concentra aproximadamente un aún no despreciable 13% del voto.

¿En este escenario, qué se puede esperar? Es muy previsible que Sarkosy llegue a la cabeza en la primera vuelta que se llevará a cabo el 22 de abril, pero también lo es el que tenga que competir en la segunda vuelta del 6 de mayo con Hollande. Ahí, las fuerzas se recompondrían porque sí es cierto lo que piensan los socialistas en el sentido de que estas elecciones van a agrupar a los antisarkosistas. En efecto no hay que olvidar que el Presidente tiene record de impopularidad. Así la primera vuelta sólo habrá de definir el peso de los distintos partidos en la coalición que hagan contra Sarkosy para la segunda vuelta, la cual después quedará plasmada en la elección legislativa de junio próximo. Esta coalición comprendería principalmente al Partido Socialista, al Frente de Izquierda y al Partido Ecologista cuya candidata es Eva Joly y alcanza máximo 5% del electorado.

Sin embargo el optimismo de los socialistas reposa también, según declaran algunos comentaristas, en otra suposición que como a ellos me parece más improbable (ellos dicen que está construida sobre arena) y es que en la segunda vuelta aproximadamente la mitad de los electores del Frente Nacional de Le Pen y un tercio del electorado de Francois Bayrou no salgan a votar. De hecho, el que en la segunda vuelta haya más abstencionismo que en la primera vuelta no se ha visto desde 1965. Ahora bien el que la mayoría de ellos fuera a votar sería riesgoso para Hollande porque, en un duelo con Sarkosy, este electorado se inclinaría más por este último que por aquel.

Así está la situación cuando el pasado viernes finalizó el plazo para la entrega de toda la documentación requerida por las autoridades electorales y en estos días debe publicarse el listado oficial de los aspirantes al palacio del Eliseo. Los pronósticos finales son favorables al aspirante socialista quien supuestamente obtendría 54.5% de sufragios versus 45.5% para Sarkosy.

Me pregunto si es más funcional este sistema político que el nuestro que es menos fragmentado, con una única vuelta electoral y elecciones legislativas paralelas. El francés me parece un sistema más polarizante, pero de discursos políticos más definidos y que al final logra casi por principio mayorías en la Asamblea. De tal suerte, hoy por hoy Hollande ha logrado conformar en torno suyo una alianza de líderes socialdemócratas de las tres principales economías del euro, Francia, Alemania e Italia y propone puntualmente medidas contrarias a las oficiales vigentes para supervisar más a los bancos, controlar a los mercados a la vez que reactivar la economía con justicia.

Veremos qué pasa.

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