martes, 6 de marzo de 2012

De encuestas y acuerdos

Los maniobras políticas de los distintos actores durante este periodo de intercampaña de frente a las elecciones de julio próximo me llevan a comentar con ustedes, estimados radioescuchas, qué tan eficaz ha sido la reforma de 2007 para cumplir con uno de sus objetivos principales que fue el que la democracia en el país dejara de ser asfixiada por el dinero.

Recordemos que la crisis postelectoral derivada de lo cerrado de los resultados en 2006 llevó a la crítica de la subordinación de los partidos hacia los medios de comunicación, y de la forma en que los particulares podían romper con la equidad en las contiendas. Desde entonces es el IFE quien regula los tiempos y las modalidades de exposición en radio y televisión. Sin embargo, dada la importancia que han ido adquiriendo en política las encuestas preelectorales y su capacidad de influir en el voto, y dado el uso que hacen de ellas no sólo los medios que las encargan sino las encuestadoras mismas que las elaboran uno puede dudar del alcance de dicha reforma, pese a que quedaron regulados aspectos relativos al registro de los sondeos o a sus metodologías.

En este sentido los medios y los particulares siguen influyendo en las preferencias electorales porque casi impunemente pueden fabricar competitividades inexistentes, fomentar inclinaciones o bien desalentar la participación en determinados sentidos. Nadie duda que las casas encuestadoras se juegan su prestigio al publicar resultados que a la larga no se concretan, pero nadie duda tampoco del dinero que corre en este campo y de su politización.

No resulta extraño entonces que en este periodo de veda en que las campañas no han empezado y los candidatos presidenciales no se pueden expresar, se han estado jugando intereses muy importantes como el de las candidaturas a otros puestos de elección, gobernadores como diputados y senadores, pero la luz pública ha alumbrado sobre todo estas cifras que hablan de puntos de diferencia entre los distintos contendientes a la Presidencia.

El análisis comparativo de las distintas empresas refleja diferencias sorprendentes. Miren ustedes, relativamente en las mismas fechas recientes sobre mismos mil encuestados en domicilio Parametria, Mitofsky, El Universal, Ipsos y hasta Covarrubias le dan una ventaja a Enrique Peña Nieto sobre Josefina Vásquez Mota de entre 16 y 19 puntos efectivos. Aquí la única diferencia es que Covarrubias estima que Andrés Manuel Lopez Obrador va unos diez puntos arriba de lo que señalan las otras cuatro casas, lo que lo sitúa en segundo lugar. Sin embargo Mercai (sus resultados son los que dio a conocer Calderón en una actitud intervencionista e ilegal de su parte, que apunta lo que serán los próximos meses) señala que la candidata del PAN se encuentra posicionada a tan sólo cuatro puntos del PRI. Curiosamente una semana después del escándalo que provocó el que desde su oficina el Presidente hubiera encargado un sondeo con recursos públicos y con estos resultados, y el que los diera a conocer personalmente en una reunión de consejeros de Banamex demostrando que está dispuesto a impedir con todo el posible triunfo de Peña Nieto, GEA /ISA sostiene que la ventaja de este último no son cuatro pero sí únicamente ocho puntos.

Amigos, no puedo dudar de que hay intereses muy fuertes detrás de estos resultados y más del proyecto de la empresa de publicar encuestas diarias. Así percibo una intención clara de influir en las preferencias, cuando en tan cortas campañas pueden en principio cambiar poco. La potencialidad de las encuestas se sustenta en el hecho que nuestro sistema político ha producido desde 1988 elecciones presidenciales muy volátiles. Esta volatilidad no sólo se explica por el comportamiento de los electores llamados independientes, o por el voto de quienes se definen tardíamente durante las campañas, sino también de quienes modifican su inclinación en el transcurso de las mismas y de quienes emiten un voto estratégico para no desperdiciar su oportunidad de influir en el resultado final, en un juego como ha sido el nuestro de tres opciones principales y una única vuelta electoral.

En suma, la democracia sigue siendo presa de intereses mediáticos que sin embargo podemos tratar de traducir. Lo peor a mi parecer es la dificultad de entender los acuerdos secretos entre las partes. ¿De qué habló Pedro Joaquín Coldwell, dirigente del PRI, en su reunión con Calderón hace unos días? No cabe duda que los príistas no pueden creer que el Presidente actuará como dice con imparcialidad frente a los próximos comicios, cuando en los últimos meses ha venido aumentando el reparto personal de efectivo en programas sociales en el marco de una estrategia que intensifica 100% sus visitas a provincia.

¿Qué habrán pues acordado? ¿Será cierto que la tirada fue el sacar al PRD de la jugada? Me cuesta trabajo creerlo, porque lo cierto es que el mejor escenario para los priistas es un crecimiento de la izquierda que le reste votos al gobierno y al panismo.

¿Habrá habido un pacto? Por ejemplo que el gobierno dejara de perseguir a los exgobernadores del PRI, a cambio de que este partido desistiera de robar de las filas del PAN al prestigiado José Ángel Córdova para convertirlo en candidato del tricolor al gobierno de Guanajuato, cuando éste perdió la nominación de su partido. En todo caso resultó extraño como, a pesar de que las negociaciones con el exsecretario de salud estaban muy avanzadas, se dio marcha atrás y se postuló a Ignacio Torres Landa supuestamente ante la amenaza de una ruptura a la cual sin embargo el PRI no temió ni en Tabasco, ni en Morelos.

Entre manipulaciones y poca transparencia en el ejercicio de la política, decidiremos en pocos meses nuestro voto y el destino de México.

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