domingo, 15 de abril de 2012

Al arranque de las campañas electorales

Empezaron al fin las campañas tan esperadas. ¿Le interesan a usted, querido radioescucha? A mi hasta acá me mata la curiosidad por saber si llevarán, según todo parece anunciar, a los resultados inevitables que todos sospechamos, o si producirán alguna sorpresa.

Entiendo que algunos intelectuales a los cuales una situación tan clara parece arrebatarles su posición de intérpretes, deseen ser los examinadores de los candidatos o al menos quienes diseñen el examen, como si las buenas respuestas a una serie de preguntas por más cruciales que sean, resulten un buen sistema para definir el voto que emitamos para presidente de México, como si sólo debiéramos considerar los programas que presentan y la contundencia para defenderlos cuando sabemos que los cuidan poco, están guiados por el mercantilismo y revelan con insuficiencia, en un país con partidos políticos que se han centralizado y en el que se sabe que definirse puede ser riesgoso, quiénes son, cuáles son sus competencias para el cargo, quiénes los rodean, qué intereses representan y qué podemos esperar de diferente en cada uno de ellos.

Frente a Josefina Vásquez Mota que no supo aprovechar su victoria en las primarias del PAN (tuvo un ascenso sí pero se detuvo) y tras su fracasada toma de protesta y poco resultado en ganar independencia del Presidente con supuestas grabaciones a sus conversaciones telefónicas cuya divulgación ella misma pudo haber orquestado y con cambios en su partido que no le amarran todo el control del mismo, frente a un Felipe Calderón que no quiere dejar de ser el centro y exhibe hasta el último minuto los logros de su humanismo, para muchos no parece haber esperanza de competencia más que en los indecisos, ese 30% que no exhibe sus preferencias en el mercado de los sondeos. A ese 30% quieren dirigirse, según sus propias palabras, los intelectuales que planean el que se les contesten sus ya famosas preguntas. Pero esto es una falacia.

Los ciudadanos que declaran estar indecisos sobre sus preferencias electorales se van a decidir en su mayor parte siguiendo los patrones de quienes sí expresaron sus inclinaciones. A pesar de la individualidad que hay en cada elector, la cual es el tesoro de la democracia como su manipulación es su corrupción, a pesar de las razones personales por las que cada uno de nosotros emitimos nuestro voto -que de hecho no es uno sino son varios y no olvidemos que pueden ser diferenciados- somos sujetos de estadísticas.

¿Por qué entonces los sondeos fracasan en predecir los resultados? Al menos por tres razones: uno, por qué quienes dicen que van a votar y por quién lo van a hacer no siempre acuden a las urnas; dos, porque algunos que se manifiestan indecisos no están indecisos sino que no confiesan su inclinación por varias razones posibles entre las cuales una puede ser el temor a producir una reacción en su contra; y tres, porque las preferencias electorales se modifican.

Pacas encuestas incluyen preguntas sobre la seguridad en el voto. Me sorprendió una sobre las olvidadas contiendas estatales, la de Jalisco en la que también el PRI lleva por cierto una gran ventaja, ésta de cerca de veinte puntos sobre el PAN, en una situación muy paralela de priistas que supieron mantenerse unidos y de panistas que se dieron con todo. Por cierto, para reforzar al priismo es que empezó aquí su campaña Enrique Peña Nieto, pues en dicha encuesta 28% del público dijo que podría cambiar su voto y 27% no contestó. Sorpredentemente alto tal porcentaje ¿no?

La respuesta de si habrá quienes se disuadan de ir a votar parece poner en desventaja a los panistas, porque existen pruebas como la de la elección de 2011 del Estado de México, en la que dejaron de hacerlo al ir perdiendo contundentemente. Los priistas en cambio no parece hoy que se vayan a confiar y tienen una gran experiencia en movilizar su voto. Los perredistas estarán ahí, porque saben que se están jugando su sobrevivencia.

Como la respuesta a si pueden haber en las condiciones actuales inclinaciones ocultas de voto es negativa, sólo queda el que las preferencias expresadas cambien para que el asunto se ponga interesante. Pero no creo que éstas cambien en debates o foros frente a intelectuales. Los analistas sabemos que estos espacios confirman las preferencias y que los electores ven lo que quieren ver en el desempeño de los participantes.

De esta manera, parece ser que la contienda presidencial estará definida por un contundente desencanto con los gobiernos panistas, por identidades partidistas débiles pero candidatos que ya se presentaron y por los que ya se pronunció la ciudadanía.

Pero esto todavía no termina, me dirán muchos. Yo también me he cansado en repetirlo, sin embargo cada vez con más dudas y desesperanza. En efecto lo deseable es una verdadera competitividad que fortalezca nuestro sistema político y ésta es la que no se está dando. Sigamos las campañas, al fin que serán bien cortas. Veamos si hay movimientos, aunque el arranque no hizo más que corroborar la relación de fuerzas que hasta ahora hemos tenido.

A diferencia de la estudiada y bien lograda contundencia que aparenta Peña Nieto apoyado por una maquinaria que puede organizar eventos muy exitosos, a diferencia de su discurso puntual, cautivador que llama a todo los mexicanos, a los jóvenes en particular, el discurso de Vásquez Mota suena flojo, más centrado en la crítica al regreso del PRI que en la propuesta. Es un discurso atrapado en la necesidad de justificar la acción de los gobiernos panistas y a la vez de asegurar que representa diferencia, cambio, y ella aparece insegura, sobreactuada, rodeada de un equipo que monta actividades grises o bien hace abortar otras. Mi primera reacción es decir que es un equipo inexperto pero hoy me pregunto si toda la que debiera ser su gente realmente la apoya, o si no hay quienes ya la sacrificaron y a las órdenes de Calderón sólo se dedican a alejar la lumbre de Los Pinos. Mejor ha estado Andrés Manuel López Obrador que supo ir a Tabasco su tierra, una entidad donde también habrá elecciones estatales y el candidato a gobernador del PRD tiene posibilidades reales de triunfo porque aquí, sí, los priistas se dividieron y pueden perder el estado. AMLO se muestra más maduro, consistente.

¿Podrán cambiar las cosas? ¿Usted, qué piensa?

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