sábado, 19 de junio de 2010

Elecciones estatales, 2010

Estamos a escasos quince días de que se celebren varias elecciones estatales y locales en distintos estados del país. Estas elecciones han sido muy esperadas por los partidos involucrados, en tanto bien saben que sus resultados definen en buena medida la correlación de fuerzas para la contienda federal de 2012.

Por lo que se refiere a las elecciones estatales involucran a doce entidades federativas, más de la tercera parte de ellas. Resultan particularmente importantes porque la dinámica del poder en el país, después de la alternancia del 2000, ha dado a los gobernadores una gran independencia y una capacidad de juego que se traducen en poder generar condiciones favorables para sus partidos e influir en el voto. Si el PRI controla el gobierno en 19 estados, si en 2009 puso en marcha su gran maquinaria electoral bajo el principio del respeto a las fuerzas regionales y la disciplina partidista, si esta estrategia le resultó tan exitosa (hay que recordar que conservó las gubernaturas de Campeche, Colima y Nuevo León, y aunque perdió la de Sonora, reconquistó las de Querétaro y San Luís Potosí, a la par que ganó 184 de 300 distritos uninominales en la elección legislativa federal) y si hoy repite dicha estrategia, no es extraño que el PAN temeroso de perder en dos años la Presidencia haya puesto todo en el asador para limitar su control en la mayor cantidad de entidades posibles. Para ello tuvo que hacer lo impensable: tratar de sumar fuerzas con el PRD, partido que desconoció al Presidente Felipe Calderón a raíz de su inconformidad con la elección de 2006. Una lección importante debemos sacar de ello: en política no hay enemigos absolutos, como tampoco hay amigos absolutos.

Si el PAN resentía sus errores en las distintas campañas del año pasado, si su permanencia en el gobierno federal por diez años lo había debilitado, si igual había actuado en su contra la crisis económica internacional, la disminución de las reservas petroleras, los costos de una guerra contra el narcotráfico que no parece ir por buen camino, y hasta la emergencia médica por el virus VIHL, lo cierto es también que el PRD sufría como resultado de sus conflictos internos, y de esta forma su dirigencia del ala moderada aceptó el reto. En efecto de siempre en el PRD han convivido fuerzas contradictorias: unas fuerzas radicales e inflexibles, y otras que tienden más a la participación institucional y a la negociación. Así empezó este 2010 en materia electoral: con el asunto de las coaliciones, que en los partidos involucrados produjeron esperanza en quienes las impulsaron y críticas de parte de los militantes y simpatizantes más doctrinarios.

Curiosamente el Presidente Calderón decidió aparecer como ajeno a la estrategia mencionada e incluso no se detuvo en seguir buscando el apoyo del PRI en el Congreso a la serie de iniciativas que le mandó en el pasado periodo de sesiones, con ingenuidad o quizás dispuesto a evidenciar la resistencia de la oposición a las reformas sustanciales que el país necesita. En efecto no se llegaron a acuerdos en ninguna de las iniciativas más importantes que fueron presentadas.

Para abordar a continuación el análisis de cómo van las tendencias que señalan las encuestas para los próximos comicios estatales, cabe recordar las características principales de los gobiernos en pugna. Tenemos dos gobiernos panistas: Aguascalientes con un PAN dividido, y Tlaxcala en donde el PRI se ha mantenido pujante y el PAN ha tenido que afrontar un difícil proceso de selección de su candidata, Adriana Dávila Fernández, la cual finalmente la impuso el CEN como al candidato de Aguascalientes, Martín Orozco Sandoval. Asimismo está el gobierno perredista de Zacatecas con un PRD dividido, debido a que el exgobernador Ricardo Monreal Ávila en pleito con la actual gobernadora, Amalia García, se fue al PT desde donde lanzó la candidatura de su hermano David.

Finalmente están los gobiernos priistas cuyo comportamiento electoral parece estar dependiendo de que sean por un lado gobiernos impugnados como el de Oaxaca o Puebla, con gobernadores como Ulises Ruiz o Mario Marín identificados con un viejo estilo autoritario de gobernar, o bien entidades con una oposición al PRI muy consolidada como en Sinaloa o Quintana Roo; de que sean gobiernos con una oposición en desarrollo como en Durango o Hidalgo, o gobiernos fuertes como el de Veracruz pese a que el PRI casi perdió la última elección estatal en 2004, o los de Tamaulipas o Chihuahua si bien ambos enfrentan los problemas derivados del crecimiento y pugnas de los cárteles de la droga y el último haya sido con anterioridad un estado panista.

Si nos atenemos a las pasadas elecciones para gobernador, estuvieron cerradas las de Oaxaca, Quintana Roo, Sinaloa, Veracruz y Tlaxcala. Son en estas cuatro primeras entidades donde más valía la pena las coaliciones PAN-PRD. Sin embargo, de estos estados sólo fueron posibles en Oaxaca y Sinaloa. Por lógica es ahí donde mejores resultados parecen estar dando, en Oaxaca con un candidato expriista que se fue al PAN y luego a Convergencia, Gavino Cue quien ya había contendido hace seis años por la gubernatura y se quedó a unos pocos puntos de obtenerla, y en Sinaloa con un hasta ayer priista descontento por no haber obtenido la candidatura de su partido, Mario López conocido como Malova un empresario de arrastre.

En Veracruz ni siquiera se buscó la coalición. Dante Delgado dirigente de Convergencia, quien compitió hace seis años, iba por la revancha y Calderón estaba muy comprometido con Miguel Ángel Yunes, gente de su aliada Elba Esther Gordillo; por lo mismo el PAN apoyó individualmente su candidatura, con el sacrificio de Buganza el panista que hace seis años casi ganó la elección, y hoy se fue al PRI debilitando la posibilidad de triunfo de Yunes. Desesperados en el PAN, hoy le lanzan una acusación al gobernador Fidel Herrera por favorecer a los candidatos del PRI.

En Quintana Roo el gobierno federal trató de imposibilitar la candidatura del perredista Gregorio Sánchez Martínez, llamado Greg, y no pudiendo impedirla por el lado de sus años de residencia en la entidad, lo hizo por el lado de dictarle acto de formal prisión con un expediente armado al vapor.

Ahora bien coaliciones PAN-PRD se lograron también sin éxito, según parecen indicar las encuestas, en Durango con la nominación de un priista inconforme, José Rosas Aispuro, como en Hidalgo a través de la candidatura independiente de Xóchitl Gálvez Ruiz, mujer de carisma que no ha tenido el suficiente apoyo ni del PAN casi inexistente en la entidad que sí del expresidente Vicente Fox, ni totalmente de la izquierda que vio sacrificados a sus propios hombres que buscaban la candidatura, principalmente del PRD José Guadarrama y del PT Francisco Javier Berganza.

Así las cosas, salvo en Oaxaca y Sinaloa que ya mencionamos, y en Puebla donde también se llegó a una coalición competitiva, dada la situación de desprestigio del gobierno actual y la buena selección del candidato opositor en la figura de Rafael Moreno Valle, de corte empresarial y moderno, el PRI parece estar llevando cómodas ventajas. Aquí me permito hacer otra observación importante: las candidaturas son exitosas donde hay condiciones estructurales para que lo sean, a nivel de sistema de partidos, historia, liderazgos y desempeño de los mismos.

En este análisis no quiero dejar de mencionar los cálculos de los partidos chicos al decidirse por entrar, o no, en alianza con los grandes.

El PT se opuso por influencia de Andrés Manuel López Obrador a las coaliciones PAN-PRD, salvo en el caso de Oaxaca en el que el candidato es su amigo. Así va únicamente con el PRD y Convergencia en Quintana Roo, Veracruz y Tlaxcala. Juega hasta con el PRI en Chihuahua e independiente con gran empuje en Zacatecas, además de en Durango por su conflicto con el PAN y su tradicional fuerza local, en Puebla y en Tamaulipas obedeciendo a sus bases, y finalmente de manera simbólica en Hidalgo y Sinaloa.

El cálculo del Nueva Alianza fue aliarse pragmáticamente para obtener los máximos beneficios. Va con el PRI en Aguascalientes, Chihuahua, Durango, Hidalgo, Quintana Roo, Sinaloa, Tamaulipas y Zacatecas. Va con el PAN en Puebla, Tlaxcala y Veracruz por la cercanía de los candidatos con Elba Esther Gordillo. Asimismo va solo en Oaxaca debido a que la opositora a la Maestra, la sección 22, está con la coalición PAN-PRD, con lo cual todavía podría vender su fuerza al mejor postor en una elección que se espera cerrada.

Regresando al PRI, las encuestas indican que podría ganar Tlaxcala y sobre todo Aguascalientes y Zacatecas dos estados donde parece llevar una buena delantera. Por una parte en Tlaxcala el PAN gobierna, pero el que se ha fortalecido no es dicho partido sino el gobernador Héctor Ortiz Ortiz quien no ha perdido del todo sus vínculos con el PRI, su partido de origen. Además el proceso interno de selección de candidato panista dejó un divisionismo que capitaliza Mariano González Zarur por segunda vez abanderado priista a la gubernatura. Por otra parte, en Aguascalientes el gobernador panista Luis Armando Reynoso está en pleito con su partido, desde hace varios años y hoy en especial con el dirigente César Nava Vázquez por no haber podido designar a su favorito para la contienda, al grado de que trató de evitar el registro del candidato del PAN. Aquí también los priistas sacan ventaja. Por último, el caso de Zacatecas no difiere mucho, como ya lo señalé, pero esta vez es el PRD en el poder el partido escindido por lo que esta contienda enfrenta a cuatro partidos como situación excepcional en México: el PT como se dijo con David Monreal Ávila, el PRD con Antonio Mejía Haro, el PAN con Cuauhtémoc Calderón Reyes y el PRI con Miguel Alonso Reyes.

Si así fuera, si el PRI ganara Aguascalientes, Zacatecas y Tlaxcala, si no perdiera ni Sinaloa, ni Oaxaca ni Puebla, podría darse una situación de carro completo para este partido. Los dados están en el aire. No hay que olvidar que las encuestas fallan y mucho, porque son muchos los electores aún indecisos. Sin embargo al aparecer el PRI como invencible, se puede pronosticar un alto abstencionismo que sólo favorecería más a este partido.

De cierto, todo apunta a un difícil escenario para el PRD y el PAN. Si el PRD fracasa, a su línea negociadora hoy representada por Jesús Ortega se le va a venir encima López Obrador. Si el PAN no tiene éxito en su estrategia, la debilidad del Presidente Calderón va a aumentar peligrosamente. Al interior de su partido hay muchos que le dirán que se lo habían advertido. Incluso se presentaron, por este motivo, renuncias al partido tan importantes como la del Secretario de Gobernación Fernando Gómez Mont a principios de año.

A aquellos que con ello vaticinan el regreso del PRI al poder federal en el 2012 cabe recordarles que durante el sexenio pasado tuvo igualmente un muy buen desempeño, pero su falta de unidad le impidió resolver bien la postulación de su abanderado en la contienda de 2006 lo cual lo llevó a la derrota. Paradójicamente si al partido le va tan bien este año, se puede pronosticar que va a crecer más la lucha en su interior por la candidatura presidencial. En este sentido su fortaleza puede convertirse en debilidad y peligro.

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