jueves, 24 de octubre de 2013

La Reforma Hacendaria, una visión política

La semana pasada se aprobó en la Cámara de Diputados la Ley de Ingresos, la cual deberá pasar todavía por el Senado. Este hecho puede permitir reflexionar sobre la actual administración, las características del gobierno actual, el qué tanto está pudiendo éste superar ciertos obstáculos que habían venido deteniendo el ejercicio de la política en México, y también los límites de su capacidad de maniobra.
El triunfo de Enrique Peña Nieto se dio en buena medida como resultado del desgaste del PAN en el poder y una oferta de experiencia y eficacia muy bien promocionada, pero en el contexto de una competencia mayor a la esperada por parte de otra oferta de  cambio de rumbo representada por Andrés Manuel López Obrador. El disgusto legítimo de muchos por el regreso del PRI a los Pinos, llevó al Presidente a promover en el menor tiempo posible reformas de gran calado bajo la forma de un acuerdo inusual con las fuerzas más importantes del país. El paso de la Reforma Hacendaria por el Congreso puede ser visto en esta perspectiva.
De entrada, cabe reconocer que el Presidente por un lado ni siquiera pudo mandar la propuesta que quería porque todos sabemos que su objetivo inicial era el imponer el IVA en alimentos y medicinas, para lo que ya había logrado los cambios estatutarios necesarios en su partido. Las condiciones económicas adversas le hicieron dar marcha atrás, con lo que tuvo por otro lado que incumplir con su objetivo de promover un crecimiento económico sostenido con cero déficit para mantener finanzas sanas.
Dicho lo anterior hay quienes dudan de que la reforma fiscal promovida sea más que una miscelánea fiscal. Sin embargo yo creo que sí lo es porque con la idea de promover un mayor gasto social, que no se puede dudar que se quiere, se atreve a gravar más a los empresarios aunque uno la clase media (a pesar de que se haya eliminado el IVA en colegiaturas y rentas) sigue pagando un costo proporcionalmente más elevado de la restructuración alcanzada, y dos la mayor captación de contribuyentes que pueda lograr está por verse. Creo que sí lo es porque aunque haya sido de último momento la propuesta oficial se atrevió dejar atrás el paradigma monetarista, en cuanto a lo que se refiere al financiamiento del gasto público, generando un riesgo que puede a mi juicio controlar. Así se autorizó al gobierno a endeudarse aproximadamente 1.8% sin contar Pemex, 3.5 en total, para 2014.  Pese a ello, al aumento del precio del crudo y a los temidos gasolinazos que se aplicaron, los ingresos gubernamentales no serán los esperados.
En suma por sus características la Reforma Hacendaria podrá ser, una vez que haya pasado por la Cámara de Senadores, suficiente sólo a secas, o sea  bastante menos exitosa de lo que inicialmente hubiera querido Peña Nieto. Ello quiere decir que ha decrecido la capacidad que demostró durante los primeros meses de gobierno y aún antes de asumir su puesto, al impulsar y alcanzar reformas estructurales como la laboral, la educativa y la de telecomunicaciones. Pero también pasó otra cosa. Cambió su capacidad de lograr acuerdos casi totales, pues esta reforma no la consiguió desde fuera del Congreso y en el seno del Pacto por México como otras, sino a través de intensas negociaciones parlamentarias en las que contó con los legisladores del Partido Verde y de Nueva Alianza, además de los priistas, y también con los perredistas de Nueva Izquierda y aliados, o sea “los chuchos” quienes hoy controlan la dirigencia de ese partido y han mantenido esa postura cercana al Presidente.
Lo explico más, dado que quizás es difícil entenderlo, porque las votaciones se dieron por partes y pueden confundir a la opinión pública. En términos generales, todos los partidos aprobaron los cambios en el código fiscal pero los panistas no aprobaron ni lo relativo a aduanas ni a impuestos. Los impuestos pasaron sin el apoyo de los panistas ni el apoyo de parte de otros perredistas de Izquierda Democrática más cercanos a López Obrador, ni de los legisladores de Partido del Trabajo y de Movimiento Ciudadano. Sin embargo, al término, algunos panistas votaron a favor del digamos resumen de la Ley de Ingresos.
¿Cómo analizar lo ocurrido? Si bien está por verse la capacidad de cambio estructural que pueda lograr el Presidente con lo ya acordado más lo que pueda venir, su manera política de operar sí demuestra ser más negociadora y estar desempantanando el trabajo del Congreso a diferencia de lo ocurrido en los años de gobiernos divididos que hemos tenido en México desde 1997. En efecto, durante años nuestra ingeniería institucional conformó congresos que, si bien trabajaron, bloquearon en aspectos fundamentales a los gobiernos en turno. De aquí que se haya debatido por años y todavía se debatan posibles cambios a esta ingeniería. En el inter, Peña Nieto ha tenido que convivir con lo que tiene. Lo ha conseguido hacer, lo cual no es un mérito menor, con una política que se demuestra flexible, que procura jalar a todos y sabe dejar atrás lo que la atora y a quienes lo atoran. Así dejó atrás en esta ocasión a los panistas como se puede prever que dejará atrás a los perredistas en la Reforma Energética.

Sin embargo, es una política que logra aliados a mucho costo y que todavía pierde mucho en el camino. Además es una política cuyo éxito como ya se dijo no está asegurado, de frente a los grandes problemas del país y la inconformidad e inseguridad crecientes, con lo que resulta un importante inconveniente el que pese a tener todavía una muy buena publicidad, no consiga ofrecer todas las explicaciones y todos los  argumentos necesarios a su favor, para defenderse de sus críticos cada vez más fortalecidos. A mi juicio esto se debe en parte a que es una política demasiado centralizada, que no permite la autonomía necesaria a los miembros del equipo para desenvolverse.

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