sábado, 26 de octubre de 2013

Más sobre la Reforma Política

En la coyuntura de la discusión en el Congreso de reformas tan importantes como la energética y la  hacendaria, los dirigentes y legisladores del PAN y del PRD están presionando al gobierno de Enrique Peña Nieto y al PRI a aprobar una reforma política en los términos que han hecho públicos. Es decir, quieren la reforma política como moneda de cambio de las reformas estructurales. Yo diría incluso más: quieren su reforma política, a cambio de la discusión de las reformas estructurales, no de su aprobación inmediata. A tal punto parecen estar atrapados el Presidente y su equipo, de tal tamaño es su debilidad. Como especialista, quiero destacar lo anterior y sobre todo oponerme a una reforma política construida sobre falacias y con propuestas cuestionables. En ocasiones anteriores les he presentado mis reservas sobre la creación de un Instituto Nacional Electoral y abordado ciertos puntos sobre la implementación del mecanismo electoral de la segunda vuelta, llamado también balotaje. Continúo hoy con mis comentarios al respecto, y también abordo el asunto relativo a la reelección legislativa y de presidentes municipales.
Hace unas semanas les decía que la segunda vuelta se propone como remedio a la falta de legitimidad presidencial y a la ingobernabilidad que producen los gobiernos divididos. Les comentaba que no es infalible que la segunda vuelta genere legitimidad. Ahora, quiero señalarles que además que los gobiernos divididos no tienen por qué llevar invariablemente a parálisis gubernamental, existen otros mecanismos alternativos o complementarios que deben considerarse para conseguir mayorías parlamentarias. Menciono tres: la reestructuración de la composición del Congreso  (de su composición, no del número de sus miembros como falsamente se cree), la redefinición de los límites de sobrerrepresentación y los calendarios electorales.
Cabe considerar que nuestra composición mixta del poder legislativo con diputados y senadores  uni y plurinominales (lo que es un sinsentido que exista en el Senado) es poco usual. Los legisladores pluris potenciaron la democratización del país; hoy nuestra democracia en progreso hace pensar a algunos que podrían desaparecer o al menos disminuir. Otros, por el contrario, se inclinan por una representación exclusivamente plurinominal. Por obvias razones las distintas posiciones son adoptadas en función de la proyección que se hace de los resultados que se obtendrían por las distintas vías, y los partidos se posicionan según sus intereses en relación a su fuerza y penetración territorial más o menos concentrada. La ingeniería que se decida debe medir sus consecuencias y lograr el mejor equilibrio posible.
Por lo que concierne los mínimos de sobrerrepresentación que han generado largas discusiones en los últimos años, aquí también se generan opiniones politizadas. Desde luego que extender los mínimos de sobrerrepresentación sería una fórmula fácil de construir mayorías que beneficiaría sin duda alguna al PRI. Por eso en algún momento lo propuso. La idea debe reconsiderarse también, pero a la luz de cómo distorsionaría la conversión de votos en escaños.
Por último el tema de los calendarios no ha sido bien analizado, pues de hecho si se pensara que la elección presidencial no tiene por qué coincidir con las legislativas, sino éstas últimas ser posteriores a la primera, el ajedrez de la política podría llevar a que el candidato presidencial ganador tuviera más margen de maniobra para conseguir mayoría en el Congreso. Sin embargo, es difícil considerar en México una solución de este tipo cuando se ha venido a mi manera de ver equivocadamente caminando hacia la organización de elecciones simultáneas a varias niveles de poder, con el pretexto de desahogar el trabajo de los partidos y de las instituciones electorales cuando la tendencia mundial es la opuesta, en tanto se ha medido a que por efecto del arrastre del voto producen menos ganadores y generan menor representatividad. El tema es controvertido pues se ha también demostrado que las elecciones separadas pueden estar asociadas a mayor diversidad política, pero no producir mayorías parlamentarias estables, mientras con las elecciones coincidentes sucede al revés. En todo caso, el punto debe estudiarse con cuidado para examinar sus implicaciones en el caso mexicano.
Pasando al segundo tema sobre la reelección de legisladores y presidentes municipales se ha venido proponiendo como mecanismo de profesionalización y rendición de cuentas, sobre la base que la mayoría de los países la consideran. Veamos. Para la profesionalización es innecesaria, porque en los hechos existen carreras parlamentarias que salen a relucir con el paso de los políticos de una cámara a la otra. Para la rendición de cuentas cabe reconocer que, según se ha probado, la motivación de poder repetir en un cargo induce a un mejor desempeño pero sólo en caso de un contexto de división de poderes efectiva que se debe evaluar si cubrimos en México. Además, aplicaría exclusivamente al caso de la reelección de presidentes municipales y no a la de los legisladores porque qué tanto los ciudadanos podemos saber del desempeño de nuestros representantes. Para los presidentes municipales habría además que considerar qué tan oportuna sería su reelección en la posibilidad permanente y desgraciadamente real de ser cooptados por el crimen organizado en ciertas zonas del país.
En todo caso para entender la oposición de muchos priistas (que no de todos) a esta cuestión, cabe recordar que la Revolución Mexicana mantuvo como uno de sus principios básicos la no reelección, siendo que para legisladores se logró eliminar en 1933. Entonces el PNR quería reducir el poder de los caciques locales que amenazaban con mantenerse en las posiciones del Congreso y manejarlas como cuotas de poder regionales. La reforma pretendía fortalecer la institución partidista como institución de decisión central. Con esta medida se concentró más el poder en los presidentes, que a partir de Lázaro Cárdenas eran quienes conformaban las listas de candidatos del partido hegemónico generando lealtades.

Hacer memoria es oportuno para valorar las razones que tienen los priistas para priorizar mayor disciplina partidista y mayor circulación de élites sobre las ventajas que sin duda tiene la reelección.

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