martes, 15 de mayo de 2012

Transmisión del poder en Francia


Hoy 15 de mayo recién se realizó la ceremonia de transmisión de poder en Francia en la que Nicolás Sarkosy le entregó el mandato presidencial a Francois Hollande, quien se convirtió en el séptimo presidente de la V República y el segundo socialista. Así, treinta y un años después de que Mitterand llegara a la presidencia, otro Francois también lo hace. En 1980 éste se había acercado a aquel como miembro de un grupo de jóvenes con ideas del que se rodeó Jacques Attalli quien fuera su asesor. Por ello no es fortuito el que Hollande haya calcado de Mitterand su campaña, sus discursos, sus gestos.

Se antoja responder preguntas obligadas como por una parte por qué ganó Hollande, qué representa, quién es íntimamente, qué retos enfrenta, y por otra también cómo se va Sarkosy.

De entrada cabe decir que hace un año nadie hubiera apostado por Hollande. Sin embargo su tenacidad lo llevó a ganar la elección primaria abierta para elegir candidato del Partido Socialista, a pesar de que sus críticos lo calificaban de blando. Después su capacidad de convocatoria lo hizo ganar la primera vuelta de la elección presidencial, y por último vencer el pasado día seis a Nicolás Sarkosy quien tuvo un quinquenio en el que fue creciendo una oposición a su forma de gobernar, la cual generó desencuentros sociales y condujo a tomar medidas de austeridad para enfrentar la crisis económica que lastimaron sobre todo a las capas medias y al sector educativo.

El miércoles anterior a la jornada electoral Sarkosy había debatido con Hollande, en un último intento por ganar los puntos en preferencias que le hicieran vencerlo. Trató vanamente de exhibirlo como inexperto. Contrariamente tuvo que sufrir las  críticas implacables de un contrincante cada vez más crecido que lo ponía a la defensiva, un Hollande que demostraba estar bien informado e inesperadamente a la altura. Fue un verdadero debate, un ping pong de dos mentes brillantes, bien preparadas, con capacidad discursiva y argumentativa.

Sarkosy no había logrado vencer al favorito de los sondajes, no había podido llevarlo a cometer errores, pero es cierto también que logró remontar entre las dos vueltas varios puntos  tras su acercamiento con la extrema derecha, llamando a los seguidores de Marine Le Pen del Frente Nacional a quienes ella les había dicho que decidieran qué hacer mientras ella votaría blanco. Esta política fue insuficientemente exitosa, pero en la jornada electoral lo acercó a Hollande más de lo que creían los expertos y los medios. Ayudó que aumentara la participación en relación a la primera vuelta. Votaron poco más del 80% de la población. No ayudó el que el centrista Francois Bayrou se inclinara por Hollande.

Finalmente Hollande obtuvo 51.62% del sufragio. Muchos de los que votaron socialista más que votar por él, votaron para sacar a Sarkosy del poder, sacarlo por sus arbitrariedades y las injusticias económicas, sociales y fiscales que para ellos produjo su gobierno. Ahora está por verse si Hollande podrá enfrentar la crisis que atraviesa el país con una política que se ha pronunciado por el cambio, y que según él demostrará que la austeridad no puede ser una fatalidad y que se puede poner el acento en la juventud, en la igualdad y en el progreso.

El socialismo de Hollande hasta hoy ha sido resultado de una lucha interna por su identificación personal y de un posicionamiento intelectual. Se sabe que siempre fue más cercano a su madre quien se mantenía interesada por la política y los problemas sociales, mientras su padre era de extrema derecha. Su ideario le hace reconocer los conflictos de intereses en la sociedad y concebir su transformación a través de la negociación, del contrato y de una presidencia unificadora que califica de normal. Hollande promueve un ejercicio diferente del poder y afirma que debe compartirse con el Parlamento, los sindicatos, los cuerpos intermedios y los ciudadanos. En el plano económico su socialismo es un socialismo de la producción más que de la distribución, si bien considera que se debe rehabilitar el impuesto.

En los próximos cinco años tendrá la complicada tarea de concretizar estos planteamientos. La desventaja es que aparte de alcalde de Tulle en la región de la Correze de la que también es oriundo el expresidente Jacques Chirac con quien una vez compitió, sólo se ha desempeñado como diputado y funcionario del Partido Socialista del que fue Primer Secretario. La gran ventaja es el impulso que le dan sus años de luchas con altas y bajas, luchas que hasta hace poco hizo de la mano de Segolene Royale, madre de sus cuatro hijos, quien como él formó parte del equipo de Mitterand, quien como él llegó a la Asamblea, quien como él estuvo cerca del primer ministro Leonel Jospin, quien como él lucho en 1997 por la presidencia ella como candidata y fue derrotada por Sarkosy. En parte Hollande limpia su honor mas no llega con ella al Eliseo, porque en esta lucha esta pareja se deshizo y Hollande se fortaleció con una nueva relación que entabló con la periodista Valérie Trierweiler, quien sin aspiraciones políticas propias se puso a su servicio. Segolene Royale, por su parte, busca ser el líder de los socialistas en la Asamblea.

Paradójica historia ésta y no menos la de Sarkosy un hombre de pasiones y provocaciones pero ciertamente inteligente y de espíritu de lucha. El tiempo dirá si se merecía el odio que provocó en tantos. Su ascenso al poder presidencial le hizo perder a su compañera de entonces. Tras su victoria hace cinco años lo dejó Cecilia Ciganer. Inversamente hoy cuenta a su lado con Carla Bruni y su hija recién nacida para enfrentar su fracaso en el que nunca quiso creer. A mi juicio los errores de su personalidad, más que el de sus políticas, le cobran la factura. Hoy no está lastimado de su corazón, sino de su orgullo.

Su primer discurso tras el anuncio de la victoria de Hollande fue de gran dignidad. Lo felicitó, le deseó suerte y pidió para él el respeto que merece su investidura. Hay algo más importante que ellos, les dijo a los suyos, que es Francia y su porvenir. Agradeció el honor que tuvo de desempeñar su cargo y asumió la responsabilidad de los resultados. Les pidió mantenerse unidos para bien de su partido y de las elecciones legislativas próximas, que Sarkosy no dirigirá porque piensa retirarse. En la UMP sin embargo ya empezaron los jaloneos para sucederle entre los exprimer ministros Alain Juppé y ahora Francois Fillou.

Me gustó mucho también que Sarkosy invitara a Hollande a presidir juntos la fiesta nacional del 8 de junio, y algo también que se dijo en el último consejo de ministros del miércoles pasado que es que así como el móvil de la vida es la muerte, el de la política es que los mandatos terminan.

Por cierto ya hay en la derecha quienes consideran a las legislativas como la tercera vuelta en la que lucharán para convertirse en un contrapeso al gobierno. De hecho los sondajes, que ya vimos que a veces se equivocan, por ahora les dan un poco más de puntos que a los socialistas.

Para el nuevo gobierno no es bueno porque la izquierda haría sin duda mayoría, pero los socialistas les deberían más a sus aliados. Por ejemplo el Frente de Izquierda ya había señalado en su desfile del 1° de mayo que de ganar ellos, a quienes apoyaron manifestando una unidad incuestionable, se mantendrían vigilantes para no ser olvidados. Por eso ayer fue Hollande por última vez al PS a despedirse y a fortalecer a su partido en esta nueva etapa, en vistas de que puedan obtener una mayoría amplia, sólida y leal. Él no será su líder; será Presidente de todos los franceses, dijo.

Así empieza la era Hollande. Todos esperan los primeros nombramientos. Hollande se encontrará, hoy mismo, con la Canciller alemana Ángela Maerkel; difícil encuentro, como será todo lo que se viene.

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