martes, 1 de mayo de 2012

El posible regreso del PRI

La elección presidencial del próximo julio en México resulta particularmente interesante porque puede definir el regreso del PRI a Los Pinos después de doce años de gobiernos panistas. Para algunos analistas e interesados en el tema, sobre todo de la generación que luchó por el cambio político en el país el cual desembocó en la alternancia, ello significa el regreso al pasado. Personalmente discrepo con ellos. La crisis de legitimidad que desde finales de los años cincuentas enfrentó el sistema político mexicano construido en torno de un partido hegemónico, promovió paulatinamente una apertura política que se expresó en una evolución gradual y constante de la legislación electoral de suerte que el país se abrió poco a poco a la competencia. Ello llevó a movimientos del voto que se hicieron masivos a partir de la elección crítica de 1988. Años atrás de la alternancia, el país ya había cambiado por lo que una posible nueva alternancia no puede reconstruir el pasado. El problema del país no es el posible regreso al poder federal de los priistas, es el tener una democracia limitada la cual sin embargo no creo que se deba a haber sufrido una transición inconclusa. De hecho, en México se ha anquilosado y se ha hecho funcional una democracia gris en la que coexisten varias fuerzas que se enfrentan en distintas dimensiones y de distinta manera. Es una democracia caracterizada por bajos niveles de participación, una pobre representación de los intereses, procesos políticos opacos, una injerencia indudable del gobierno en las elecciones, una legalidad democrática siempre amenazada por el fantasma del fraude y la posibilidad de conflictos postelectorales, y un Estado débil desbordado por la violencia y sin la reglamentación necesaria para producir acuerdos. Ahora bien, Enrique Peña Nieto puede ganar la elección presidencial fundamentalmente porque el PRI perdió la Presidencia de la República en 2000 pero permaneció como el partido más grande con una gran fuerza regional que le permitió seguir ganando elecciones estatales y locales, de suerte que es el partido que gobierna sobre más población. En 2006 no pudo resolver bien una candidatura presidencial que lo mantuviera unido, por eso volvió a perder, pero esta vez las cosas parecen estarse dando de otra manera. El PRI, que siempre fue un partido muy adaptable, supo sobrevivir a la competencia política. Así desde 1989 en que no pudo conservar el poder estatal en la primera entidad, Baja California Norte en donde ganó el PAN, siguió perdiendo en varios estados. Por ejemplo cuando llega Fox a la presidencia además de Baja California Norte, Aguascalientes, Guanajuato, Jalisco, Morelos, Nuevo León y Querétaro estaban en manos del PAN (porque Chihuahua lo había ganado pero el PRI había ya regresado). Además Baja California Sur, el Distrito Federal, Tlaxcala y Zacatecas estaban en manos del PRD, mientras que a Nayarit y a Chiapas habían llegado gobernadores postulados por el PAN y el PRD. Bajo esta misma fórmula hoy el PRI ha perdido Oaxaca, Puebla y Sinaloa (también Sonora en manos del PAN sin coalición), pero ha recuperado Aguascalientes, Nayarit, Nuevo León, Querétaro, Tlaxcala y Zacatecas, además de San Luis Potosí, Michoacán y Yucatán que había perdido más adelante. Sin embargo en ninguna entidad, incluso en las que nunca ha perdido, juega el PRI sin competencia. En algunas sí, es cierto, ha sido más predominante como en Coahuila y Tamaulipas, pero en otras ha convivido con una importante oposición aunque dividida. Tal es el caso del Estado de México, Hidalgo y Quintana Roo. De hecho existen asimismo estados tan competitivos que el PRI nunca los ha perdido pero ha estado a punto como Campeche, Colima, Durango, Tabasco y Veracruz. Igual casi ha recuperado algunas otras entidades como Baja California Norte o Jalisco. En la mayoría de los estados es el PRI que compite ya sea con el PAN o el PRD, siendo que en pocos el juego es entre tres partidos: el Estado de México, Hidalgo y Quintana Roo que ya citamos además de Durango, Michoacán, Tlaxcala y Veracruz. Son pocos pero más de los que se suelen mencionar. Por el contrario, sólo en el Distrito Federal y Guanajuato el PRI no es competitivo. El PRI puede ganar la próxima elección presidencial no sólo porque ha seguido siendo un partido con gran asentamiento, una presencia y una estructura interna incomparables, sino porque ha sido también un importante partido parlamentario, tanto cuando ha sido primera minoría (de 2003 a 2006 y de 2009 a la fecha) como de 2006 a 2009 cuando cayó el número de sus asientos en la Cámara de Diputados debido a que la elección presidencial arrastró las elecciones legislativas. En suma, tan el PRI sabe ganar distritos uninominales que en la coyuntura actual que tanto lo favorece quiere y a lo mejor puede conseguir la mayoría absoluta en el Congreso. El PRI nunca se fue. Esto es lo que demuestra el estudio de las diferentes dimensiones de la política en México. Si el PRI vuelve al poder federal es por errores de otros partidos, partidos que seguirán teniendo presencia en el país y que le seguirán haciendo competencia. En suma a aquellos que temen que con el regreso del PRI se regresará a las viejas maneras de hacer las cosas, a las viejas corruptelas, quiero recordarles que ningún otro partido gobernante en México ha demostrado ser diferente. Que las cosas se hagan de forma diferente es el reto de nuestro país.

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