lunes, 14 de febrero de 2011

Elecciones en Guerrero y Baja California Sur

Como en el caso reciente de Guerrero, las elecciones en Baja California deben ser leídas como el resultado de juegos políticos regionales inseparables de los posicionamientos de los partidos y sus diferentes grupos de frente a las elecciones presidenciales de 2012. Estas disputas ejemplifican cómo se ganan hoy los procesos electorales aparentemente transformando las preferencias partidistas mediante la selección adecuada de candidatos, y cómo se pierden por fracturas al interior de los partidos. Pareciera que las elecciones las ganan personajes que, inconformes, se escinden de ellos llevándose el voto ciudadano. No es del todo así.

En Guerrero un exgobernador príista de su estado, Ángel Aguirre Rivero, renuncia a su partido, contiende por el PRD, recibe de último momento el apoyo del PAN y gana las elecciones pese a la mala gestión del gobernador Zeferino Torreblanca. No hubiera sin embargo éste podido ganar sin el apoyo del partido que lo postuló el cual tras el asesinato de Armando Chavarría, presidente de la Gran Comisión del Congreso estatal, se había quedado sin precandidatos propios que le aseguraran un triunfo frente a un PRI fortalecido en las últimas elecciones locales y la federal de 2009. Tampoco hubiera podido ganar sin la coalición Guerrero nos une que se hizo con el PT y Convergencia.

En Baja California Sur un perredista, Marcos Alberto Covarrubias Villaseñor, renuncia a su partido por falta de apoyo del gobernador en turno Narciso Agündez, contiende por el PAN y deja al PRD partido en el gobierno en tercer lugar. No hubiera sin embargo podido ganar sin el apoyo esta vez no del PAN, partido casi sin maquinaria en la entidad, sino sin el apoyo de parte de la estructura del propio PRD, la fracción moderada de Nueva Izquierda que desde el 2010 trabaja en coordinación con el PAN. Para nadie es secreto que operó a su favor, y no a favor de Luis Armando Díaz, para lo que dispuso de su estructura y recursos. Así pagó el precio de que en Guerrero los panistas hayan declinado a favor de Aguirre y ello tampoco es separable de lo que está sucediendo en las otras entidades donde se disputan elecciones este año, particularmente Nayarit y el Estado de México.

En suma, tanto en Guerrero como en Baja California Sur no se formaron coaliciones PAN-PRD contra el PRI, como las del 2010 en varios estados, pero funcionaron como tal. Esta vez ninguno de los dos estados era gobernado por el PRI, por lo que no perdió este partido como tal (incluso en Baja California avanza electoralmente), pero no pudo aprovechar la oportunidad que tenía de recuperar estas entidades por la crisis interna del PRD en ambos lugares, por falta de un buen precandidato en Guerrero y por la mala selección de otro en Baja.

Los chuchos han demostrado capacidad política y de maniobra, con ello han ayudado al PAN a detener al PRI en camino a la grande, la elección de 2012. Sin duda son los principales ganadores. Por lo que toca a los panistas, pese a que hoy van a gobernar un nuevo estado, resultan menos beneficiados: en Guerrero no ganaron nada y en Baja no pueden asegurar lo que hará el próximo gobernador.

El PRI lleva este año dos elecciones estatales y dos derrotas. Dirá que no eran estados suyos, pero se los perdió. Caro pagó el que Manlio Favio Beltrones impusiera en Guerrero a su candidato Manuel Añorve sobre su primo Ángel Aguirre, apoyado por Enrique Peña Nieto. Caro pagó el no haber sabido atraer en Baja California Sur a un perredista inconforme, como lo hizo el PAN o lo hizo él mismo el año pasado en Zacatecas. Ahora, todas sus energías están puestas en el Estado de México, por el peso de su lista nominal de electores. Los aliancistas sin candidato esperan una fuga que sería su oportunidad.

Otro derrotado, además del PANAL que en los dos casos le fue a perdedores en estas dos primeras elecciones estatales del año, es López Obrador. Pero ya pasaron y él espera la grande. Veamos qué pasa.

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