jueves, 4 de noviembre de 2010

Elecciones 2010

Elecciones estatales 2010


A lo largo de mi trabajo los últimos años he observado el surgimiento, la profundidad, la dirección y la permanencia de los cambios en los patrones de votación en México en elecciones presidenciales y para gobernador de 1988 a 2009. En este sentido, no quiero desaprovechar el reto que a última hora representan las elecciones para gobernador que acaban de llevarse a cabo para detectar si los resultados de las mismas siguen las tendencias que he señalado en mi investigación. Este es el objetivo de esta ponencia, la cual se adapta a la metodología que diseñé para mi trabajo. Por lo mismo en primer lugar hago un análisis histórico político de las campañas destacando el contexto de los distintos actores involucrados, y examino el desenvolvimiento de los acontecimientos; éste es un análisis cualitativo. Además llevo a cabo las mediciones más importantes que he hecho en mi trabajo con las cifras electorales a mi alcance, en el entendido que no son todavía oficiales; éste es un análisis cuantitativo. La combinación de ambos enfoques, que caracteriza lo que he venido haciendo en tiempos recientes, me permite dar mi particular interpretación sobre estas elecciones y su significado.

Campañas políticas y predicciones electorales
Los comicios estatales de 2010 eran esperados por los partidos involucrados, los medios de comunicación, los ciudadanos interesados en los asuntos públicos y los estudios en el tema con gran expectativa, por varios motivos. Por primera vez se elegía simultáneamente gobernador en doce entidades del país, más de la tercera parte de ellas. Además después del éxito electoral del PRI en el 2009 se extendió la idea, avalada por las distintas encuestas preelectorales que se dieron a conocer, de que podía obtener el triunfo en todos los estados en que se llevaría a cabo elección de gobernador y algunos temían que ello anunciara el regreso de México a las circunstancias del pasado que hicieron posible la prevalencia de un partido hegemónico por varias décadas, con lo que se daría un revés a nuestro avance democrático difícilmente alcanzado. La expectación se hacía asimismo mayor en la medida en la que se reconocía que el comportamiento del electorado definiría en buena medida la correlación de fuerzas para la contienda federal de 2012.

El sentir no era del todo equivocado. La dinámica del poder en el país, después de la alternancia del 2000, ha dado a los gobernadores una gran independencia y una capacidad de juego que se traducen en poder generar condiciones favorables para sus partidos e influir en el voto. Si el PRI controlaba el gobierno en 19 estados, si en 2009 puso en marcha su gran maquinaria electoral bajo el principio del respeto a las fuerzas regionales y la disciplina partidista, si esta estrategia le resultó tan exitosa (hay que recordar que conservó las gubernaturas de Campeche, Colima y Nuevo León, y aunque perdió la de Sonora, reconquistó las de Querétaro y San Luís Potosí, a la par que ganó 184 de 300 distritos uninominales en la elección legislativa federal) y si hoy repetía dicha estrategia, no era extraño que el PAN temeroso de perder en dos años la Presidencia haya puesto todo en el asador para limitar su control en la mayor cantidad de entidades posibles. Para ello tuvo que hacer lo impensable: tratar de sumar fuerzas con el PRD, partido que desconoció al Presidente Felipe Calderón a raíz de su inconformidad con la elección de 2006. Una lección importante debemos sacar de ello: en política no hay enemigos absolutos, como tampoco hay amigos absolutos.

Si el PAN resentía sus errores en las distintas campañas del año pasado, si su permanencia en el gobierno federal por diez años lo había golpeado, si igual había actuado en su contra la crisis económica internacional, la disminución de las reservas petroleras, los costos de una guerra contra el narcotráfico que no parece ir por buen camino, y hasta la emergencia médica por el virus H1N1, lo cierto es también que el PRD sufría como resultado de sus conflictos internos, y de esta forma su dirigencia del ala moderada aceptó el reto. En efecto de siempre en el PRD han convivido fuerzas contradictorias: unas fuerzas radicales e inflexibles, y otras que tienden más a la participación institucional y a la negociación.

Así empezó este 2010 en materia electoral: con el asunto de las coaliciones PAN-PRD las cuales produjeron esperanza en quienes las impulsaron, pero también críticas de parte de algunos militantes y simpatizantes doctrinarios que veían en ellas un mecanismo violador de sus principios partidistas. En especial se dejaron oír las críticas por el lado del PAN de Vicente Fox y de Manuel Espino, y por el lado del PRD de Cuauhtémoc Cárdenas y de Andrés Manuel López Obrador Igualmente este asunto dividió a la élite política en tanto el Secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont, se opuso abiertamente a ellas y llegó a renunciar incluso al PAN porque había testimoniado el 30 de octubre anterior un acuerdo firmado por Beatriz Paredes por el PRI y César Nava por el PAN donde se habían comprometido a impedirlas el año que entra en el caso del Estado de México entre partidos con ideologías encontradas, situación que ciertamente le favorecía al gobernador Enrique Peña Nieto. Al parecer, verbalmente se había sostenido que el gobierno obtendría a cambio de parte de los diputados priistas el apoyo necesario para aprobar la ley de ingresos y el presupuesto de egresos para este año.

Finalmente más allá del debate entre la conveniencia en política del pragmatismo en perjuicio de la identidad, lo más importante es que quedaba en evidencia la nueva cara de la política del Presidente Felipe Calderón el cual sin embargo curiosamente decidió aparecer como ajeno a la estrategia mencionada e incluso no se detuvo en seguir buscando el apoyo del PRI en el Congreso a la serie de iniciativas que le mandó en el pasado periodo de sesiones, con ingenuidad o quizás dispuesto a evidenciar la resistencia de la oposición a las reformas sustanciales que el país necesita. En efecto no se llegaron a acuerdos en ninguna de las iniciativas más importantes que fueron presentadas, entre otras la reforma política, la reforma laboral y la nueva ley de seguridad.

Cabe recordar las características principales de los gobiernos en pugna. Teníamos dos gobiernos panistas: Aguascalientes con un PAN dividido, y Tlaxcala en donde el PRI se había mantenido pujante y el PAN había tenido que afrontar un difícil proceso de selección de su candidata, Adriana Dávila Fernández, la cual finalmente la impuso el CEN como al candidato de Aguascalientes, Martín Orozco Sandoval. Asimismo estaba el gobierno perredista de Zacatecas con un PRD dividido, debido a que el exgobernador Ricardo Monreal Ávila en pleito con la actual gobernadora, Amalia García, se había ido al PT desde donde lanzó la candidatura de su hermano David.

Finalmente estaban los gobiernos priistas cuyo comportamiento electoral parecía estar dependiendo de que fueran por un lado gobiernos impugnados como el de Oaxaca o Puebla, con gobernadores como Ulises Ruiz o Mario Marín identificados con un viejo estilo autoritario de gobernar, o bien entidades con una oposición al PRI muy consolidada como en Sinaloa o Quintana Roo; de que fueran gobiernos con una oposición en desarrollo como en Durango o Hidalgo, o gobiernos fuertes como el de Veracruz pese a que el PRI casi había perdido la última elección estatal en 2004, o los de Tamaulipas o Chihuahua si bien ambos enfrentaban los problemas derivados del crecimiento y pugnas de los cárteles de la droga y el último hubiera sido con anterioridad un estado panista.

Si nos atenemos a las elecciones para gobernador anteriores a la de este 2010, habían estado cerradas las de Oaxaca, Quintana Roo, Sinaloa, Veracruz y Tlaxcala. Era en estas cuatro primeras entidades donde más valía la pena las coaliciones PAN-PRD. Sin embargo, de estos estados sólo fueron posibles en Oaxaca y Sinaloa. Por lógica es ahí donde mejores resultados parecieron estar dando durante las campañas, en Oaxaca con un candidato expriista que se fue al PAN y luego a Convergencia Gavino Cue quien ya había contendido hace seis años por la gubernatura y se quedó a unos pocos puntos de obtenerla, y en Sinaloa con un hasta ayer priista descontento por no haber obtenido la candidatura de su partido, Mario López conocido como Malova un empresario de arrastre.

En Veracruz ni siquiera se buscó la coalición. Dante Delgado dirigente de Convergencia, quien había competido seis años atrás, iba por la revancha y Calderón estaba muy comprometido con Miguel Ángel Yunes, gente de su aliada Elba Esther Gordillo; por lo mismo el PAN apoyó individualmente su candidatura con el sacrificio de Gerardo Buganza el panista que hace seis años casi había ganado la elección, por lo que este último se había ido al PRI debilitando la posibilidad de triunfo de Yunes. Por ello es que en este estado el PAN arremetió su fuerzas contra el gobernador Fidel Herrera, difundiendo grabaciones en donde se evidenciaba el que favorecía a los candidatos del PRI con apoyo de su presupuesto, particularmente a Javier Duarte candidato a gobernador. El PAN repitió por cierto también esta estrategia en Oaxaca en contra del gobernador Ulises Ruiz.

En Quintana Roo la coalición no fue posible por la insistencia del PRD de postular a Gregorio Sánchez Martínez, conocido como Greg, en contra del parecer del gobierno federal el cual mantenía dudas sobre sus antecedentes. Incluso trató de impedir su candidatura a través de apoyar una reforma constitucional estatal de la cual se deprendía que no cumplía con los años necesarios de residencia en la entidad para ser nominado, y no pudiendo lograrlo en tanto la Suprema Corte de Justicia dictaminó a favor de Greg, avaló el que se le dictara acto de formal prisión mediante un expediente cuestionable armado al vapor por lo que fue reemplazado testimonialmente por Gerardo Mora Vallejo. Desde finales de abril, el PAN en todo caso había decidido irse por su cuenta lanzando como su candidata a Alicia Ricalde Magaña.

En Tlaxcala por otra parte, no se buscó la coalición por la circunstancia muy especial que dicha entidad es tripartidista por lo que PAN, PRI y PRD tenían posibilidades de triunfo. Los tres partidos habían pasado por el gobierno estatal, siendo que en ese momento gobernaba el PAN mientras un sexenio atrás lo había hecho el PRD por seis años. Sin embargo la última semana antes de las elecciones, la candidata del PRD Minerva Hernández Ramos se decidió retirar de la contienda a favor de la candidata del PAN ya mencionada.

Esta última coalición PAN-PRD se vino de esta manera a sumar a las que se habían logrado en Durango, Oaxaca, Puebla, Hidalgo y Sinaloa.

Durante los meses previos a las elecciones parecía que dichas coaliciones se estaban logrando con poco éxito en Durango con la nominación de un priista inconforme, José Rosas Aispuro, como en Hidalgo a través de la candidatura independiente de Xóchitl Gálvez Ruiz, mujer de carisma que no parecía concentrar suficiente apoyo ni del PAN casi inexistente en la entidad que sí del expresidente Vicente Fox, ni totalmente de la izquierda que había visto sacrificados a sus propios hombres que buscaban la candidatura, principalmente del PRD a José Guadarrama y del PT a Francisco Javier Berganza.

Así las cosas, salvo en Oaxaca y Sinaloa que ya mencionamos, y en Puebla donde también se llegó a una coalición competitiva, dada la situación de desprestigio del gobierno actual y la buena selección del candidato opositor en la figura de Rafael Moreno Valle, de corte empresarial y moderno, el PRI exhibía estar llevando cómodas ventajas. Las candidaturas más exitosas parecían corresponder a condiciones estructurales para que así fueran, al sistema de partidos, a la historia, los liderazgos y el desempeño de los mismos.

En este análisis no quiero dejar de mencionar los cálculos de los partidos chicos al decidirse por entrar, o no, en alianza con los grandes.

El PT se opuso por influencia de Andrés Manuel López Obrador a las coaliciones PAN-PRD, salvo en el caso de Oaxaca en el que el candidato era su amigo; sin embargo en Hidalgo terminó apoyando también a Xochitl Gálvez. Así fue únicamente con el PRD y Convergencia en Quintana Roo, Veracruz y Tlaxcala. Jugó hasta con el PRI en Chihuahua e independiente con gran empuje en Zacatecas; además, en Durango por su conflicto con el PAN y su tradicional fuerza local lanzó también un candidato aunque terminó apoyando a la coalición; asimismo en Aguascalientes, Puebla y en Tamaulipas también se fue por su cuenta obedeciendo a sus bases. Finalmente en Sinaloa no registró candidato.

El cálculo del Nueva Alianza fue aliarse de forma oportunista para obtener los máximos beneficios. Fue con el PRI en Aguascalientes, Chihuahua, Hidalgo, Quintana Roo, Sinaloa, Tamaulipas y Zacatecas. Fue con el PAN en Puebla, Tlaxcala y Veracruz por la cercanía de los candidatos con Elba Esther Gordillo. Asimismo fue solo en Oaxaca debido a que la opositora a la Maestra, la sección 22, estaba con la coalición PAN-PRD; sin embargo en vísperas de la elección que se dibujaba cerrada no resultó extraño que su candidata, Irma Piñeiro, renunciara a favor de la coalición mientras que la maquinaria del partido se pronunció a favor del PRI.

Las encuestas desde siempre indicaron que el PRI podía ganar Tlaxcala y sobre todo Aguascalientes y Zacatecas, dos estados donde demostraba llevar una buena delantera. Por una parte en Tlaxcala el PAN gobernaba, pero el que se había fortalecido no era dicho partido sino el gobernador Héctor Ortiz Ortiz quien no había perdido del todo sus vínculos con el PRI, su partido de origen. Además el proceso interno de selección de candidato panista había dejado un divisionismo que capitalizaba Mariano González Zarur por segunda vez abanderado priista a la gubernatura. Por otra parte, en Aguascalientes el gobernador panista Luis Armando Reynoso estaba en pleito con su partido desde hace varios años y en especial con el dirigente César Nava Vázquez por no haber podido designar a su favorito para la contienda, al grado de que había tratado de evitar el registro del candidato del PAN. Aquí también los priistas sacaban ventaja. Por último, el caso de Zacatecas no difería mucho, como ya lo señalé, pero esta vez era el PRD en el poder el partido escindido por lo que esta contienda enfrentaba a cuatro partidos como situación excepcional en México: el PT como se dijo con David Monreal Ávila, el PRD con Antonio Mejía Haro, el PAN con Cuauhtémoc Calderón Reyes y el PRI con Miguel Alonso Reyes.

Sobre los resultados de los comicios
Finalmente los resultados de las elecciones dieron sin sorpresa el triunfo al PRI en esas tres entidades Aguascalientes, Tlaxcala y Zacatecas. Además este partido obtuvo triunfos contundentes en Chihuahua, Quintana Roo y Tamaulipas (en donde a menos de una semana de la elección fue asesinado por el crimen organizado el candidato del PRI Rodolfo Torre Cantú, el cual fue reemplazado por su hermano Egidio) y triunfos inesperadamente cerrados en Durango, Hidalgo y Veracruz, estados en que todavía se esperan impugnaciones sobre todo en Veracruz por su importancia. Esos triunfos cerrados fueron la sorpresa, que no tanto el que las coaliciones ganaran en Oaxaca, Puebla y Sinaloa, si bien se había anunciado que se daban por servidos con un solo triunfo.

Con esta situación el panorama es distinto al que algunos temían a principios de años. Acertadamente los estudios han coincido en señalar que la jornada refleja que todas las fuerzas y los involucrados ganaron y perdieron. Sin embargo un análisis más puntual conduce a una lectura más compleja.

En efecto el PRI se queda con el mismo número de estados gobernados, sin embargo las entidades que gana son menos relevantes a nivel de población y presupuesto manejado que aquellas que pierde. De hecho en los estados en los que triunfa gana una población gobernada de tres y medio millones de habitantes, pero en los que es derrotado deja de gobernar a casi once y medio millones de personas. Asimismo en términos de recursos gana más de 32 mil millones de pesos, pero pierde poco más de 97 mil millones.

En este sentido el PAN y el PRD se pueden congratular que las alianzas funcionaron, porque nadie puede negar que éstas funcionaron, pero se adelantan los que en su interior creen que ello se va a traducir con seguridad en una mejor posición para ellos en el 2012. Lo sostengo en primer lugar conforme a las experiencias recientes de que los gobernadores de origen priista que han llegado por otros partidos al poder han demostrado que en su sucesión suelen apoyar a los candidatos del PRI. Tal fue el caso del mismo Aguascalientes y en menor medida de Tlaxcala, además de San Luís Potosí en el 2009.Y sucede que los candidatos ganadores por las alianzas en Oaxaca, Puebla y Sinaloa por su trayectoria política precisamente representan intereses que no son ni los del PAN o los del PRD.

Gavino Cue fue funcionario estatal en el gobierno del PRI de Diódoro Carrasco, luego presidente municipal de la capital por el PAN; hace seis años como dije había sido ya candidato a gobernador por una alianza similar a la de este 2010, posteriormente se acercó a López Obrador y se convirtió en senador por la Alianza por el Bien de Todos. Rafael Moreno Valle, nieto de un exgobernador de la entidad, fue también del PRI y se conoce por su cercanía con la Maestra Gordillo, por lo que tras ella abandonó este partido y se fue al PAN. Por último Malova era senador del PRI como el candidato perdedor Jesús Viscarra; su escisión es un pleito entre camarillas políticas de priistas por la gubernatura.

Las preguntas siguientes a responder son: ¿Qué ganó y qué perdió el PAN en estas últimas elecciones, en particular con las alianzas? ¿Qué el PRD? ¿Qué demuestran las pasadas elecciones sobre nuestro sistema político?

A mí me parece que el PAN objetivamente ganó bien poco y perdió Aguascalientes y Tlaxcala. Sin la alianza con la izquierda ciertamente no hubiera podido ganar Oaxaca, pero en Puebla y sobretodo en Sinaloa me cuestiono si necesitaba del PRD. Lo anterior va a quedar más claro con el estudio de la evolución del voto en la entidad. Curiosamente las correlaciones políticas me apuntan a que puede llegar a ser más influyente en Oaxaca precisamente. En Puebla es probable que el peso mayor lo tenga la poderosa lidereza del SNTE y en Sinaloa que el nuevo gobernador sea bastante independiente.

Ahora bien, lo que el PAN ciertamente ganó es el sentir público que se había perdido en 2009 de que todavía cuenta para la próxima contienda presidencial. Este nuevo reposicionamiento lo ha sabido explotar muy bien el gobierno federal fortaleciendo al Presidente Calderón, en especial dentro de su partido frente a sus miembros más doctrinarios (al grado que renunció su Secretario de Gobernación), a la par que el PRI ha sabido explotar poco su ventaja en los medios. En este sentido todos hemos ganado por el daño que hubiera podido representar para el sistema en su conjunto el tener un mandatario absolutamente debilitado.

Analizar el balance para el PRD es complicado porque no es una unidad. Pese a la pérdida lamentable de Zacatecas para este partido, uno de los bastiones de la izquierda, su ala moderada es la que más gana sobre todo frente a las tribus radicales. Finalmente fue Manuel Camacho el promotor de las alianzas, y es él junto con el líder del partido, Jesús Ortega y Marcelo Ebrard que los apoyó quienes resultan más beneficiados, tan beneficiados que me parece que en su afán antipriista al apoyar las alianzas, más que trabajar para él Calderón trabajó para ellos. De todas maneras no se han sacudido a López Obrador. Los dados están en el aire.

Digo que el PRI ha sabido explotar poco su ventaja en los medios porque sorprendido por los resultados electorales que no esperaba se ha limitado a declarar que sigue siendo la primera fuerza del país pero no ha señalado suficientemente que su voto duro sigue ahí, que tuvieron que unirse varios partidos para hacerle frente y sobre todo que ellos no son el regreso al pasado porque los tiempos son otros. El PRI mantuvo así su votación en casi todos los estados incluso en Sinaloa que perdió, y además en las entidades que conquistó la aumentó considerablemente como lo hizo en Veracruz y Quintana Roo que ganó. Una excepción es tan sólo quizás Durango.

Hoy el PRI cuenta con la ventaja que al no haber obtenido el carro completo, la lucha por la postulación de su abanderado en la contienda de 2012 puede llegar a ser menos encarnizada de lo que hubiera sido si todo apuntaba a un triunfo seguro en ella, y puede ser que ello los mantenga más unidos de suerte que eviten repetir el error de la candidatura de Madrazo en el 2006. La estrategia de la dirigencia de haber apoyado indiscutiblemente para las elecciones pasadas a los candidatos de los gobernadores, como lo hizo en el 2009, demostró tener su límite cuando se dejan atrás figuras más preparadas y adecuadas a una realidad competitiva.

Pero lo que parece que no se entendió desde el PRI es lo que esta tesis precisamente sostiene: que la gente vota distinto según el tipo de elección, que el año pasado la elección federal arrastró a las elecciones estatales y que las cifras de la evolución del voto en las elecciones para gobernador en los estados que se iban a llevar a cabo este año demostraban que el PRI podía perder en algunos, sobre todo si había coaliciones. Los priistas tenían que haber trabajado para postular a los mejores, en el entendido que la gran maquinaria de su partido no era invencible.

Manejo estadístico de las cifras electorales
Los resultados que presento a continuación fueron tomados el martes 13 de julio de las páginas de los distintos institutos electorales estatales. Algunos son cómputos finales, otros son cifras de los programas de resultados electorales preliminares con avances muy significativos, pero no son datos oficiales. Sin embargo, por la manera en que en este trabajo analizo la información ya pueden servir para concluir sobre las tendencias de distribución del voto.

Elección para gobernador, Aguascalientes, 2010
Partido o coalición
(candidato) Votos Porcentaje
PAN
(Martín Orozco Sandoval) 172,136 42.64
PRI-PVEM-NA
(Carlos Lozano de la Torre) 191,698 47.48
PRD- Converg.
(Nora Rubalcaba Gámez) 17,412 4.31
PT
(J. Jesús Rangel de la Lira) 10,635 2.63
No registrados 821 0.20
Nulos 11,028 2.73
Totales 403,730 100
Fuente: PREP con 100% de los votos computados, IEE de Aguascalientes



Elección para gobernador, Chihuahua, 2010
Partido o coalición
(candidato) Votos Porcentaje
PAN
(Carlo Borruel Baquera) 423,409 39.14
PRI-PVEM-NA-PT
(César Duarte Jáquez) 600,345 55.49
PRD
((Luis Adolfo Orozco Orozco) 21,607 2.00
No registrados 1,165 0.11
Nulos 35,299 3.36
Totales 1,081,825 100
Fuente: Cómputo oficial, IEE de Chihuahua

Elección para gobernador, Durango, 2010
Partido o coalición
(candidato) Votos Porcentaje
PAN-PRD-Converg.
(José Rosas Aispuro) 272,368 44.64
PRI
(Jorge Herrera Caldera) 283,794 46.52
PT
(Gabino Martínez Guzmán) 24,971 4.09
PVEM 5,353 0.88
PD 3,466 0.57
No registrados 865 0.14
Nulos 19,288 3.16
Totales 610,105 100
Fuente: PREP, IEE de Durango

Elección para gobernador, Hidalgo, 2010
Partido o coalición
(candidato) Votos Porcentaje
PAN-PRD-Converg.
(Xóchitl Gálvez Ruiz) 396,561 45.13
PRI-PVEM-NA
(Francisco Olvera Ruiz) 441,571 50.25
PT 2,527 0.29
No registrados y nulos 38,127 4.33
Totales 878,786 100
Fuente: PREP, 99.70% del cómputo, IEE de Hidalgo

Elección para gobernador, Oaxaca, 2010
Partido o coalición
(candidato) Votos Porcentaje
PAN-PRD-Converg.-PT
(Gabino Cue Monteagudo) 733,783 50.11
PRI-PVEM
(Eviel Pérez Magaña) 613,651 41.91
Partido Unidad Popular
(María de los Ángeles Abad Santibañez) 48,972 3.34
NA
(Irma Piñeyro Arias) 20,178 1.38
No registrados 535 0.04
Nulos 47,118 3.22
Totales 1,464,237 100
Fuente: Cómputo oficial, IEE de Oaxaca

Elección para gobernador, Puebla, 2010
Partido o colición
(candidato) Votos Porhcentaje
PAN-PRD-Converg.-NA
(Rafael Moreno Valle) 1,111,318 50.42
PRI-PVEM
(Javier López Zavala) 883,285 40.08
PT
(Armando Etcheverry Beltrán) 123,634 5.61
No registrados 1,530 0.07
Nulos 84,101 3.82
Totales 2,203,868 100
Fuente: Cómputo final, IEE de Puebla

Elección para gobernador, Quintana Roo, 2010
Partido o coalición (candidato) Votos Porcentaje
PAN
(Alicia Ricalde Magaña) 54,277 15.43
PRI-PVEM-NA
(Roberto Borge Angulo) 184,398 52.42
PRD-Converg.-PT
(Gerardo Mora Vallejo) 92,130 26.19
Nulos 20,947 5.96
Totales 351,752 100
Fuente: PREP, 93.25% del cómputo, IEQROO
Elección para gobernador, Sinaloa, 2010
Partido o coalición
(candidato) Votos Porcentaje
PAN-PRD-Converg.
(Mario López Valdéz) 576,431 51.84
PRI-PVEM-NA
(Jesús Vizcarra Calderón) 515,483 46.36
No registrados 2,422 0.22
Nulos 17,555 1.58
Totales 1,111,891 100
Fuente: Cómputo estatal, IE de Sinaloa

Elección para gobernador, Tamaulipas, 2010
Partido o coalición
(candidato) Votos Porcentaje
PAN
(José Julián Sacramento Garza) 339,535 30.82
PRI-PVEM-NA
(Egidio Torre Cantú) 678,521 61.59
PRD
(Julio Almanza Armas) 31,361 2.84
PT
(Armando Vera García) 13,208 1.20
Converg.
(Alfonso de León Perales) 12,336 1.12
Nulos 26,737 2.43
Totales 1,101,698 100
Fuente: Cómputo oficial, IETAM

Elección para gobernador, Tlaxcala, 2010
Partido o coalición
(candidato) Votos Porcentaje
PAN-NA
(Adriana Dávila Fernández) 193,689 38.67
PRI-PVEM
(Mariano González Zarur) 231,631 46.47
PRD-Converg.-PT-Nulos
(Minerva Hernández Ramos) X 14.86
Totales X 100
Fuente: Resultados finales, IET

Elección para gobernador, Veracruz, 2010
Partido o coalición
(candidato) Votos Porcentaje
PAN-NA
(Miguel Ángel Yunes Linares) 1,030,884 40.57
PRI-PVEM-PRV
(Javier Duarte de Ochoa) 1,104,763 43.48
PRD-Converg.-PT
(Dante Delgado Rannauro) 336,427 13.24
No registrados 1,272 0.05
Nulos 67,557 2.66
Totales 2,540,903 100
Fuente: PREP, 96.07% del cómputo, IEV

Elección para gobernador, Zacatecas, 2010
Partido o coalición
(candidato) Votos Porcentaje
PAN
(Cuauhtémoc Calderón Galván) 107,457 17.07
PRI-PVEM
(Miguel Alonso Reyes) 271,312 43.11
PRD-Converg.
(Antonio Mejía Haro) 145,301 23.09
PT
(David Monreal Ávila) 88,136 14.00
No registrados y nulos 17,127 2.73
Totales 629,333 100
Fuente: PREP, 95.65% del cómputo oficial, IEE de Zacatecas

Cabe señalar que decidí limitar el análisis de las cifras que arrojan las elecciones estatales pasadas al cálculo del número de partidos según el índice de Laakso y Taagepera, del índice de Rae, de la diferencia de votación entre los dos primeros partidos (cálculo que ciertamente se deforma por las cinco coaliciones PAN-PRD que se formaron), de la volatilidad, del abstencionismo y de la escisión del voto entre esta elección y la presidencial de 2006. Presento a continuación los doce estados con éstos índices en las elecciones para gobernador desde el sexenio de Salinas.
Índice de Laakso y Taagepera, elecciones para gobernador por sexenio
Estado Salinas Zedillo Fox Calderón
(2007-2010)
Aguascalientes 1.69 2.31 2.18 2.30
Chihuahua 2.18 2.30 2.10 2.02
Durango 2.46 3.29 2.45 2.70
Hidalgo 1.52 2.44 2.47 2.45
Oaxaca 1.72 2.56 2.57 2.73
Puebla 1.88 2.44 2.45 2.58
Quintana Roo 1.10 2.79 2.84 2.41
Sinaloa 2.13 2.73 2.25 2.18
Tamaulipas 2.07 2.51 2.20 2.00
Tlaxcala 1.35 2.38 2.98 2.58
Veracruz 1.91 2.86 2.98 2.55
Zacatecas 1.90 2.77 2.71 3.29
Promedio sexenio 1.99 2.55 2.49 2.41


Índice de Rae, elecciones para gobernador por sexenio
Estado Salinas Zedillo Fox Calderón
(2007-2010)
Aguascalientes 0.41 0.57 0.54 0.56
Chihuahua 0.54 0.57 0.52 0.51
Durango 0.59 0.70 0.59 0.63
Hidalgo 0.34 0.59 0.59 0.59
Oaxaca 0.42 0.61 0.61 0.63
Puebla 0.47 0.59 0.59 0.61
Quintana Roo 0.09 0.64 0.65 0.58
Sinaloa 0.53 0.63 0.56 0.54
Tamaulipas 0.52 0.60 0.55 0.50
Tlaxcala 0.26 0.58 0.66 0.61
Veracruz 0.48 0.65 0.66 0.61
Zacatecas 0.47 0.64 0.63 0.70
Promedio sexenio 0.48 0.60 0.59 0.58


Diferencia entre primer y segundo lugar, elecciones para gobernador por sexenio
Estado Salinas Zedillo Fox Calderón
(2007-2010)
Aguascalientes 54.57 15.08 20.42 4.99
Chihuahua 6.82 8.11 20.29 16.93
Durango 18.66 9.56 21.74 13.06
Hidalgo 72.94 21.44 23.36 18.67
Oaxaca 63.99 11.39 13.38 2.82
Puebla 53.27 25.84 14.16 3.62
Quintana Roo 92.46 8.30 6.04 27.89
Sinaloa 22.81 14.77 1.27 1.15
Tamaulipas 50.31 28.30 26.72 31.54
Tlaxcala 78.80 2.27 0.95 7.80
Veracruz 54.77 21.82 0.96 2.99
Zacatecas 57.14 5.58 13.27 20.59
Promedio sexenio 39.55 11.58 12.06 9.71
Nota: En sombreado aparecen los casos en los cuales en la elección para gobernador hubo una coalición de dos partidos grandes, por lo cual su votación se desglosó conforme a la metodología de este trabajo. El cálculo de la deferencia de votación de los dos primeros lugares corresponde a la diferencia de votación adjudicada a los partidos no a la coalición.

Volatilidad, elecciones para gobernador por sexenio
Estado Salinas Zedillo Fox Calderón
(2007-2010)
Aguascalientes 0.07 0.38 0.04 0.15
Chihuahua 0.16 0.10 0.07 0.03
Durango 0.07 0.17 0.18 0.06
Hidalgo 0.11 0.34 0.20 0.04
Oaxaca 0.12 0.33 0.02 0.06
Puebla 0.11 0.17 0.10 0.10
Quintana Roo 0.02 0.51 0.05 0.14
Sinaloa 0.10 0.14 0.14 0.02
Tamaulipas 0.19 0.17 0.12 0.04
Tlaxcala 0.07 0.45 0.27 0.14
Veracruz 0.17 0.27 0.19 0.16
Zacatecas 0.24 0.31 0.05 0.24
Promedio sexenio 0.19 0.24 0.12 0.10
Nota: En los casos que aparecen en sombreado, debido a las coaliciones entre dos partidos grandes y el que conforme a la metodología de este trabajo se desgloza su votación con un criterio histórico, se debe considerar que se deforma el cálculo de la volatilidad.

Abstencionismo, elecciones para gobernador por sexenio
Estado Salinas Zedillo Fox Calderón
(2007-2010)
Aguascalientes 40.85 32.49 48.57 45.40
Chihuahua 37.78 43.09 55.80 64.02
Durango 45.10 43.41 50.22 47.90
Hidalgo 60.54 48.53 54.88 52.25
Oaxaca 40.05 50.77 50.63 44.10
Puebla 60.53 44.56 44.82 Xx
Quintana Roo 55.52 42.54 44.00 46.51
Sinaloa 45.09 52.45 44.87 41.71
Tamaulipas 57.67 57.43 51.76 52.49
Tlaxcala 38.90 63.18 63.66 Xx
Veracruz 54.28 49.63 40.12 42.50
Zacatecas 45.08 35.85 47.37 41.98
Promedio sexenio 44.40 43.35 46.35 45.03

Escisión, elecciones para gobernador por sexenio
Estado Salinas Zedillo Fox Calderón
(2007-2010)
Aguascalientes 0.26 0.16 0.04 0.25
Chihuahua 0.16 0.14 0.16 0.27
Durango 0.24 0.14 0.11 0.23
Hidalgo 0.22 0.14 0.23 0.27
Oaxaca 0.20 0.09 0.17 0.13
Puebla 0.13 0.54 0.13 0.26
Quintana Roo 0.32 0.23 0.26 0.28
Sinaloa 0.08 0.06 0.22 0.30
Tamaulipas 0.20 0.07 0.21 0.36
Tlaxcala 0.27 0.31 0.05 0.35
Veracruz 0.20 0.11 0.10 0.25
Zacatecas 0.09 0.35 0.25 0.29
Promedio sexenio 0.21 0.16 0.15 0.26

Los cuadros anteriores demuestran las tendencias del voto expresadas en esta investigación. Por lo que se refiere al número de partidos estatales, la gran mayoría de las entidades que acaban de tener elecciones para gobernador tienen dos partidos y medio, exceptuando Chihuahua con dos y Zacatecas con más de tres. Igualmente se sigue confirmando la tendencia de que en México, tras la apertura política que terminó con la hegemonía priista, tienden a reducirse en general los sistemas de partido estatales. En efecto en lo que va del sexenio el promedio pasó de 2.49 con Fox a 2.41. Cabe sin embargo considerar que antes de estas últimas elecciones el promedio era de 2.31.

Lo anterior quiere decir que en algunas de estas elecciones sí aumentó el número de partidos. Pequeños aumentos tuvieron los estados de Aguascalientes, Oaxaca y Puebla de alrededor de .15. Más importante fue el de Durango de .25 y sobre todo el de Zacatecas de .58. Son entidades en que los partidos en el gobierno estatal perdieron, salvo el caso de Durango en que la elección fue cerrada, mas no sucedió lo mismo en Veracruz o Hidalgo. Además en Sinaloa y Tlaxcala, en donde también habrá alternancia, disminuyó el número de partidos. Se confirma así la tesis de que alternancia y movimiento del voto son dos cuestiones diferentes.

Por lo que toca a la competitividad, ciertamente resulta en parte difícil interpretar esta información por la presencia de las coaliciones entre dos partidos grandes; en estos casos lo que se considera es el porcentaje de votación adjudicado al partido. Aclarado lo anterior se mantiene como se expresa en este libro el que no son tanto los niveles de competitividad los que han aumentado, sino que existe una tendencia a que disminuya el porcentaje del partido con mayor votación sobre el que está en segundo lugar. Destacan sin embargo, contrariamente a esta tendencia, estados donde el PRI se reposiciona sobre la competencia como el caso de Tamaulipas y sobre todo el de Quintana Roo, dos lugares en donde hubieron serios problemas en las campañas: el asesinato de un candidato en el primer caso y en el segundo el encarcelamiento de otro. En Quintana Roo el asunto es bastante serio para una oposición al PRI que había venido creciendo.

Sobre la volatilidad había yo sostenido que en las elecciones para gobernador los movimientos del voto en principio ya se habían estabilizado, o presentaban señales de estabilización. Esto sigue siendo cierto, ya que en casi todos los estados donde se llevaron a cabo elecciones la tendencia del voto fue a su estabilización; así tomándolas en cuenta, el índice promedio en este sexenio se ha mantenido en 0.10 contra 0.12 que tuvo durante la época de Fox. De doce estados sólo en uno que es Zacatecas el movimiento del voto es significativo, mientras que en siete su expresión es baja o mínima. Como en Zacatecas, las entidades que no están en este rango son las otras dos que recupera el PRI: Aguascalientes y Tlaxcala. En los estados que pierde el PRI, sólo Sinaloa tiene una volatilidad media.

Sobre el abstencionismo cabe señalar que en tanto las elecciones para gobernador de 2009 coincidieron con la elección federal legislativa intermedia lo cual pudo hacerlas más concurridas, no sorprende que el promedio del índice del sexenio del año pasado a ahora haya aumentado cuatro puntos. De hecho el abstencionismo en las elecciones para gobernador se ha mantenido bastante constante, alrededor de 45%. Es más, tomando en cuenta que se calcula a partir de la lista nominal de electores cada vez más inflada por falta de actualización, puede suponerse que existe más interés ciudadano por participar en estos procesos que el que muchos reconocen; incluso en Tamaulipas donde se esperaba que la gente no fuera a votar por el clima de violencia, la participación se mantuvo. Sobre este punto asimismo, resulta interesante hacer notar que en los estados en donde hubo alternancia el abstencionismo bajó sensiblemente.

El índice de escisión por su parte vuelve a demostrar, incluso de manera más evidente, lo que se sostuvo en el libro sobre que las preferencias partidistas en las elecciones para gobernador durante este sexenio difieren mucho de las que se manifestaron en la elección presidencial de 2006. La interpretación parece ser la misma: el voto a favor del PRI se ha repuesto y todo indica por el momento que la elección de 2006 fue una elección desviada.

Consideraciones finales
La mayoría de los analistas de las elecciones electorales pasadas se han detenido en revisar quiénes ganan y quiénes pierden con sus resultados, qué ganan y qué pierden; también se han centrado en apuntar la importancia que tuvieron las coaliciones para que nuestra democracia no tuviera un revés. Yo también lo he hecho. Pero además, quise hacer notar que dado el nuevo sistema político que se ha construido en este país de forma sólida no había motivo para que las coaliciones no funcionaran. Según lo que indicaban las tendencias del voto, desde luego podían funcionar en varias entidades; incluso, como he señalado, sin coaliciones el PAN sobre todo en Sinaloa y a lo mejor en Puebla pudo haber ganado sólo. El gran protagonista de estas elecciones no son las coaliciones sino nuestro sistema político con sus características, como es la importancia de las escisiones para desencadenar movimientos del voto.

Las coaliciones son producto de la estrategia de los partidos de oposición que las conformaron en ciertas entidades por combatir el avance democrático desigual en el país, que en esta investigación señalamos. Su éxito se sustenta en la evolución del voto a lo largo de un tiempo que convirtió al país en competitivo y esencialmente tripartidista. Las coaliciones triunfan en tres estados sin que hayan habido cambios profundos en las tendencias partidistas. De hecho son éstos mayores en las entidades que el PRI recupera; sin embargo no parecen ser estas elecciones realmente elecciones críticas.

Ahora bien, estas elecciones igualmente demuestran que no termina por prevalecer en México una legalidad que convenza, porque la alternancia no ha asegurado la erradicación total de características de sistemas no democráticos, fundamentalmente la desconfianza en las instituciones en general incluidas aquellas que organizan los comicios, y a todos los niveles la inclinación del ejecutivo a favor del partido gobernante sea éste del color que sea a través del desvío de dinero o del ejercicio del poder, como son la puesta en marcha de las políticas públicas y su difusión. Hoy por hoy tenemos un país más democrático que en tiempos de la hegemonía de un único partido, pero también un Estado más débil y más ineficiente que no ha cambiado de forma incuestionable la manera de hacer las cosas, razón por la cual nuestra democracia es gris y de poca calidad. Este es el peligro, no el regreso del PRI a los Pinos.

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