martes, 12 de julio de 2011

Elecciones estatales 2011

Los comicios que se celebraron el pasado 3 de julio en el Estado de México, en Coahuila y en Nayarit para elegir gobernador, en las dos últimas entidades para renovar los Congresos locales e igualmente en Nayarit las presidencias municipales, como sucedió en Hidalgo, han producido varias impresiones equivocadas o que al menos vale la pena matizar.

La elección más sonada fue la del Estado de México principalmente por la importancia en tamaño de su lista nominal de electores de frente a la contienda federal de 2012 en la que además el gobernador del lugar Enrique Peña Nieto se dibuja como el precandidato más fuerte del Partido Revolucionario Institucional. Es cierto: el que este partido ganara con una amplia ventaja, como de hecho lo hizo, era un importante requisito para lograr su nominación. Sin embargo ello no quiere decir ni que ya sea inevitable que Peña Nieto se presente por el PRI a la próxima elección presidencial, ni menos que el PRI vaya a regresar inexorablemente a los Pinos.

Los resultados que logró el priismo mexiquense rebasan la habilidad política del gobernador del estado. Otra historia hubiera sido si el PAN y el PRD se hubieran puesto de acuerdo para ir en coalición. Como dice Cuauhtémoc Cárdenas, aún así no es seguro que hubiera ganado la oposición pero al menos la jornada hubiera sido más competitiva: el PRI no hubiera ganado con más de cuarenta puntos de ventaja y el PAN no se hubiera desplomado a menos del 13 por ciento de la votación. Las negociaciones para una coalición abortaron por la oposición vehemente a tal política de Andrés Manuel López Obrador quien amenazó de ir con Alejandro Encinas sólo con el PT y Convergencia, lo cual según ciertos analistas le hubiera quitado al PRD un 40% de su votación. So peligro de escindirse, la fracción moderada y aliancista tuvo que ceder, lo cual a todas luces no significó que realmente operara su maquinaria a favor de su candidato. El PAN por su parte no contaba con un plan B ni con un candidato más idóneo que Luis Felipe Bravo Mena. Es de suponerse que su votación se sintió de tan mala candidatura; parte de sus simpatizantes votaron PRI o contribuyeron a aumentar a casi 4% el voto nulo y el abstencionismo a más del 56%.

Lo que sí se le debe reconocer a Peña Nieto fue la habilidad que demostró al favorecer la candidatura del PRI de Eruviel Ávila, el más independiente de los precandidatos que había, y que hubiera sido pieza fácil para construir una coalición opositora viable a la que podría haberse sumado un priisimo del Valle de México descontento por el predominio del grupo Atlacomulco en el caso de que la balanza se hubiera inclinado, como muchos suponíamos, por su pariente Alfredo del Mazo Maza.

Enrique Peña Nieto queda fortalecido por los resultados obtenidos y ya se apresta a la carrera presidencial. En su partido, sin embargo, se siguen oyendo voces de otros precandidatos como Manlio Fabio Beltrones quien ha logrado dejar atrás los rumores de ciertos vínculos con el crimen organizado que injustificadamente le señalaban, para representar una opción menos carismática pero también ganadora según los sondeos de opinión y caracterizada por propuestas concretas. Peña Nieto se encuentra en mejor posición, pero en un peligroso primer lugar.

Ahora bien, por lo que se refiere a si los triunfos del PRI anuncian la victoria que va a tener en el 2012 cabe señalar que el comportamiento electoral difiere según el tipo de elección y que los resultados de las elecciones estatales son producto de las relaciones regionales de los grupos de poder, los cuales se recomponen en elecciones federales.

Además, si observamos en detalle los resultados electorales de este julio el PRI ganó con menos contundencia en Coahuila y sobre todo en Nayarit en donde con su candidato Roberto Sandoval tan sólo aventajó a la candidata del PAN, Martha Elena García, por siete puntos porcentuales y además perdió contra ese partido cuatro de 18 distritos en la elección de diputados y ocho de 20 ayuntamientos. Pero aún en Coahuila, en donde con Rubén Moreira casi duplicó la votación del panismo, lo dejó alcanzar un poco más del tercio de los votos en un avance histórico que ha sido sistemático en la entidad. Por otra parte, en Hidalgo también se produjo una fragmentación partidista tal que el PRI únicamente ganó la mitad de las presidencias municipales (42 de 84).

O sea el PRI sigue perdiendo elecciones como puede perder la presidencial de 2012. Para no ir muy lejos a comienzo de este mismo año no pudo reconquistar ni el gobierno de Guerrero, ni el de Baja California Sur. En Guerrero sufrió una escisión en la figura del exgobernador del PRI Ángel Aguirre con el cual el PRD pudo conservar el poder, y en Baja California Sur no aprovechó el divisionismo al interior del PRD como lo hizo el PAN, partido que ganó la elección con un perredista inconforme, Marcos Alberto Covarrubias, porque no obtuvo la candidatura de su partido.

Mejores pruebas son aún los resultados de las contiendas de Oaxaca, Puebla y Sinaloa, de 2010, en donde las coaliciones PAN y PRD demostraron la eficiencia suficiente como para dejar atrás los gobiernos priistas.

En suma los resultados electorales recientes no presagian el regreso del PRI, ni tampoco significan una involución de la democracia. Las democracias no se debilitan porque un partido gane con amplio margen. Sin embargo sí se debilitan, y ese es el verdadero problema que tenemos en el país, por carecer de autoridades electorales verdaderamente imparciales, por elecciones inequitativas y por la compra del voto.

Nuestras autoridades electorales nunca han estado totalmente ciudadanizadas. Todas y siempre, con menor y mayor recato, han obedecido a intereses. Sin embargo los votos hoy se cuentan, se cuentan bien y eso es por lo menos un avance. En este sentido es inadmisible regresar a la vieja cultura de reclamar fraude cuando los resultados no gustan.

Por último lo que más hay que combatir, a mi juicio, es que los gobiernos todos de todos los colores partidistas siguen interviniendo en los procesos electorales, todos hacen guerras sucias en la medida de sus posibilidades, todos recurren al clientelismo. Son prácticas que no han desaparecido y no que hoy regresan.

En esta realidad gris en la que nos encontramos, se ha construido una nueva realidad. Ello no quiere decir que el avance democrático no pueda refundar hegemonías.

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