viernes, 17 de junio de 2011

La estrategia electoral del PAN y del gobierno federal

Felipe Calderón está desesperado, de eso no hay la menor duda, y actúa como un hombre desesperado: improvisa, se contradice, se equivoca, se enoja, vocifera; lo malo es que es Presidente de México y todavía por año y medio. Creo que lo más probable es que serán los peores de su vida, hasta ahora. Esperemos que no salgan dañadas las frágiles instituciones democráticas de este país. Ya bastante daño nos ha hecho con su grandioso deseo de combatir frontalmente la violencia en el país.

En este análisis, cabe distinguir que son dos los retos que enfrenta desde su perspectiva: lograr imponer su candidato presidencial al PAN, partido cuyo dirigente actual Gustavo Madero no es un hombre suyo, y asegurar el triunfo de su partido en la contienda correspondiente. Sí, el cómo va a gobernar durante estos largos 18 meses, es la última de sus preocupaciones. Calderón está en lo electoral.

En la medida que nuestro presidente se debilita, porque las cifras son elocuentes, se ha debilitado, crece la posibilidad de no poder imponer al candidato panista para el 2012. A todas luces quiere a Ernesto Cordero, pero ni su gabinete se le cuadra. Junto a un destape como el de Alonso Lujambio, siguen pujando los panistas que no están bajo su control, Santiago Creel y Josefina Mota a la cabeza. La fuerza de estos últimos crecerá con la vergonzosa derrota que sufrirá el PAN en el Estado de México. Ciertamente no se preparó Calderón para un plan B, si no había coalición con el PRD. El resultado de las coaliciones estatales del 2010 lo entusiasmaron. Ni siquiera leyó las cifras de que, aún con coalición, ganaba el PRI. Hasta hoy busca infructuosamente la estrategia de conseguir un honorable segundo lugar.

Bien haría Calderón de ceder a su partido la candidatura presidencial y de apoyarla como lo hizo Fox. Porque esa estrategia la sumaría posibilidades de ganar en el 2012 a su partido, de frente a la ya casi segura candidatura de Enrique Peña Nieto. Quizás y remotamente quizás sólo así se podría repetir la hazaña panista del 2006, a pesar de que esta vez el PRI ha demostrado una unidad que no tuvo con la imposición de la candidatura de Madrazo.

Al respecto, que el PAN pudiera ganar la lucha presidencial que se avecina sí lo creo, porque no debemos olvidar varios elementos: uno, el comportamiento del voto difiere en elecciones presidenciales por lo que el triunfo del PRI en las contiendas estatales durante este sexenio y en el 2009 no tiene inevitablemente que repetirse; dos, siguiendo las tendencias electorales el PAN en el peor de los casos sólo tendría que remontar diez puntos, lo cual es factible hacer en una contienda presidencial cuando ya el PAN defina su candidato y empiece a apoyarlo (cabe entender que hoy por hoy está retrasado respecto a los otros partidos); tres, que la disciplina priísta puede perderse en cualquier momento (de que vieran a su candidato peligrar en la lucha presidencial, los gobernadores del PRI tendrían pocos incentivos para no mantenerse al margen o incluso secretamente pactar con el candidato panista y aún perredista que estuviera a la cabeza).

Creo que Calderón no tiene la salud que se requiere para enfrentar la pérdida de un poder como es el presidencial en México. Peor será su situación si se cumple su peor pesadilla de entregar la banda presidencial a un priísta. Esperemos que eso lo motive para construir la posibilidad de elecciones más competitivas de las que se auguran. Todos saldríamos ganando, hasta los analistas políticos los cuales tendríamos más materia de estudio.

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