Me pregunto si el
gobierno actual en su insistencia de que la reforma energética sea aprobada
este año y con ella se precipite también la reforma política no está cayendo en
una necedad, como lo fue en otro terreno la política de combate al narcotráfico
que caracterizó al sexenio pasado. No hay razón convincente que se haya
expresado que me confirme la necesidad de tamaña prisa, y del costo que se está
pagando por ello. En efecto en su insuficiente discusión, por más que se niegue,
ha levantado de la mesa de discusiones al ala moderada del PRD, a pesar del
resultado de su último Congreso Nacional llevado a cabo en Oaxtepec el fin de
semana antepasado, en una posición que conviene primero explorar para después
hacer una apreciación de esta coyuntura, además de realizar algunos
pronósticos.
La dirigencia del PRD, no menos que la del
PAN, había venido aplicándose en un juego muy difícil de oposición leal al
gobierno con el peligro de ser rebasada por la izquierda radical y los
lopezobraduristas. En este sentido tuvo un rol importante Cuauhtémoc Cárdenas y
su férrea condena de una posible reforma energética que privatice mínimamente a
PEMEX. Las circunstancias se volvieron estructuralmente imposibles para la
permanencia de este partido en el acuerdo firmado hace un año, porque a pesar
de su frustración por la aprobación de la reforma hacendaria los panistas se
mostraron dispuestos a determinar la aprobación de la reforma energética a
cambio de una reforma política aún disminuida en pretensiones. En este contexto
es que el PRD abandonó, recientemente, el Pacto por México.
Explico más. Desde mi punto de vista los
perredistas se enfrentaron a varios problemas. No vieron claro un compromiso
formal por la reforma política del Distrito Federal. Tampoco vieron claro que
el tema del rebase del tope de campañas en contiendas presidenciales provocara
con la nueva normatividad la nulidad de las mismas. Otra cuestión que tampoco
quedaba preciso fue que se incluyera la reglamentación de la consulta popular,
reglamentación que quieren tener lista para el 2015 con la finalidad por
ejemplo de si se considera oportuno poder someter a referéndum la Reforma
Energética. Un asunto más es que todo dejaba ver que el Instituto Nacional
Electoral (INE) entraría limitado en funciones en relación a lo que se había
originalmente decidido, sin que desaparecieran los institutos electorales
estatales y pudiendo relativamente atraer procesos locales. Los gobernadores no
quedarían totalmente atados de manos en materia electoral. Además, al menos en
los medios se manifestó la pretensión de un reparto por cuotas partidistas de
sus once miembros, de los que corresponderían cinco al PRI, cuatro al PAN y sólo dos al PRD.
A mi parecer, ello explica que sea ahora en
la discusión de la reforma Política que el PRD se haya retirado y no hasta la
discusión de la Reforma Energética. Para mi sorpresa, sin embargo, pareciera
que la posición de Enrique Peña Nieto que hasta la reforma hacendaria había
sido extremadamente flexible para conservar el consenso en torno a las reformas
por él impulsadas, al grado que yo mismo expresé críticamente que parecía
desconocer que esta política tiene un límite y que debería aplicar la regla de
la mayoría, hoy considera oportuno dejar atrás al PRD como si la reforma
energética no pudiera esperar al 2014, sin necesariamente perjudicarse por la
creación de un INE sin la anuencia de los perredistas.
Es decir, critico la incomprensible prisa
que se sostiene y el desconocimiento absoluto de aprobar una nueva normatividad
electoral y nuevos árbitros sin el consenso de un partido hoy todavía tan
importante como es el PRD. Algunos analistas ya se han expresado en este
sentido, incluso recordándonos la triste experiencia de la conformación del
Consejo General del casi difunto Instituto Federal Electoral en 2003 con la
Presidencia de Luis Carlos Ugalde que llevó a la crisis postelectoral de 2006.
Entonces también fue aprobado este consejo sin el PRD, y por un asunto similar
de cuotas de repartición de los supuestos consejeros ciudadanos.
La cuestión es que en los próximos días
tendremos al parecer otra Reforma Política trunca, pese a que impactará unos 60
artículos de la Constitución. Ayer
precisamente se aprobó en las comisiones de Puntos Constitucionales, Reforma
del Estado, Gobernación, y Estudios Legislativos del Senado. Esta Reforma avalará la creación de un
Sistema Nacional Electoral que comprenderá el INE y los correspondientes
órganos electorales de los estados. Sus bondades están por verse y más parece ser
una demanda que no se pudo del todo echar atrás, pese a la oposición que generó
en expertos. Al parecer los priistas tampoco están pudiendo detener la
relección legislativa en tanto al retiro de los perredistas que estaban con
ellos en contra de la misma, los panistas a favor quedaron fortalecidos. Sin
embargo otra devenir fue el de la segunda vuelta electoral que supuestamente salió
de las discusiones.
La reforma también incluirá al parecer la
creación de una Ley de Partidos y modificaciones a los procedimientos
electorales de los que destaco bases para la fiscalización en tiempo real,
nuevas restricciones en materia de propaganda y el paso del umbral electoral de
2 a 3%.
Son varios detalles que habremos de
analizar con tiempo, como los son algunos cambios que implican mayor injerencia
del Congreso en los nombramientos de ciertos miembros del gabinete y la
autonomía del Presidente de algunos órganos.
Esta misma semana se pretende que todo
quede aprobado, aún en la Cámara de Diputados, para iniciar con la discusión de
la Reforma Energética. Y todo ello sin el PRD que cómodamente cosecha la
inconformidad de quienes ven en ello una locura de fin de año. ¿Qué opinan
ustedes?
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