martes, 16 de octubre de 2012

Venezuela, elecciones 2012


El próximo domingo 7 de octubre serán llamados a las urnas cerca de 19 millones de venezolanos en una elección que interesa por la fuerza creciente que ha ido ganando Henrique Capriles, de la llamada Mesa de la Unidad Democrática, candidato opositor a Hugo Chávez quien conseguirá casi seguro su tercera reelección. En efecto los sondeos no muestran una tendencia única, pero el panorama está dominado por estudios que le otorgan la victoria al Presidente con una ventaja de entre 2 y casi 20 puntos. Por cierto ya han dejado de poderse publicar. En este escenario centenares de miles de seguidores de Capriles tomaron anteayer las principales calles de Caracas para marchar hasta la principal avenida de la ciudad, la avenida Bolívar emblemática por sus seis carriles de ancho y dos kilómetros de longitud.

Este cierre de campaña tras doce años del gobierno popular de Chavez hace reflexionar sobre la fragilidad de la democracia de la cual era ejemplo Venezuela, cuyas instituciones cayeron en un proyecto de nobles objetivos sociales quizás pero que se ha desarrollado sin frenos y contrapesos, por lo que a decir de los críticos ha generado contradicciones y está agotado. También recuerda esta creciente oposición, la cual se ha abierto difícilmente camino en un país dominado por el oficialismo hegemónico, el que no puede considerarse democrático ningún poder que se anquilosa aún si ha producido buenos resultados.

La democracia es un sistema en el que caben diferentes ingenierías, por ejemplo diferentes formas de gobierno, composición del Congreso, diferentes números de cámaras o sistemas electorales siempre bajo el mismo principio de la mayoría a través de elecciones libres y competitivas. En este sentido, a diferencia de lo que muchos piensan todavía en México la reelección no es incompatible con el juego democrático, bajo condiciones que lejos de impedir la concentración del poder busquen por el contrario un mejor rendimiento ante la perspectiva de volver a competir, e igualmente aseguren mayor calidad democrática derivada de la rendición de cuentas. Mas si se abusa de la norma de la reelección, y más aún si se vuelve indefinida, pierde su efecto positivo.

Así resulta patético que Hugo Chavez se presente el domingo próximo a elecciones con una fuerza que hace pensar que se quedará al menos cerca de veinte años en el poder, si su salud se lo permite ya que este hombre de 58 años enfrentó en febrero pasado una recaída del cáncer pélvico contra el que viene luchando desde hace más de un año. Cabe aclarar que, tras varios meses de radioterapia, en julio anunció que estaba recuperado pero ante multitudes fervientes le pide a Dios vida porque –dice- está en juego la Patria.

En suma bajo principios democráticos no se puede defender por ningún motivo la permanencia exagerada en un cargo, a pesar del alcance de los logros que en este caso pueden para algunos ser muchos sobre todo en materia de salud y en materia educativa. La larga permanencia en el poder siempre permite el abuso y se vuelve un obstáculo para la persecución de las políticas públicas. En este caso los analistas han señalado la corrupción y el dispendio de los recursos petroleros, la inflación, la polarización social y la alta criminalidad. Por eso el llamado de Capriles ha tenido eco, porque es un llamado a la paz, a la moderación y a la tolerancia. El mismo no se considera un redentor como el Presidente, pero su figura ha venido ganando respeto.

El duelo del domingo que entra será pues un duelo entre dos personajes carismáticos, Capriles en ascenso y sin nada que perder. Mal haríamos sin embargo en hacernos alguna ilusión del regreso de la democracia en ese país. Los resultados del domingo próximo son predecibles. Al menos llamemos las cosas por su nombre. Chavez ha logrado consolidar un autoritarismo excéntrico en Venezuela, del que no se saldrá tan fácilmente. Se requeriría un milagro que al menos yo interpretaría como la respuesta divina al fervor -que lo tienen- de ambos contendientes principales (no olvidemos que hay otros cuatro candidatos independientes). Chavez ganaría el descanso que su cuerpo demanda y que él pese a no aceptarlo requiere, y  Venezuela con Capriles tendría la oportunidad de cambio que se merece.         

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