martes, 24 de enero de 2012

La campaña del PRI, tropiezos y problemas de unidad

Hace doce años para estas fechas Francisco Labastida, candidato del PRI a la presidencia, tenía veinte puntos de ventaja sobre Vicente Fox y los perdió en un semestre. Hace seis años Andrés Manuel López Obrador, candidato del PRD, aparentemente no tenía ningún adversario a la vista y empezó a cometer una cadena de errores que le arruinaron sus aspiraciones y que por cierto ahora está tratando de enmendar.

Estas experiencias han llevado a algunos a pensar que existen otros escenarios que el que parece desprenderse de la enorme ventaja que lleva en la carrera presidencial Enrique Peña Nieto del PRI, o sea que ganará contundentemente la elección de julio próximo y que PAN y PRD se disputarán un segundo lejano lugar. Por eso se aventuraron a sobreestimar los conocidos errores que cometió a principios de diciembre: en la Feria del Libro en Guadalajara no contó con asesores que previeran que le preguntarían sobre sus lecturas preferidas ni pudo improvisar frente a la pregunta, y en una entrevista torpemente se excusó de no conocer el costo de algunos productos básicos por no ser la señora de la casa. Pero el resultado de las encuestas de opinión publicadas hace unos días reveló que los errores no le costaron.

Aún así como los datos pueden leerse de varias maneras hay todavía quienes ven, no los sólo tres puntos de imagen pública positiva que perdió el candidato del PRI de noviembre a diciembre ni los 42% de las preferencias que mantiene, sino los siete puntos menos si la comparación es con septiembre, o los casi 5% que disminuyen las preferencias a su favor en el mismo lapso. La tendencia es a la baja afirman. Así imaginan que bien pudiera ser que con una candidata atractiva del PAN como Josefina Vázquez Mota, si el autoritarismo de Felipe Calderón no la frena, la elección podría ubicarse como en el 2000 en PRI y no PRI, o que la elección también tendría la posibilidad de resultar pareja entre las tres principales fuerzas políticas.

He estado dudando de la viabilidad de estos dos escenarios que han aparecido en los medios, me he preguntado el por qué no fuera también el PRD el que despuntara en una disputa que se jugara más como en el 2006 desde los posicionamientos ideológicos, pero no los he creído hasta ahora. Incluso El Presidente en su insistencia de impulsar a Ernesto Cordero como candidato panista parece no querer perder doblemente al menos, en su partido y en la elección presidencial. Del mismo modo ya soltó la carta en el caso de Michoacán de que el crimen organizado tiene incidencia en los resultados electorales, lo cual algunos han interpretado no sin razón de que las elecciones también podrían quererse anular. ¿Será que guarda Calderón información sobre la infiltración del narco en las filas del PRI, como para soltarla cuando más daño le pueda hacer?

Que la gran ventaja del PRI se puede perder, se puede, pero no por tropiezos de su candidato sino por los problemas estructurales reales que enfrenta para mantenerse unido. Peña Nieto está teniendo mucho más problemas de los que tuvo para obtener su nominación, para arrancar su campaña con el apoyo incondicional de las maquinarias priístas regionales que son su fuerza.

Por un lado ha optado por un control férreo central de la selección de candidatos a las elecciones estatales que se llevarán a cabo en paralelo en varias entidades. El dedazo benefició sin problemas en Yucatán al diputado con licencia Rolando Zapata Bello, ahijado del exgobernador Víctor Cervera Pacheco, previo beneplácito de la gobernadora Ivonne Ortega. Sin embargo otros “acuerdos” han sido más ríspidos como el de Jalisco donde se terminó respaldando a Aristóteles Sandoval, alcalde de Guadalajara. Los otros precandidatos se disciplinaron, asunto que parece estar siendo más complicado en Tabasco donde el recién seleccionado candidato Jesús Alí de la Torre, exalcalde capitalino, enfrenta ahora la inconformidad de parte del priísmo local -incluido del gobernador Andrés Granier- que apoyaba al exsecretario de salud Luis Felipe Graham. Igual en Morelos importantes fuerzas internas que sostenían la aspiración de Manuel Martínez Garrigós, alcalde con licencia de Cuernavaca, se quejan de la designación autoritaria de Amado Orihuela Trejo, exdirigente del PRI en la entidad. Estas fricciones pueden provocar rupturas que afecten los resultados electorales en ambos casos, que son importantes porque en Tabasco el PRI puede perder frente al PRD y porque en Morelos apunta a poder recuperar el gobierno.

Mantener la unidad del PRI le está causando mucho más dolores de cabeza a Peña Nieto que su falta de cultura y memoria. Por eso es que, en compensación a estas designaciones impositivas, ha tenido que asumir el costo de ceder ante las presiones de aspirantes a senadurías y diputaciones de varios estados afectados por el convenio de coalición del PRI con el PANAL, firmado en tiempos de la dirigencia de Humberto Moreira tan amigo de la Maestra Gordillo, convenio que los sacaba de la jugada. Entre otras entidades había desacuerdos en Chiapas, Baja California, Durango, Puebla, Sinaloa, Quintana Roo, San Luis Potosí, Zacatecas y el Distrito Federal.

Ciertamente la integración de las listas de candidatos del PRI a puestos de elección popular se simplifica con el rompimiento con Nueva Alianza, es muy posible también que ello no implique el que ese partido apoye de facto a Peña Nieto en la elección presidencial como hace seis años lo hizo con Calderón, sin embargo ha quedado de manifiesto su estilo conservador de tomar decisiones que su apoyo a Eruviel Ávila en el Estado de México no había dejado ver, y su debilidad frente a viejas camarillas. Finalmente el peligro real es que éstas lo traicionen como lo hicieron en 2006 con Madrazo. Mientras no haya candidato del PAN no hay con quien traicionarlo, cuando lo haya las cosas pueden cambiar. La pregunta es: ¿Para qué les puede interesar tener un Presidente de la República del PRI a los priístas, que sobre la base de su poder regional se han vuelto tan fuertes con el PAN en el poder federal?

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