miércoles, 2 de marzo de 2011

Desafío del PRD en el Estado de México

El Estado de México sigue siendo la gran noticia. En efecto todos sabemos que, en las elecciones para gobernador de este año, ahí se están jugando coordenadas importantes para la elección presidencial de 2012. Después de las elecciones del 2009 en donde el PRI resultó el gran triunfador, el PAN y el PRD vieron en Enrique Peña Nieto a su mayor enemigo por ser el precandidato más fuerte de su partido. Ganarle en su estado se convirtió en su objetivo. De ahí que se pensara en nuevamente probar las bondades de aliarse como lo hicieron en 2010 con un éxito que ciertamente sobredimensionaron. En efecto, si bien ganaron en tres de cinco entidades donde lo hicieron, esta política les está redituando beneficios desiguales y además cabe considerar sus costos en tanto no se impuso sin la oposición de parte de sus líderes y militantes de base.

En el PAN han quedado más acalladas las voces que se irritan con las alianzas en tanto el Presidente las avala y fomenta, curiosamente no en su estado Michoacán en donde ambos partidos acaban de romper y avanza la precandidatura panista de su hermana Luisa María.

Sin embargo en el PRD la política proaliancista está poniendo a ese partido al borde de una de sus crisis más importantes, dada la oposición a ella de López Obrador. Su oposición nace del hecho que el PAN le arrebató la elección presidencial, de la incongruencia ideológica de las alianzas mismas, pero sobre todo de que su potencial triunfo en el Estado de México lo descartaría de la candidatura del PRD a la Presidencia frente a los grupos moderados que se han acercado a los panistas.

Así las cosas cuando el Consejo Nacional avaló el 19 de febrero llevar a cabo una consulta el próximo 27 de marzo para decidir sobre la materia, AMLO la consideró inaceptable porque la decisión se tomó por mayoría simple y no calificada (129 votos a favor y 72 en contra), y porque que tal consulta estaría amañada. Por ello envió su carta de licencia al partido, a la cual le contestan que la figura de licencia no existe.

López Obrador ha hecho una demostración de fuerza y ha exigido a sus seguidores definirse. A la elección del estado de México irá con el PT y Convergencia, más el PRD sólo si se desiste de aliarse al PAN; irá con Encinas, candidato al que ha estado apoyando, o sin él. Obviamente su intención no es ganar la elección, es parar a los chuchos pues según ciertas apreciaciones el PRD con su escisión perdería en el estado el 40% de sus votos.

Todos la tienen difícil y el único cómodo parece ser Peña Nieto. Los resultados de las encuestas que aparecen hoy en El Universal son impresionantes. Si hoy fueran las elecciones, el PRI se llevaría 38% de los votos, mientras el PAN 13%, el PRD 11% y el PT con Convergencia 3%. Sin embargo, cabe considerar que 19% no se inclinó por ningún partido y 15% dijo no saber o no contestó. Además, 43% de los entrevistados se declararon sin simpatía partidista.

Los líderes de las tribus afines a López Obrador no van a dejar así nada más el partido, ya lo declararon. Ni siquiera Encinas ha demostrado tal fidelidad, aunque sí ha señalado claramente que con el PAN no iría. Por el lado de los aliancistas, cabe señalar el silencio de Camacho hasta el día de ayer en el que fue cuestionada su permanencia como coordinador del Diálogo para la Reconstrucción de México (DIA), la complicada posición de Marcelo Ebrard quien no quiere tampoco romper con López Obrador y el que no tienen otro precandidato. Por eso Ebrard ha dicho que Encinas es un candidato de lujo que debe ser apoyado por toda la izquierda, y Camacho asegura que es la apuesta.

Por mientras a los panistas les sobran precandidatos. Destacan Luís Bravo Mena, exsecretario particular de Calderón al que parece haber palomeado el Presidente pero al cual no apoya el PRD, el senador Ulises Ramirez que lanzó Santiago Creel y Josefina Vásquez Mota, exsecretaria y líder de la fracción del PAN en la Cámara de Diputados, quien se abrió para la lucha presidencial pero puede crecer en esta contienda estatal; no obstante ella misma se acaba de descartar.

Con lo aquí señalado, lo cierto es que si aún sin la escisión de López Obrador los aliancistas la tendrían difícil frente a Peña Nieto, con su escisión aún más. Faltaría que algún priista se le fugara inconforme al poderoso gobernador, como por ejemplo Eruviel Ávila alcalde de Ecatepec, pero traicionar al PRI en el Estado de México, a Peña Nieto, no es lo mismo que hacerlo en Sinaloa, Durango o Guerrero, como sucedió respectivamente con Mario López Valdez, Malova, José Rosas Aispuro y Ángel Aguirre Rivero.

En suma, pareciera que inútilmente se está poniendo en juego la unidad del PRD y afectando al sistema de partidos en México que requiere de opciones sólidas en un gran espectro, que requiere de una clara opción de izquierda que no haya comprado un partido que teme perder la silla presidencial. Ello justifica la ironía de Cuauhtémoc Cárdenas, el sábado pasado, respecto a poner el PRD a disposición de AMLO. Afortunadamente Camacho y Ebrard están tomando conciencia.

Política salarial

Que los gobiernos panistas siguieron las recetas de política económica heredadas de las tres últimas administraciones priistas es una verdad innegable. Que hoy tras casi tres décadas de medidas de austeridad y de sacrificio de los salarios a favor de la competitividad internacional, en el contexto de la crisis de la economía mundial en el 2008 y sus secuelas, paga el precio de su disciplina aplicada sin experiencia política lo cual nos hizo vivir la alternancia sin debacles, pero desencantó a falta de crecimiento y de mejoras en los niveles de vida de la gente, es otro hecho también incuestionable. Irónicamente ello favorece el regreso del PRI al poder federal. Es comprensible que muchos piensen que con el regreso del PRI a lo mejor tendríamos lo mismo, pero sin declaraciones inoportunas como la que hizo Ernesto Cordero hace unos días respecto a lo bien que se podía vivir con un salario de $6,000 mensuales y de lo exigentes que somos los mexicanos. Que nos perdone pues de que no nos conformemos con su mirada. Ni hablar: los mexicanos somos necios y no comemos variables macroeconómicas.

Además las cifras presentadas por nuestro optimista Secretario de Hacienda son tramposas, el propio INEGI las cuestiona. Sí, la economía creció el año pasado 5.5% pero había caído el 6.1% en 2009. De hecho, según un estudio presentado por investigadores del CIDE, debería crecer 7% para no quedar el país rezagado frente a naciones con evolución similar como Chile, Brasil y Corea. Uno se pregunta entonces qué han hecho esos otros países bien, que nosotros no. Fácil: han llevado a cabo las reformas estructurales que necesitaban para adecuarse al mercado internacional. Los panistas lo saben. Se requiere de una profunda reforma fiscal, energética y laboral entre otras. Todas esas leyes, no nos podemos quejar, ellos las han sabido promover pero no las han sabido negociar, como no han sabido mantener al país en el ambiente seguro que requiere un crecimiento sostenido.

Total, el año pasado mejoraron las cifras porque habíamos tocado fondo y porque la compañía Heneken compró no se qué cervecería. Sí se recuperaron empleos, sí la inflación se ha mantenido en un dígito, pero mientras tanto la capacidad salarial sigue decayendo. El propio Cordero se congratula que 10% de la población se ubica en el decil que tiene resueltas todas sus necesidades económicas, lo que traduzco en que 90% están por debajo de poder proveerse de lo básico para su sobrevivencia. Aquí se encuentran los miles de jóvenes dispuestos a entrar a las redes del narcotráfico, su problema es elegir el cartel adecuado de los varios que el gobierno en su absurda lucha ha hecho proliferar.

La discusión de fondo es que los esfuerzos han sido insuficientes. El gobierno no ha logrado vencer ni la desigualdad inaceptable que nos caracteriza como país, ni su enorme pobreza. Según investigadores de la Facultad de Economía de la UNAM, en lo que va del sexenio la capacidad adquisitiva del salario ha perdido 52% de su valor, de suerte que para vivir medianamente se requeriría de un sueldo de alrededor de $18,000 al mes, cuando 25 millones de trabajadores de 44.5 ganan menos de $5,000 mensuales.

Que me perdone el Secretario Cordero de que sea pesimista, porque si bien este año la situación también parece ir mejorando por la recuperación de la economía norteamericana y los estímulos fiscales que recibió la industria, el ritmo de crecimiento según los analistas se irá desacelerando. Tal es nuestra dependencia de EU. Para crecer al ritmo debido tenemos que cuestionarnos la política salarial que hemos seguido, incompatible con el estímulo que requiere la demanda interna.

En fin sólo fue una declaración desafortunada la que hoy comentamos y caro la está pagando quien la emitió, en su carrera por la candidatura de su partido a la Presidencia.