miércoles, 29 de julio de 2015

Sobre las candidaturas independientes

En los últimos días el tema de las candidaturas independientes, que despertó interés y ofreció sorpresas en los comicios pasados, ha vuelto a aparecer en la opinión pública, por lo que quiero dedicarle mi comentario de hoy.

¿Por qué, cómo y cuándo se introduce en nuestro sistema electoral el que ciudadanos por su cuenta puedan presentarse como candidatos en las competencias políticas? El por qué tiene que ver con el desencanto que produjo en la sociedad la construcción democrática, que tuvo como catalizador distintas reformas electorales a partir fundamentalmente  de la de 1977; tales reformas produjeron varias alternancias a nivel municipal y estatal hasta que en 2000 le ganó el gobierno federal el PAN al PRI otrora hegemónico, a la par que se había logrado construir un poder legislativo más plural como contrapeso del ejecutivo. Ya para  las elecciones intermedias del segundo gobierno panista, en 2009, una importante capa de la población no había sentido ningún beneficio con la alternancia. Para muchos eran evidentes los vicios de los políticos de todos los colores, y su ineficiencia casi similar para conducir a México. La corrupción, los problemas de empleo y de pobreza, aunados a los de la inseguridad no se resolvían y la culpa se la empezaron a atribuir a los partidos políticos, los únicos que aparentemente se habían beneficiado con la apertura del sistema por los recursos crecientes que recibían. La democracia pasó a ser una demanda que rebasaba la construcción de instituciones, y se situó a nivel de la calidad democrática inseparable de la democracia económica y social. De tal suerte, y aquí viene el cómo, se empezó a decir que una partidocracia había secuestrado a la democracia. Los partidos políticos semejaban en efecto carteles que se repartían el poder territorialmente, o por cuotas incluso en los organismos mismos que vigilaban su competencia. Así surgió en 2009 el llamado al voto nulo, como en este 2015 en que el movimiento no prendió como entonces, porque precisamente la reforma de 2011 ya había recogido ciertas demandas ciudadanas como la consulta popular y las candidaturas independientes, las cuales quedaron reglamentadas hasta 2014. He aquí el cuando.

Cabe señalar que a ambas se le pusieron importantes trabas las cuales impidieron que en junio se presentaran varias consultas que se habían propuesto, mas no que se registraran varios candidatos independientes para presidentes municipales, diputados locales y federales y hasta para gobernador. Confieso que fui de aquellas que vi con escepticismo el proceso, por la cantidad de firmas y el escaso tiempo que se les otorgó a los interesados para juntarlas, por los recursos de los que creí carecían y porque la mayoría eran políticos a los que se les había cerrado las puertas a sus aspiraciones en sus propios partidos. Lo cierto es que muchos interesados no pudieron cubrir las exigencias, y que mientras algunos lograron hacer campañas novedosas con poco financiamiento, otros se hicieron de apoyos y recursos a tal grado que se suscitó la discusión compleja del límite de los gastos de campaña al que tenían derecho, discusión que ofreció distintas respuestas y dejó hasta la fecha un problema por resolver. Por lo que se refiere al origen de los candidatos, si observa uno por ejemplo los casos de quienes ganaron las elecciones a las que se presentaron -que ganadores los hubo a todos los niveles-, si bien destaca el caso del Bronco en Nuevo León por ser el primer gobernador que va a llegar a su puesto desde una candidatura independiente y el cual viene del PRI, o también el caso del hijo de Clouthier expanista pues quien será diputado federal, también está el joven de Jalisco apartidista que formará parte del congreso local.

Con todo esto, los políticos desde los partidos están preocupados y no parece ser para menos. Quedó demostrado que una buena candidatura independiente, fresca y abierta a las nuevas tecnologías de la comunicación, y/o con buenas  alianzas, puede prender como pólvora, siendo que desde los gobiernos la sociedad sigue sin recibir respuestas y los partidos sin convencer.

Empecemos con los gobiernos. Peña Nieto parece seguir instalado en el inmovilismo, aunque hay que reconocerle que le dio un acertado espaldarazo a Gabino Cue para darle un golpe en Oaxaca a la sección 22 de la CNTE, pero me ha parecido más una salida de emergencia a la crisis de credibilidad creciente de su administración, que perjudicó aún más la ridícula evasión del Chapo en las narices de todos, que la vuelta de timón de la que el gobierno federal está urgido, pese a lo relativamente bien que le fue en junio pasado. A saber, a mi parecer, para qué les puede servir la mayoría parlamentaria que lograron si lo que pretenden es nada menos que cambiar este país. Mancera en el Distrito Federal, afectado él sí en las elecciones pasadas, tomó por el contrario la decisión de hacer cambios en su gabinete, pero más encaminados a su proyecto personal: se distanció de las tribus del PRD y le hizo contrapeso a Morena a través de un equipo -donde destacan mujeres- que representa una izquierda más moderna correspondiente al perfil que desea tener para el 2018, para lo que venga y para controlar su sucesión si le es posible.

Los partidos políticos, por su parte, no dan mejor imagen. Morena mantiene nula democracia interna, mientras PRD y PAN enfrentan en su seno disputas por la cereza de quién coordinará sus respectivas bancadas lo que, en el PAN, debe pasar primero por la renovación de su dirigencia. En el PRI no hay duda de que Cesar Camacho tendrá tal coordinación, pero el partido con ninguna independencia de la presidencia –cuando podría tenerla- aún espera humo para iniciar su respectiva renovación.

Total que los ciudadanos siguen sin ver mal esta experiencia de las candidaturas independientes, por lo que se ha venido prioritariamente  criticando que en los estados de frente a las elecciones del año que entra se les ponga mas frenos, a través de aumentar porcentajes de firmas requeridas, disminuir tiempos y contemplar por parte de aspirantes el que tengan varios años sin actividad política a través de los partidos.

En suma, la posición de buena parte de la sociedad es entendible, como la es la de los políticos que desde los partidos le temen a este supuesto avance que puede llevarlos a competir contra colegas chapulines que opten astutamente por esta vía, como quizás Buganza en Veracruz, o contra figuras prestigiosas o simplemente más creíbles que ellos.

Mi opinión es que si bien la vía de acceso al poder a través de este instrumento puede ser enriquecedora, debe igualmente  ser vista con cautela, uno porque todavía no ha pasado la prueba y dos porque puede permitir a los poderes facticos tener un control de los espacios públicos sin mediación de la política.

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