En los últimos días el tema de las candidaturas
independientes, que despertó interés y ofreció sorpresas en los comicios
pasados, ha vuelto a aparecer en la opinión pública, por lo que quiero
dedicarle mi comentario de hoy.
¿Por qué, cómo y cuándo se introduce en
nuestro sistema electoral el que ciudadanos por su cuenta puedan presentarse
como candidatos en las competencias políticas? El por qué tiene que ver con el
desencanto que produjo en la sociedad la construcción democrática, que tuvo
como catalizador distintas reformas electorales a partir fundamentalmente de la de 1977; tales reformas produjeron
varias alternancias a nivel municipal y estatal hasta que en 2000 le ganó el
gobierno federal el PAN al PRI otrora hegemónico, a la par que se había logrado
construir un poder legislativo más plural como contrapeso del ejecutivo. Ya
para las elecciones intermedias del
segundo gobierno panista, en 2009, una importante capa de la población no había
sentido ningún beneficio con la alternancia. Para muchos eran evidentes los
vicios de los políticos de todos los colores, y su ineficiencia casi similar
para conducir a México. La corrupción, los problemas de empleo y de pobreza,
aunados a los de la inseguridad no se resolvían y la culpa se la empezaron a
atribuir a los partidos políticos, los únicos que aparentemente se habían
beneficiado con la apertura del sistema por los recursos crecientes que recibían.
La democracia pasó a ser una demanda que rebasaba la construcción de
instituciones, y se situó a nivel de la calidad democrática inseparable de la
democracia económica y social. De tal suerte, y aquí viene el cómo, se empezó a
decir que una partidocracia había secuestrado a la democracia. Los partidos políticos
semejaban en efecto carteles que se repartían el poder territorialmente, o por
cuotas incluso en los organismos mismos que vigilaban su competencia. Así surgió
en 2009 el llamado al voto nulo, como en este 2015 en que el movimiento no prendió
como entonces, porque precisamente la reforma de 2011 ya había recogido ciertas
demandas ciudadanas como la consulta popular y las candidaturas independientes,
las cuales quedaron reglamentadas hasta 2014. He aquí el cuando.
Cabe señalar que a ambas se le pusieron
importantes trabas las cuales impidieron que en junio se presentaran varias consultas
que se habían propuesto, mas no que se registraran varios candidatos
independientes para presidentes municipales, diputados locales y federales y
hasta para gobernador. Confieso que fui de aquellas que vi con escepticismo el
proceso, por la cantidad de firmas y el escaso tiempo que se les otorgó a los
interesados para juntarlas, por los recursos de los que creí carecían y porque
la mayoría eran políticos a los que se les había cerrado las puertas a sus
aspiraciones en sus propios partidos. Lo cierto es que muchos interesados no
pudieron cubrir las exigencias, y que mientras algunos lograron hacer campañas
novedosas con poco financiamiento, otros se hicieron de apoyos y recursos a tal
grado que se suscitó la discusión compleja del límite de los gastos de campaña
al que tenían derecho, discusión que ofreció distintas respuestas y dejó hasta
la fecha un problema por resolver. Por lo que se refiere al origen de los
candidatos, si observa uno por ejemplo los casos de quienes ganaron las elecciones
a las que se presentaron -que ganadores los hubo a todos los niveles-, si bien
destaca el caso del Bronco en Nuevo León por ser el primer gobernador que va a
llegar a su puesto desde una candidatura independiente y el cual viene del PRI,
o también el caso del hijo de Clouthier expanista pues quien será diputado
federal, también está el joven de Jalisco apartidista que formará parte del
congreso local.
Con todo esto, los políticos desde los
partidos están preocupados y no parece ser para menos. Quedó demostrado que una
buena candidatura independiente, fresca y abierta a las nuevas tecnologías de
la comunicación, y/o con buenas alianzas,
puede prender como pólvora, siendo que desde los gobiernos la sociedad sigue
sin recibir respuestas y los partidos sin convencer.
Empecemos con los gobiernos. Peña Nieto parece
seguir instalado en el inmovilismo, aunque hay que reconocerle que le dio un acertado
espaldarazo a Gabino Cue para darle un golpe en Oaxaca a la sección 22 de la CNTE,
pero me ha parecido más una salida de emergencia a la crisis de credibilidad
creciente de su administración, que perjudicó aún más la ridícula evasión del Chapo
en las narices de todos, que la vuelta de timón de la que el gobierno federal
está urgido, pese a lo relativamente bien que le fue en junio pasado. A saber,
a mi parecer, para qué les puede servir la mayoría parlamentaria que lograron
si lo que pretenden es nada menos que cambiar este país. Mancera en el Distrito
Federal, afectado él sí en las elecciones pasadas, tomó por el contrario la
decisión de hacer cambios en su gabinete, pero más encaminados a su proyecto
personal: se distanció de las tribus del PRD y le hizo contrapeso a Morena a
través de un equipo -donde destacan mujeres- que representa una izquierda más
moderna correspondiente al perfil que desea tener para el 2018, para lo que
venga y para controlar su sucesión si le es posible.
Los partidos políticos, por su parte, no
dan mejor imagen. Morena mantiene nula democracia interna, mientras PRD y PAN enfrentan
en su seno disputas por la cereza de quién coordinará sus respectivas bancadas
lo que, en el PAN, debe pasar primero por la renovación de su dirigencia. En el
PRI no hay duda de que Cesar Camacho tendrá tal coordinación, pero el partido
con ninguna independencia de la presidencia –cuando podría tenerla- aún espera
humo para iniciar su respectiva renovación.
Total que los ciudadanos siguen sin ver mal
esta experiencia de las candidaturas independientes, por lo que se ha venido
prioritariamente criticando que en los
estados de frente a las elecciones del año que entra se les ponga mas frenos, a
través de aumentar porcentajes de firmas requeridas, disminuir tiempos y
contemplar por parte de aspirantes el que tengan varios años sin actividad política
a través de los partidos.
En suma, la posición de buena parte de la sociedad
es entendible, como la es la de los políticos que desde los partidos le temen a
este supuesto avance que puede llevarlos a competir contra colegas chapulines
que opten astutamente por esta vía, como quizás Buganza en Veracruz, o contra
figuras prestigiosas o simplemente más creíbles que ellos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario