Las
dos semanas pasadas, queridos radioescuchas, me enfoqué al análisis de las
elecciones pasadas. Ordené mis ideas diferenciando dos aspectos a partir de los
cuales se pueden explicar las cifras que arrojan estos comicios y sus
consecuencias: los elementos coyunturales que afectaron el voto, y lo que
deviene de la evolución de nuestro sistema político. ¿Cómo podemos, a partir de
ellos, explicar los resultados electorales? Hace siete días les decía que quizás
la pregunta más seria que tenemos que hacernos es cómo le fue bien a Peña con
la baja popularidad que mantiene, y primero deslindar qué tan bien le fue y el
peso que tendrá que cargar por los resultados.
Que
ganó Peña Nieto comodidad para su trato con el Congreso, ciertamente lo hizo y
no es victoria menor. Pero cómo decir que le fue bien, bien, si perdió dos
estados industrializados como Querétaro y Nuevo León, si perdió dos
precandidatos a la presidencia en las figuras de sus actuales gobernadores, si
en Nuevo león parece que lo engañaron y la candidata priista no era la mejor
apuesta, si es Manlio Fabio Beltrones no precisamente su amigo quien ganó
Sonora, si casi pierde Colima (fíjense, ganó por 500 votos), si no la hizo en
Baja California Sur, si ganar Guerrero fue sacarse la rifa del Tigre, y él
parecía previo a los lamentables sucesos de Iguala encantado con que el PRD postulara
al Jaguar. No menciono Michoacán porque ahí Peña tenía dos candidatos: Chon
Origuela y Silvano Aureoles. Como decir que puede estar muy contento, si pierde
el PRI toda la zona metropolitana de Guadalajara y baja su votación en el
Estado de México, como decirlo si pierde importantes ciudades. Pero sí en
cambio le va bien en Veracruz y Puebla, lo cual es muy bueno por el número de
electores que implican, y hasta en Oaxaca con una lista nominal menos
relevante.
La
del PRI fue una victoria más modesta de
la que se presume, pero al fin victoria, extraña por cierto para muchos dada la
situación política y aún la falta de resultados de la administración peñista.
¿Qué sucedió?
La
literatura tiende a explicar el voto como voto de premio o castigo a los
gobernantes en turno, como producto de la identidad partidaria, del
posicionamiento político de frente a los problemas por enfrentar, de los
debates, de los candidatos y sus campañas. Sin embargo la explicación de muchos
se ha ido más por reconocer en los priistas a través de las encuestas de salida
un voto más de gente mayor y con menores estudios. Esta explicación sociodemográfica
es insuficiente. Los resultados del PRI se deben, a mi parecer, mucho más a la
fuerza territorial del partido, al que ha sabido mantener una identidad, que ha
sabido competir, presentar aceptables candidatos y promocionarlos sobre todo
bien. Tiene recursos y mueve el voto. Además, como ya lo dijimos, tuvo la
ventaja adicional de ser oposición de gobiernos desprestigiados como el del PRD
en Guerrero, o que desprestigió como el
de Padrés en Sonora.
Mucho
se ha dicho que la gente a nivel estatal votó por el cambio y sí fue así.
Alternancias hubieron en cinco entidades, de nueve donde se jugaba el gobierno
estatal. En Guerrero y Sonora como ya bien dijimos, en Nuevo León donde ganó el
Bronco como candidato independiente quien se impuso al bipartidismo del estado
donde ambos PRI y PAN habían gobernado, y los priistas habían regresado con
eficiencia pero quedó envuelto el gobernador en un escándalo coyuntural de
corrupción mayúscula que se destapó en vísperas de elecciones, en Michoacán
donde el PRI no la hizo, y su gobernador a través de su hijo y su secretario general
hoy en prisión se les vinculó con el narcotráfico en momentos en donde los
electores priorizan en sus demandas la seguridad. El único caso que no encuadra
es la alternancia de Querétaro, entidad netamente bipartidista en donde
recupera el estado el PAN en condiciones de un bipartidismo viejo y sólido como
era el de Nuevo León o es el de San Luis Potosí donde sin embargo sí la hace el
PRI en estas elecciones. No se entiende, porque el gobernador tiene al
parecer de las encuestas buen prestigio no como el de San Luis, al
menos que dichas encuestas hayan estado amañadas. Lo cierto es que en Querétaro
ambos candidatos hicieron buenas campañas. Quizás pesó el que el del PRI sea
hermano de un exgobernador panista. A saber.
El
voto del PRI parece ser, luego entonces, más un voto por identidad en el marco
de una tendencia de definición del mismo en términos no ideológicos sino a
favor o en contra del sistema, que es lo que también parece definir
principalmente el voto a favor del PAN el cual crece con buenas candidaturas no
como la impuesta en Nuevo León, como crítica a los gobernantes en turno, tal es
el caso en Colima aunque no le alcanzó, o en San Luis Potosí.
La
identidad partidista es lo mismo que explica lo que queda del voto perredista,
que es más bien el voto duro de las actuales dirigencias de ese partido. Nos
guste o no, Nueva Alianza o el Partido Verde también tienen sobre todo ese tipo
de electorado. Sin embargo muy interesante es hacer notar que el del Verde no
ha crecido, aunque el partido obtiene más curules por su acertada negociación
con el PRI.
Por
otro lado, el voto antisistema es propio de los electores que fortalecieron a
algunos partidos minoritarios como Movimiento Ciudadano o lograron el registro
de Encuentro Social (irónicamente en beneficio quizás del PRI), o que se
inclinaron por candidaturas independientes cuyos logros se explican por las
formas novedosas de sus campañas que llaman la atención a bajo costo de los
jóvenes en las redes, como la del chico que ganó una diputación local en
Jalisco y será al parecer, el fiel del congreso local -ustedes dirán su futuro
poder.
Así,
según mi apreciación, el único voto que es de carácter ideológico es el voto
por Morena, aunque su poder de atracción se debe al carisma de su promotor a
saber López Obrador. Morena es el único partido que parece tener un discurso,
aunque maniqueo, de oposición a la política nacional que han promovido en
México los partidos grandes. Con ello Morena ciertamente se posicionó y su
surgimiento fragmenta a la izquierda pero esto no debe leerse como que afectó a
la izquierda en su conjunto. De hecho el voto a la izquierda sumado, creció
aproximadamente de 30 a 33% de la votación válida en elecciones para diputados
federales desde la pasada elección.
Hasta aquí una primera
explicación de los resultados de las elecciones pasadas, análisis que
profundizaremos los investigadores en los meses siguientes. La próxima vez en
el noticiero, me dedicaré a con ustedes a examinar las implicaciones políticas
de las mismas.
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