miércoles, 29 de julio de 2015

Elecciones 2015. Primera parte.

El análisis de las elecciones del 7 de junio resulta más interesante del que hubiéramos creído hace algunos meses, incluso hace algunas semanas.
Primero está el que se hubieran efectuado con “normalidad# digamos, si se puede considerar normal un proceso con más de veinte muertos de personas involucradas en los comicios, candidatos y miembros de su equipo, normal un proceso al que se llamó a boicotear al grado de que se asocia   -no sin razón- la decisión de suspender la evaluación de los maestros derivada de la Reforma Educativa a la realización de estos comicios, normal un proceso en que hubieron incidentes sí aislados en Guerrero, no tanto en Oaxaca que dejaron a varios ciudadanos sin derecho a expresión. Los datos los ha dado el Presidente del consejo general del INE y son elocuentes del esfuerzo de la institución la cual sin embargo nos ha dejado pasmados con errores en la comunicación de los resultados que al fin y al cabo son provisionales, porque como todos sabemos habrá muchas impugnaciones, por lo que en esta intervención me limitaré a dar más opiniones sobre los hechos relevantes y las tendencias, que a analizar las cifras con detenimiento como suelo hacerlo. La interpretación de estas elecciones, como leí por allí, va más allá de los números que arroja.
En estos días se han realizado muchos comentarios sobre los resultados del domingo antepasado. Sobre todo se ha hablado de lo relativamente sorpresivo que fue el nivel de participación y que el llamado al voto nulo no prendió, se ha hablado de ganadores y perdedores, destacándose el punto del crecimiento de los partidos otrora chicos, del alcance de Morena en su primera elección, del devenir del tripartidismo que ya se nos había hecho clásico desde que se liberalizó el sistema, de lo que arrojaron las candidaturas independientes destacándose el caso del Bronco en Nuevo León, de cómo queda el sistema de partidos en México, del balance de la legislación que normó los comicios.
Yo quisiera ordenar los míos diferenciando dos aspectos a partir de los cuales se pueden explicar las cifras que arrojan estos comicios y sus consecuencias:
·         los elementos coyunturales que afectaron el voto
·         lo que deviene de la evolución de nuestro sistema político
El día de hoy abordaré el primero
Las elecciones intermedias son una especie de referendos de los gobiernos federales en turno. En este caso las enfrentaba una administración que durante dos años lució una habilidad negociadora en favor de  un proyecto reformador para lo que tuvo el apoyo de los dos partidos políticos opositores entonces más grandes, PAN y PRI, a través de sus dirigencias a las que el Presidente Enrique Peña Nieto a cambio ayudó a consolidarse. Todos sabemos que Emilio Madero se pudo relegir en el PAN y también “Los Chuchos” en el PRD. Sin embargo, unos diez meses antes de esta jornada, de frente a sucesos como el de la desaparición de los normalistas en Iguala y la evidencia del comportamiento del Ejército en Tlatlaya al que le siguieron eventos como el de Apatzingán en enero pasado, y de frente en segundo lugar a una serie de acusaciones que apuntan hacia la existencia de relaciones privilegiadas de las altas esferas del gobierno federal con inmobiliarias que les rinden favores, el panorama político cambió drásticamente para todos, porque Peña Nieto se mostró incapaz de responder adecuadamente a lo inesperado, y dar un giro de timón. Ni a nivel discursivo ni a nivel de proyecto, el cual además no había rendido frutos aún, si es que los va a dar algún día, se mostró eficacia en diseñar un plan B, lo que más bien se leyó como obstinación. Por el lado de sus aliados, la consecuencia de su política negociadora fue la intensificación de las críticas que recibidas por haber sido cómplices del Presidente.
Las elecciones se presentaron, entonces, en el peor momento para estos tres partidos más importantes, PRI, PAN y PRD.
El PRI tenía un objetivo bien difícil que era lograr la mayoría en el Congreso para que no se repitieran los ya conocidos gobiernos divididos tras las elecciones legislativas de mitad de sexenio, típicos en el país desde 1997. Esta necesidad se mostraba mayúscula para facilitar la aprobación del próximo ejercicio presupuestal, en que se esperan importantes modificaciones y recortes. Por el lado de los retos a nivel estatal y local, se jugaban más puestos que nunca: 9 gubernaturas, la composición de 17 congresos, cientos de presidencias municipales. El PRI tenía que defender Campeche, Colima, Michoacán, Nuevo León, Querétaro, San Luis Potosí, y ciertamente tenía posibilidades de reconquistar Baja California Sur y más aún Sonora en manos del PAN, y Guerrero entidad en plena crisis en manos del PRD. De primordial importancia resultaba la zona metropolitana de Jalisco y la conurbada con el DF en el Estado de México, como mantenerse por ejemplo en Guanajuato, en Tabasco y empezar a crecer en el Distrito Federal.
El PAN en preparación para el 2018 necesitaba reponerse de los malos resultados del 2012. El reto de la dirigencia, de este grupo era lograr los resultados que acallaran a sus críticos internos, recobrando plazas en el Congreso y manteniendo sus gobiernos estatales, con cohesión y unidad.  A nivel de las luchas estatales salvo en Guerrero tenía presencia, aunque se había venido a menos en Campeche. Finalmente había gobernado durante dos periodos sexenales Querétaro y San Luis y  Nuevo León por uno.
El PRD tenía y así resultó las peores condiciones para hacer un buen papel. Con el surgimiento de Morena se avecinaba muy probablemente una fragmentación de la izquierda que amenazaba con golpearlo. A nivel de las contiendas estatales y locales su situación se hacía complicada, porque si bien concentraba su  voto en el Distrito Federal hasta el punto de haber sido hegemónico en 2012, era ahí donde Andrés Manuel López Obrador tenía su bastión.  Igual, si bien gobernaba la entidad conflictiva de Guerrero, los recientes acontecimientos ya referidos habían hecho renunciar hasta a su gobernador. En Michoacán, cuna del perredismo que había perdido, tenía el problema de tener dos frentes porque la hermana de Felipe Calderón “La Cocoa” estaría también en la pelea.
Por el contario, el escenario de los partidos chicos era o bien ir con todo hacia adelante, o con la subida del umbral correr el riesgo de desaparecer. El Partido Verde jugó su juego tan criticable y redituable, y Movimiento Ciudadano como desde el 2013 se aferró a su nueva política y perfil. El PANAL jugaría su primera contienda importante sin Elba Esther Gordillo. Los candidatos independientes tenían todo por ganar, sin pagar demasiados costos. A saber si los tenga que pagar el Bronco en Nuevo León que de independiente no lo tiene todo, con el apoyo que recibió de empresarios norteños y de medios de com

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