El
análisis de las elecciones del 7 de junio resulta más interesante del que
hubiéramos creído hace algunos meses, incluso hace algunas semanas.
Primero
está el que se hubieran efectuado con “normalidad# digamos, si se puede
considerar normal un proceso con más de veinte muertos de personas involucradas
en los comicios, candidatos y miembros de su equipo, normal un proceso al que
se llamó a boicotear al grado de que se asocia
-no sin razón- la decisión de suspender la evaluación de los maestros
derivada de la Reforma Educativa a la realización de estos comicios, normal un
proceso en que hubieron incidentes sí aislados en Guerrero, no tanto en Oaxaca
que dejaron a varios ciudadanos sin derecho a expresión. Los datos los ha dado
el Presidente del consejo general del INE y son elocuentes del esfuerzo de la
institución la cual sin embargo nos ha dejado pasmados con errores en la
comunicación de los resultados que al fin y al cabo son provisionales, porque
como todos sabemos habrá muchas impugnaciones, por lo que en esta intervención
me limitaré a dar más opiniones sobre los hechos relevantes y las tendencias,
que a analizar las cifras con detenimiento como suelo hacerlo. La
interpretación de estas elecciones, como leí por allí, va más allá de los
números que arroja.
En
estos días se han realizado muchos comentarios sobre los resultados del domingo
antepasado. Sobre todo se ha hablado de lo relativamente sorpresivo que fue el
nivel de participación y que el llamado al voto nulo no prendió, se ha hablado
de ganadores y perdedores, destacándose el punto del crecimiento de los
partidos otrora chicos, del alcance de Morena en su primera elección, del
devenir del tripartidismo que ya se nos había hecho clásico desde que se
liberalizó el sistema, de lo que arrojaron las candidaturas independientes
destacándose el caso del Bronco en Nuevo León, de cómo queda el sistema de
partidos en México, del balance de la legislación que normó los comicios.
Yo
quisiera ordenar los míos diferenciando dos aspectos a partir de los cuales se
pueden explicar las cifras que arrojan estos comicios y sus consecuencias:
·
los elementos coyunturales que afectaron el
voto
·
lo que deviene de la evolución de nuestro
sistema político
El
día de hoy abordaré el primero
Las
elecciones intermedias son una especie de referendos de los gobiernos federales
en turno. En este caso las enfrentaba una administración que durante dos años
lució una habilidad negociadora en favor de
un proyecto reformador para lo que tuvo el apoyo de los dos partidos
políticos opositores entonces más grandes, PAN y PRI, a través de sus dirigencias
a las que el Presidente Enrique Peña Nieto a cambio ayudó a consolidarse. Todos
sabemos que Emilio Madero se pudo relegir en el PAN y también “Los Chuchos” en
el PRD. Sin embargo, unos diez meses antes de esta jornada, de frente a sucesos
como el de la desaparición de los normalistas en Iguala y la evidencia del
comportamiento del Ejército en Tlatlaya al que le siguieron eventos como el de
Apatzingán en enero pasado, y de frente en segundo lugar a una serie de
acusaciones que apuntan hacia la existencia de relaciones privilegiadas de las
altas esferas del gobierno federal con inmobiliarias que les rinden favores, el
panorama político cambió drásticamente para todos, porque Peña Nieto se mostró
incapaz de responder adecuadamente a lo inesperado, y dar un giro de timón. Ni
a nivel discursivo ni a nivel de proyecto, el cual además no había rendido
frutos aún, si es que los va a dar algún día, se mostró eficacia en diseñar un
plan B, lo que más bien se leyó como obstinación. Por el lado de sus aliados,
la consecuencia de su política negociadora fue la intensificación de las
críticas que recibidas por haber sido cómplices del Presidente.
Las
elecciones se presentaron, entonces, en el peor momento para estos tres
partidos más importantes, PRI, PAN y PRD.
El
PRI tenía un objetivo bien difícil que era lograr la mayoría en el Congreso
para que no se repitieran los ya conocidos gobiernos divididos tras las
elecciones legislativas de mitad de sexenio, típicos en el país desde 1997.
Esta necesidad se mostraba mayúscula para facilitar la aprobación del próximo
ejercicio presupuestal, en que se esperan importantes modificaciones y
recortes. Por el lado de los retos a nivel estatal y local, se jugaban más
puestos que nunca: 9 gubernaturas, la composición de 17 congresos, cientos de
presidencias municipales. El PRI tenía que defender Campeche, Colima,
Michoacán, Nuevo León, Querétaro, San Luis Potosí, y ciertamente tenía
posibilidades de reconquistar Baja California Sur y más aún Sonora en manos del
PAN, y Guerrero entidad en plena crisis en manos del PRD. De primordial
importancia resultaba la zona metropolitana de Jalisco y la conurbada con el DF
en el Estado de México, como mantenerse por ejemplo en Guanajuato, en Tabasco y
empezar a crecer en el Distrito Federal.
El
PAN en preparación para el 2018 necesitaba reponerse de los malos resultados
del 2012. El reto de la dirigencia, de este grupo era lograr los resultados que
acallaran a sus críticos internos, recobrando plazas en el Congreso y
manteniendo sus gobiernos estatales, con cohesión y unidad. A nivel de las luchas estatales salvo en
Guerrero tenía presencia, aunque se había venido a menos en Campeche.
Finalmente había gobernado durante dos periodos sexenales Querétaro y San Luis
y Nuevo León por uno.
El
PRD tenía y así resultó las peores condiciones para hacer un buen papel. Con el
surgimiento de Morena se avecinaba muy probablemente una fragmentación de la
izquierda que amenazaba con golpearlo. A nivel de las contiendas estatales y
locales su situación se hacía complicada, porque si bien concentraba su voto en el Distrito Federal hasta el punto de
haber sido hegemónico en 2012, era ahí donde Andrés Manuel López Obrador tenía
su bastión. Igual, si bien gobernaba la
entidad conflictiva de Guerrero, los recientes acontecimientos ya referidos
habían hecho renunciar hasta a su gobernador. En Michoacán, cuna del perredismo
que había perdido, tenía el problema de tener dos frentes porque la hermana de
Felipe Calderón “La Cocoa” estaría también en la pelea.
Por el contario, el
escenario de los partidos chicos era o bien ir con todo hacia adelante, o con
la subida del umbral correr el riesgo de desaparecer. El Partido Verde jugó su
juego tan criticable y redituable, y Movimiento Ciudadano como desde el 2013 se
aferró a su nueva política y perfil. El PANAL jugaría su primera contienda
importante sin Elba Esther Gordillo. Los candidatos independientes tenían todo
por ganar, sin pagar demasiados costos. A saber si los tenga que pagar el
Bronco en Nuevo León que de independiente no lo tiene todo, con el apoyo que recibió
de empresarios norteños y de medios de com
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