martes, 7 de abril de 2015

A propósito del inicio de las campañas electorales 2015

Leía yo un comentario ayer en el periódico en torno a la inevitable próxima muerte por un cáncer de hígado del famoso neurólogo Oliver Saks quien, pese a sus más de 80 años, entre otros puntos declara que vive con gran claridad sus últimos días, por lo que no está dispuesto a perder el tiempo viendo noticieros y discutiendo política. Inmediatamente pensé en tantos mexicanos que también están hartos de políticos, partidos y elecciones y que, a pesar de tratar de evitar dicha temática, están siendo bombardeados por la publicidad y las encuestas sobre popularidades y preferencias en estos tiempos electorales, y seguramente se han sorprendido al saber que a penas el domingo pasado empezaron de facto las campañas (incluso no todas, sino más bien las federales para renovar la Cámara de Diputados).

Sin embargo, miren qué necedad la mía, que voy a hablarles del voto y las próximas contiendas, porque no sólo está en juego en primer lugar el contrapeso que tendrá en el legislativo el gobierno de Enrique Peña Nieto,  visto del otro lado el nivel de dificultad con que éste tendrá que negociar. El hecho es que con una ingeniería nuestra proclive a gobiernos divididos, a pesar de que ya pasó sus más importantes reformas, requiere de cualquier forma de apoyo para que la segunda parte de su sexenio sea fructífera; piensen ustedes al menos en el reto que será la aprobación del próximo presupuesto el cual, según las declaraciones de su equipo, se restructurará totalmente; piensen ustedes que querrá tener la fuerza suficiente para controlar la nominación del candidato de su partido a sucederle, y que el PRI se conserve en los Pinos. En esta primera consideración están en juego las consecuencias de estas elecciones legislativas intermedias que nuestra normatividad dispone, elecciones que se han convertido en un especie de referéndum a los gobiernos en turno, prueba que desde la apertura política en México no han pasado ni Ernesto Zedillo, ni Vicente Fox, ni Felipe Calderón.

En segundo lugar, el 7 de junio próximo está igualmente en juego la recomposición del sistema de partidos en el país, debido al desencanto de varios simpatizantes que hace tres años le apostaron a que el PRI retomara el poder federal, en tanto su administración no ha demostrado en concreto la eficiencia prometida  -en particular a nivel de lo económico y del control de la violencia-; debido a la fragmentación de la izquierda o sea al debilitamiento del PRD por fugas de líderes en especial hacia el nuevo partido de Andrés Manuel López Obrador, Morena; debido a la coyuntura adversa tanto a priistas como a perredistas desde hace poco más de  seis meses, a partir de los acontecimientos de Tlatlaya e Iguala y las evidencias de corrupción e impunidad; debido a la oportunidad que ello ha significado para el PAN partido que ha visto subir el porcentaje de aquellos que declaran que votarían por el blanquiazul; debido a un PVEM que maniobró de suerte que se vislumbra puede erigirse al igual que  PRD y Morena en un futuro partido mediano; y debido por último a la incógnita de cuáles partidos chicos conservarán su registro. En este sentido está en juego si le diremos adiós, como parece, al sistema de tres partidos grandes a nivel federal, dos o dos y medio a lo sumo a nivel regional, a los que se sumaron con la pluralidad política unos cuantos partidos chicos cuyo peso contó en las coaliciones que a menudo conformaron por la competitividad de muchos procesos. En suma, está en juego qué tanto nuestro multipartidismo dejará de ser moderado, sobre todo si recordamos que a nivel subnacional comenzaba a decrecer el número de partidos y los distintos partidos parecían haber logrado mantener un voto más estable.

Estos puntos me obligan a abordar algunas ideas sobre lo que nos conviene a todos. Nos conviene un sistema de partidos sólido, representativo de nuestra ciudadanía y su diversidad. Ciertamente un sistema fundamentalmente tripartidista como al que habíamos llegado no era  suficiente. No estoy diciendo nada nuevo: ¿quién no lo ha dicho? Sin embargo muchos creen, y aquí yo disiento, que PRI, PAN y PRD se convirtieron en partidos muy similares, con políticos con los mismos vicios, y programas y políticas no diferenciadas. Yo parto de creer que, si bien los escándalos que nos indignan no han tenido color, estos partidos ni son lo mismo, ni hacen lo mismo; no representan a los mismos, ni hacen política de la misma manera; sus ideologías de fondo difieren, como difieren y son predecibles sus distintos posicionamientos.

Me interesa a partir de este reconocimiento llevarlos  a la consideración de que a pesar de que la política pueda disgustar, es una riqueza la mayor gama de opciones que en esta ocasión tenemos. Me opongo por tanto a aquellos que abogan por el abstencionismo, o el voto nulo. Este recurso es un voto por aquellos que llevan ventaja, y en México no tiene la suficiente trascendencia, porque por ejemplo el voto nulo a conciencia no se diferencia del voto anulado por error, ni siquiera se puede medir, y menos ser contabilizado como en otros países para restarles financiamiento público a los partidos políticos, lo que ya tiene sentido pero en México es una opción que no existe.

Entonces, me parece más interesante con base en las consecuencias que puede tener la próxima jornada electoral, sugerirles que consideren mejor su derecho en función de qué apoyos o contrapesos quieren para quienes gobiernan o han de gobernar en nuestro Congreso nacional y congresos estatales si es el caso, de quienes quieren de gobernadores o en sus presidencias municipales, si quieren que los partidos en el poder sigan gobernando o consideran conveniente una alternancia. Su decisión puede ser en virtud de los partidos, su desempeño real y el que consideren pueden obtener, en función también de los propios candidatos, y si quieren emitir un voto razonado entiendo que ni siquiera tienen que seguir las campañas que empiezan. Además de lo dicho, caben otras precisiones.

En las elecciones legislativas conviene el voto por su primera opción, aún lleve ésta las de perder, porque contará para los asientos plurinaminales. Recuerden que el voto por las coaliciones, es decir por más de un partido, en caso de no existir tal coalición se anulará, mientras si existe contará sólo para el candidato y no para el reparto de curules de representación proporcional. Otro caso es el de las elecciones donde hay un solo ganador, en las cuales puede serles convincente el votar por una segunda opción de su preferencia, en el caso de que su candidato parezca a todas luces que va a perder, pueda ganar otro que ven muy mal, y la distancia entre su primera opción y la segunda no sea de tanto peso. Este voto es el que se llama útil, y puede dar pie a votos suyos diferenciados, hacia los que también pueden inclinarse en la consideración que van a haber elecciones para cargos muy diferentes, y nuestras consideraciones para cada una de ellas debiera ser independiente, y nuestros votos no dejarse arrastrar por alguno de ellos.


¿Les parece interesante? ¿Lo pensarían aunque estuvieran por morirse si les aseguro que las próximas elecciones son históricas, porque no sólo se estrenará el INE y se elegirán más cargos que nunca, sino que además los resultados habrán de definir una nueva etapa de nuestra realidad política en un momento especialmente difícil?  ¿Los convenzo que resulta muy importante decidir sobre la mejor distribución del poder entre los menos peores de nuestros políticos, de los que infaliblemente vamos a depender?

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