martes, 7 de octubre de 2014

Difícil contexto de inicio de las próximas elecciones

A principios de junio del año que entra habrá elecciones en todo el país. Este día inicia el proceso federal que habrá de culminar en la renovación de la Cámara de Diputados, así como los  procesos locales de 17 entidades de la República donde se van a elegir nueve gobernadores más  renovar congresos locales, presidencias municipales y cabildos. La política avanza a una velocidad tal que hace un mes varios analistas consideraban que el Partido Revolucionario Institucional se posicionaba con ventaja y sin problemas en este proceso, dado el  éxito que tuvo la aprobación de las reformas estructurales y su reglamentación, y las contradicciones internas de los partidos de oposición, aunado a los indicios de repunte de la economía. Incluso la apreciación del trabajo del Presidente empezaba a remontar. Pero los escenarios pueden cambiar.
 Hoy podemos apreciar que la fragilidad de nuestra democracia es mayúscula. Los riesgos vienen de parte de la insuperable falta de confianza en las instituciones electorales, de la rapidez con la que se desbordan los movimientos sociales que rebasan a los partidos políticos, y del recrudecimiento de la violencia en el país que relativizan la posibilidad de que los conflictos sociales se resuelvan a través de la competencia, la negociación y el acuerdo.
La reforma política y su reglamentación fueron exigidas a la administración federal actual como precondición para negociar otras reformas, particularmente la energética, de forma tal que el Instituto Nacional Electoral (INE) y los Organismos Públicos Locales (OPLES) remplazaron al Instituto Federal Electoral (IFE) y a los institutos electorales estatales. La nacionalización de los procesos electorales fue una demanda de la oposición al PRI que veía, en la estructura que se dejó atrás, la posibilidad para los gobernadores (dos terceras partes de los cuales emanan del tricolor) de intervenir en las contiendas. Pese a la oposición de muchos expertos, la presión por el cambio fue mayor y quedó en pie un sistema en el que el INE sobrerregula todavía más los procesos electorales que el IFE. Se dirá que el INE tendrá únicamente un papel rector de los procesos electorales locales, pero la verdad es que no sólo expedirá normas para la organización y  la vigilancia de las elecciones con miras a la homogeneización de su calidad, sino además se encargará  de la fiscalización del gasto de los partidos (tarea que hubiera podido delegar en los OPLES mas no ha querido), y podrá asumir parcial o totalmente ciertos comicios antes de comenzados, o atraerlos en cualquier momento, a juicio de dos terceras partes de su Consejo que además ha debido elegir la semana pasada a los siete consejeros electorales de 18 OPLES (en Oaxaca lo hizo también porque supongo habrá comicios por usos y costumbres). El margen de la discrecionalidad es bárbara; no nos engañemos. No nos extrañemos tampoco que los jugadores, los mismos que votaron a favor de este sistema, confiesen ahora no tener certeza de los primeros resultados que se producen.
Por lo pronto la selección de los consejeros electorales estatales está siendo cuestionada por perredistas y panistas, como por intelectuales. El PRD incluso inició una controversia frente al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. El Presidente del INE, Lorenzo Córdoba, ha defendido que la selección fue transparente y consistió en una convocatoria a la cual respondieron más de 1300 aspirantes. Después de la valoración de los requisitos, de un examen que preparó el CENEVAL con la ayuda de un grupo de académicos y de un ensayo presencial a cargo del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM quedaron aproximadamente 600, mismos que fueron calificados por cada uno de los consejeros quedando 267 postulantes que fueron entrevistados y de los cuales salieron los 126 que conocemos. Sin embargo no dice que a los académicos sólo se les encargó reactivos para contenidos que bien pudieron filtrarse, que los dos turnos del examen dieron pie a sospechas, que hubieron quejas y hasta impugnaciones de algunos participantes, con cambios en los dos sentidos de la lista de expedientes a revisar y, lo más grave, que un grupo de cinco consejeros calificó por igual a todos de forma que impuso su criterio sobre quienes deberían pasar a entrevista, o sea que pudieron vetar y facilitarles el camino a quienes quisieron.
La lista de consejeros, dicen quienes protestan, favorece a los priistas. Resulta ya no ridículo, sino de verdad triste. Se quejaban de que los congresos locales dominados por el PRI injerían en la conformación de los institutos electorales locales y los controlaban, ahora se quejan que los consejeros nacionales hicieron su selección con tinte partidista. La verdad es que antes, como ahora, han pesado las afinidades de los aspirantes; la diferencia es que ahora la afinidad que pesó fue con las dirigencias nacionales de los partidos a través de los consejeros nacionales que pudieron colar, y no como antes con los grupos partidistas estatales a través de los diputados locales. Por lo demás ha quedado probado el que ha llegado a su límite la formula de selección de los árbitros electorales bajo el falso supuesto de que la suma de las parcialidades produce imparcialidad. También ha quedado probado que los partidos políticos en pugna con el partido gobernante sacan gran provecho de declarar que los procesos no son creíbles. Las próximas elecciones tendrán este vicio de origen muy conveniente para ellos.
Por si no fuera poco las marchas y protestas de estudiantes del Instituto Politécnico Nacional y la actitud gubernamental reflejan un contexto político difícil. Los movimientos sociales pueden prender como cerillo y el gobierno no está dispuesto a exponerse. Cedió en todo, hasta hizo renunciar a la directora de la institución, mas no ha logrado desmantelar el problema. Por el contrario los maestros ya preparan su pliego de peticiones. El Secretario de Gobernación habrá querido colgarse una medalla, pero jugó con pólvora.
La violación del estado de derecho en México es el marco de nuestra democracia y la limita. El gobierno, como en el caso del Poli, tiene que responder rápido y a veces lo hace mal como en el caso de Tlatlaya en el Estado de México. Las correcciones llegan, pero tarde. Su euforia de estar controlando la inseguridad es desmentida rápidamente por el recrudecimiento de incidentes en Guerrero. Pudiera ser que sea este un mensaje del crimen organizado exclusivo para el gobierno perredista de Ángel Aguirre y de un PRD que estaba viendo con agrado la postulación por Morena del secretario estatal de Salud Lázaro Mazón, en vez del presidente municipal de Acapulco de Movimiento Ciudadano Luis Walton con más arrastre, una vez solucionada la postulación de Armando Ríos Piter como su candidato a la gubernatura y para alcalde de la joya del puerto del hijo del gobernador. Pues no: vino el lamentable desenlace de la manifestación de normalistas en Iguala, el ataque a un camión de jóvenes futbolistas, el recrudecimiento de la violencia que ha producido varias víctimas y hasta el asesinato del secretario general del PAN en el estado.
La infiltración del narcotráfico en política ha quedado una vez más comprobada. El gobierno federal no pudo, a su pesar, hacerse de lado. La Procuraduría tomó en manos la investigación de los hechos en Iguala, donde la gendarmería ha asumido ya la seguridad.
Ni hablar: este es el contexto en el que empiezan las próximas elecciones. Resulta desastroso.