miércoles, 21 de mayo de 2014

Elecciones internas del PAN

La relección de Gustavo Madero en la dirigencia del Partido Acción Nacional, tras el proceso interno que culminó el domingo pasado, no le sorprendió a nadie pese a que en los últimos tiempos del cuarto de guerra de su competidor, el senador Ernesto Cordero, se presumieron encuestas que aseguraban una pelea más cerrada entre ambos candidatos, o que de plano le daban el triunfo a Cordero. No fue así: Madero ganó por más de trece puntos, dos puntos más de lo que estimaban casas encuestadoras serias como la del periódico Reforma.

Esta relección no le sorprende hoy a nadie pero pocos podíamos sin embargo imaginarla a principios del actual sexenio, luego de que el expresidente Felipe Calderón ante la fuerza abrumadora del PRI para su regreso al poder presidencial uno dejó sola a Josefina Vásquez Mota en su campaña  del 2012, dos se dedicó a colocar a su gente de candidatos al Congreso para de ganar su fuerza quedara asegurada, y tres le facilitó a Enrique Peña Nieto la transición política que implicó la segunda alternancia al país. Los analistas casi todos pensábamos entonces que los calderonistas serían los interlocutores del nuevo Presidente, particularmente Ernesto Cordero que había quedado de líder de su fracción en la Cámara de Senadores, más no fue así. La política de Peña Nieto se encaminó a negociar fuertemente en miras a desarrollar una gestión transformadora del país, más para ello optó con pactar con las dirigencias de los partidos de oposición, o sea en el caso del PAN con Gustavo Madero quien precisamente había llegado al frente del partido sin el apoyo de Calderón cuyo candidato había sido Roberto Gil.

De entonces a la fecha Gustavo Madero cosechó el haber hecho avanzar, gracias a su capacidad negociadora, la agenda panista más de lo que avanzó durante los dos sexenios en que el PAN ocupó la presidencia de México. Cosechó más que las críticas que atrajo por haberse vendido, como algunos sostuvieron, al gobierno actual. Ernesto Cordero no pudo con esto como no pudo conservar su papel de líder de los senadores panistas. Tampoco pudo con el hecho que Madero logró imponer un tipo de elección directa en la que su posición en el partido le favorecía, ni con el apoyo que recibió de gobernadores panistas como Moreno Valle de Puebla y Guillermo Padrés de Sonora y de las estructuras claves del PAN como son las del Distrito Federal, el Estado de México, Jalisco (pese a las escisiones que ahí se sucedieron), Nuevo León y Veracruz.

En vano Ernesto Cordero pretendió ubicarse como doctrinario para descalificar de pragmático a Madero y su gente. Este truco le había servido a Felipe Calderón cuando le impuso su candidatura a la Presidencia a Vicente Fox, pero no le sirvió a Cordero. ¿Cómo creerle al protegido político de quien impulsara como Calderón las coaliciones PAN-PRD que era doctrinario, cómo creérselo al más perredista de los panistas? Como en 2012 su imagen probó no funcionar, no convencer. Así no pudo quitarse de encima las críticas a los fracasos del sexenio de Calderón, que se acentuaron con información privilegiada que seguramente soltó el gobierno de Peña Nieto como es el escándalo de Oceanografía que implica a calderonistas destacados en tráfico de influencias y negocios turbios, en la medida en la que la relección de Madero le es conveniente. La negociación con él ha probado ser posible, cara pero posible y provechosa. A tal grado quedó atrapado Cordero en estas críticas (flaco favor le hizo por cierto el apoyo tardío de Margarita Zavala) que evidencias tan serias de corrupción, como son el asunto de los moches a los legisladores para bajarle recursos a los municipios y los otorgamientos obscuros de permisos para casinos y centros de apuestas de cercanos de Madero, no afectaron los resultados de la elección.

Quedaron de manifiesto varias cosas. El PAN se parece cada día más al PRI, partido que tanto criticó. La elección directa desató una guerra sucia que muchos creen que puede afectarlo, pero que se resolverá bien pronto. Fue esta una disputa entre camarillas bien parecidas. El voto panista seguirá estando ahí; se seguirá sintiendo ahí donde el partido está enraizado y crecerá donde juegue bien. Con la derrota de Cordero queda sepultada el poder de Felipe Caderón en su partido, el cual sí había controlado varios años: piénsese en las dirigencias de Germán Martínez y César Nava. Quedó sepultado un  grupo político que tuvo su oportunidad histórica y que le hizo perder al PAN el poder presidencial. No era perdonable para la mayoría de los panistas. Con el triunfo de Madero gana él y su equipo, gana Peña Nieto, mas no es tampoco seguro que ganen los panistas quienes en todo caso para recuperar lo que perdieron tendrán que encontrar algún liderazgo más convincente, y hacer del PAN una alternativa de oposición interesante para el electorado pues con su voto no le alcanza.


Lo que sucedió el domingo fue una victoria anunciada, evidente desde hace varios meses, pero no así en enero del año pasado. Confieso que en mi cálculo, al menos, falló dimensionar la pérdida de poder en este caso de Calderón al dejar los Pinos. Su capital se agotó, a la vez que su rival, Madero, resultó ser más hábil de lo que esperaba y de lo que los analistas veíamos. Lo reconozco, así como les comento, que también fallé en creer que Ernesto Cordero cuestionaría el proceso y declararía que había habido fraude. No fue así.