martes, 28 de enero de 2014

El PAN, disputas y riesgos

Empezando este año decidí dedicar algunos comentarios a analizar la coyuntura de los distintos partidos políticos de frente a los retos  que significan para algunos de ellos el próximo cambio de su dirigencia, el arduo trabajo que se avecina para sus fracciones parlamentarias y el preparar el terreno para su mejor desempeño en las elecciones intermedias del 2015. Particularmente en el PRD y en el PAN se ha desatado una importante lucha abierta entre sus grupos internos en la que destacaron en un principio  posicionamientos diferenciados sobre el rol de oposición leal al proyecto de gobierno del actual Presidente, que a fin de cuentas jugaron durante 2013 ambos partidos. Con el desacuerdo de toda la izquierda a la reforma energética, la crítica en el partido del sol azteca al apoyo a Peña Nieto ha menguado, si bien persisten unas visiones más moderadas y otras más radicales del camino a seguir para no verse afectados por una fragmentación. Con ello curiosamente es en el PAN en donde los líderes se están dando con todo, creando una situación de la que hoy doy cuenta.
No es la primera vez que las disputas entre panistas se complican. Recordemos que en 1976 incluso fueron incapaces de ponerse de acuerdo para nombrar un candidato para la contienda presidencial. Entonces fue José López Portillo quien no tuvo contrincantes exacerbando la crisis de legitimidad que el sistema político venía expresando, lo que abrió paso a la liberalización cristalizada en la reforma electoral de 1977. Sin embargo en aquel entonces, como en otras ocasiones, se enfrentaban a diferencia de ahora líneas ideológicas distintas. Corderistas y maderistas hoy sólo representan dos camarillas igual de pragmáticas.
En efecto suponiendo que el interlocutor panista del gobierno hubiera sido Ernesto Cordero, en vez de Gustavo Madero, igual le hubiera entrado al Pacto por México y de haber tenido el control de la maquinaria del partido igual hubiera manipulado las asambleas del blanquiazul  para cambiar a su conveniencia sus estatutos o quizás en su caso no cambiarlos, e igual hubiera manejado el Consejo Nacional del fin de semana antepasado para conformar una Comisión Nacional Organizadora de la elección muy probablemente  en mayo de la nueva dirigencia, aunque de haber sido el caso ni tal Consejo ni tal elección se hubieran tenido que posponer.
Hay, por otra parte, otras diferencias en los pleitos actuales en el seno del PAN en comparación con los que se han dado en el pasado. Hoy sus líderes saben que si bien perdieron el poder federal, en la nueva realidad política la oposición que representan tiene un gran precio que se traduce no sólo en una capacidad considerable de influir en el desarrollo de la política y en el destino de la nación (en estos meses los panistas han logrado sacar con más eficiencia su agenda, que durante los dos sexenios en los que estuvieron en los Pinos). Además de ello se traduce en el control de los grandes recursos del partido y de sus gobiernos estatales y municipales, por lo que el control de la selección de candidatos a esos puestos es vital.
Por lo mismo, quizás otro punto más a señalar en cuanto a las novedades de las disputas actuales entre sus líderes es el que han llegado a criticarse al punto de afectar seriamente la imagen del partido, de por sí ya deteriorada por el desgaste de sus años en el gobierno. Las acusaciones han ido de un lado a otro sin tregua y hacia la opinión pública; lo más trascendente ha sido la corrupción que ello transparentó,  la cual permeó a un partido que durante años criticó por lo mismo al PRI. El poder al parecer los hizo caer en los mismos vicios, que resultan luego entonces inherentes al sistema. Aquí, cabe señalar que el señalamiento del uso discrecional por parte de Cordero del dinero destinado a la bancada del PAN en el Senado es infinitamente menos grave que las comisiones que diputados panistas aparentemente han pedido para bajarles recursos a sus alcaldes. Tal acusación se hizo contra Luis Alberto Villarreal al frente de los diputados del partido quien es conocidamente cercano a Madero, por lo que este último trató de bajarle al escándalo, a la par que se hizo de lado.
En suma, en su lucha por la dirigencia del partido Cordero ha disparado todos los cartuchos en su mano y ha tenido que enfrentar asimismo el desprestigio de haber sido grabado urdiendo su plan. Como el acceso a tales grabaciones requiere de una complicidad gubernamental, todo demuestra que la permanencia de Madero es mejor vista en todo caso por el equipo cercano del Presidente, porque su lealtad en miras a la aprobación de las leyes reglamentarias pendientes de las reformas estructurales es asunto probado.
Basada en ello y en el hecho que Madero tiene de su parte a los gobernadores panistas de Sonora y Puebla (las malas lenguas dicen que cambiaron de bando de Cordero a Madero, porque los peñistas los amenazan con expedientes que les han armado), y de su parte también a los dirigentes del partido en otras entidades donde se concentran los votos que van a definir la renovación de su Comité Ejecutivo Nacional como son el Distrito Federal, el Estado de México y Veracruz, algunos especialistas dicen que será la crónica de una relección anunciada. No obstante, aún están aquellos que quieren creer lo contrario con base a encuestas que se han realizado que miden que Josefina Vásquez Mota que aún no se ha descartado de la contienda tiene más popularidad que Madero, como la tiene Cordero. Igualmente creen que a este último ha regresado a México a apoyarlo Felipe Calderón.
A saber qué pasará, pero Calderón también puede haber ya pactado con Madero, sobre la base de obtener a cambio apoyo para una futura candidatura a la presidencia de su mujer Margarita Zavala quien de siempre ha sido distante de Cordero.
En fin es un pleito de camarillas que a mi parecer despierta las críticas de los antipanistas, pero que a diferencia de lo que sucede en el PRD no corre el riesgo de minar al electorado del PAN. Me baso en sus resultados de las elecciones del año pasado, que no se vieron determinadas por este lavadero. Querámoslo o no, seguirá siendo el partido del electorado conservador en México que es persistente y fiel, aunque en ocasiones no salga a votar. O sea, goza de buena salud y enriquece al espectro político del país.

martes, 14 de enero de 2014

PRD, circunstancias, oportunidades y riesgos

Un sistema político democrático requiere de partidos fuertes que representen suficientes opciones por las cuales los electores puedan inclinarse en el ejercicio de sus derechos ciudadanos. En este sentido a nadie beneficia una izquierda fragmentada cuyo principal partido el PRD corra los riesgos que actualmente atraviesa de frente a un gobierno federal que en su primer año de gestión logró, pese a la falta de resultados, una eficiencia indiscutible en la aprobación de las grandes reformas que se propuso y que considera son la clave para la transformación del país y el desarrollo de su economía. En este camino la política de Enrique Peña Nieto en un afán negociador admirado más en el extranjero que en México le permitió a la dirigencia perredista participar en su proyecto, e incluso determinar en buena medida la reforma hacendaria, no sin las críticas de los grupos internos del partido que la acusaron de entreguista por su pertenencia al Pacto por México, hasta que la reforma energética la sacó de esta jugada y le empezó a hacer pagar sus costos.

Sin embargo hoy también la oposición a la privatización del petroleo le da la oportunidad al partido del sol azteca de reconciliar intereses entre sus tribus en miras a la renovación de sus órganos centrales incluida la presidencia, además del acercamiento con el Partido del Trabajo y Movimiento Ciudadano y particularmente con Morena, el partido que Andrés Manuel López Obrador se ha propuesto registrar y que de conseguirlo puede arrebatarle una parte de su electorado. Al respecto cabe considerar que el contexto político de 2014 se encuentra definido principalmente por un gobierno que se propone aterrizar las leyes secundarias y reglamentos operativos de las reformas alcanzadas en 2013 y dar el salto que prepare al PRI para enfrentar las elecciones de 2015, en las que una izquierda dividida puede beneficiarlo como lo benefician los pleitos entre camarillas panistas.

Ahora bien, la unidad de la izquierda si bien es un objetivo deseable no es fácil porque pasa por los intereses encontrados en el propio PRD, partido en el que diferentes protagonistas se arrebatan el abanderamiento de tal cruzada y buscan asegurar sus espacios. Las principales cabezas son hoy los chuchos que se aprestan a retener la dirigencia en manos de Nueva Izquierda lo que se traduce en que Jesus Zambrano le entregue la estafeta a Carlos Navarrete. A decir de los conocedores esto parece algo inevitable, mas sigue haciendo su lucha Marcelo Ebrard exjefe de gobierno del Distrito Federal del Movimiento Progresista, por quien declara Manuel Camacho cuyo discurso inició en los medios el llamado al frente común que comento con ustedes, e incluso indirectamente se ha apuntado Cuauhtémoc Cárdenas como líder moral del partido y defensor del petróleo mexicano. Sobre éste se llegó a filtrar, a saber si sea cierto, la cuota que solicitaba de cinco candidaturas a diputados federales y dos secretarías del Comité Ejecutivo Nacional. Por último, otro candidato a la presidencia del PRD es Carlos Sotelo del Movimiento Nacional Patria Digna.

Respecto a la renovación de los órganos directivos que se llevará a cabo a mediados de año, el jueves pasado quedó instalada en el PRD la comisión de reglamentos para las elecciones internas que será el marco legal no solo para la votación por el presidente nacional, sino por cada una de las dirigencias en los estados. Igualmente se hicieron las precisiones necesarias sobre el proceso de afiliación al partido para facilitar la adhesión al mismo, tal como lo acordaron los integrantes de la Comisión Política. Por último, con miras a la realización de su próximo Consejo Nacional a celebrarse tentativamente el próximo 5 de febrero, se conformó otro grupo de trabajo que procesará los distintos reglamentos derivados de las reformas al Estatuto del instituto político que se acordaron en el Congreso Nacional de noviembre pasado.

En esta coyuntura entran en juego otras importantes voces como la del líder perredista en el Senado Miguel Barbosa quien de vuelta a la vida pública, tras trastornos en su salud por la diabetes que expusieron su vida y lo sometieron a una amputación, aprovecha  su situación para con el apoyo incluso de los senadores de corte radical como Alejandro Encinas expresar su distanciamiento con la posición entreguista a Peña Nieto que llevó al partido a apoyar causas impopulares como es el aumento de impuestos. En sus declaraciones sobresale el papel central que tendrá su grupo en la discusión de la  ley que regula la consulta popular que han enviado los diputados, a través de la cual pudiera sustentarse la imposibilidad de echar atrás la reforma energética por esta vía en las elecciones de 2015 como pretende la izquierda completa.

Hoy por hoy, todas estas voces claman a favor de las causas comunes de la izquierda y advierten del debilitamiento que su fragmentación conllevaría. Le han hecho por lo mismo un llamado a López Obrador de vuelta también en política, tras una hospitalización de origen cardiaco, quien los desatiende convencido quizás que morirán devorados por ellos mismos (en especial rechaza a los chuchos), y más ocupado en que al parecer aún requiere 113,000 afiliados más para finales de mes, si bien ya realizó 20 de las 23 asambleas necesarias para el registro de Morena. Como algunos señalan puede ser que Morena esté haciendo una apuesta arriesgada: desfondar al PRD y desaparecer o fusionar bajo sus siglas al PT y Movimiento Ciudadano, cuyos representantes en el Congreso se han alineado al lopezobradorismo.        

Así las cosas, los problemas del PRD no son sólo producto de las luchas entre los personajes que acuna, sino en que no encuentra rumbo de diferenciación ideológica con otros partidos, por lo que su oposición a la reforma energética es una oportunidad. Esta oportunidad lo vuelve sin embargo monotemático y lo aísla de la definición del destino del país. De hecho lo regresa a una posición anacrónica, porque ni siquiera ofrece razones de fondo a su política energética más allá del anuncio de que la nueva normatividad afectará a Pemex y propiciará corrupción, cuando tales peligros los pueden alejar las leyes secundarias de la reforma. Al menos los perredistas han afirmado que participarán en su formulación, aunque resulte contradictorio.


Para bien de la democracia, la izquierda de México requiere de una buena sacudida que no únicamente la reunifique, sino que la lleve a la definición de su proyecto alternativo de nación en el terreno económico, político y social. Porque podrá estar eventualmente equivocado en su política el gobierno actual, pero tiene un proyecto. La izquierda no puede apostar su sobrevivencia al fracaso del mismo, sino a la altura de su propio proyecto que ejecute en los gobiernos en su poder y promuevan políticos de una altura que no tienen siempre los suyos.