jueves, 4 de diciembre de 2014

Crisis y responsabilidad universitaria. A dos años de gobierno de Enrique Peña Nieto.

Hace veintisiete años, si partimos de la reforma política promovida por Jesús Reyes Heroles en 1977, inició la transformación lenta de un sistema semiautoritario que se había reproducido con éxito en México desde un partido hegemónico luego de la Revolución, modelo que desde casi dos décadas atrás se había empezado a cuestionar y que resultó insostenible cuando la economía dejó de poder alimentar a las  bases clientelares del Estado interventor que lo sostenía. El cambio fue promovido desde los grupos que habían sido más favorecidos por el sistema, desde la clase media que forjó, desde los grupos poblacionales con mayor educación, así entonces desde las universidades que se habían convertido en el centro de discusión y debate de los problemas nacionales. La UNAM en particular fue promotora del cambio en el país, con una posición crítica que nos enorgullece recordar. Su papel se reconoce como semillero de análisis e ideas para esta evolución gradual, y como centro de formación de políticos de las nuevas generaciones de un México más plural. Más adelante, de su seno salieron el grueso de los primeros árbitros de las también nuevas elecciones.

Quiero recordar lo anterior para señalar que este papel contrasta con la paulatina pérdida que al menos la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (donde trabajo) ha sufrido de ser foro importante de discusión de esta misma transformación que México experimentó, con sus alcances y limitaciones. ¿Qué sucedió? La propia pluralidad política alcanzada desplazó la crítica a los partidos políticos y a los medios de comunicación, que se beneficiaron de la liberalización del sistema. En ellos encontraron cabida algunos académicos, mientras el trabajo de la mayoría perdió contacto con la realidad o la capacidad de influir en la vida política que era su objeto de estudio. Sin dejar de reconocer que esta situación ha sido responsabilidad de los mismos profesores e investigadores, también lo ha sido de las autoridades universitarias las cuales han ido fomentando un papel cada vez más conformista en sus cuerpos académicos, para que los movimientos estudiantiles radicales que vienen reproduciéndose en su seno permanezcan quizás aislados.

La contradicción señalada cobra hoy en día una nueva dimensión frente a la más importante crisis política que nuestro país ha atravesado en décadas, una crisis que ha despertado a miles de consciencias desencantadas con razón de lo que les trajo la supuesta democracia, lo que les cuesta un sistema de partidos insuficiente en tanto no encuentran en él representación, en tanto los sienten atrapados por el legado de nuestro pasado, en tanto seguimos siendo un país en donde las leyes nos se cumplen, en donde la corrupción atrapa a políticos de todos los colores, un país además al que el cambio de modelo de desarrollo no le trajo frutos en erradicación de la pobreza o crecimiento, sino sólo parece haberlo hecho un país más desigual, grotescamente injusto por lo que el crimen organizado pudo penetrarlo como lo ha hecho.

La contradicción cobra una nueva dimensión porque desde la Universidad esta toma de conciencia producto de la crisis y esta incipiente organización social del reclamo la debemos permitir, pero no tan sólo señalando como se ha hecho que se debe respetar sin que entorpezca el buen funcionamiento de la institución, sino que debemos abanderarla y orientarla. No podemos privilegiar el juicio moderado frente a los acontecimientos que han desencadenado las protestas, símbolo de lo que había venido sucediendo en México sin que pareciera ya importarnos,  frente a la lentitud y errores de quienes tenían y tienen que hacerse responsables de ellos, frente a la violencia innecesaria contra manifestantes desplegada por las fuerzas encargadas de mantener el orden, frente a la arbitrariedad e ilegalidad de arrestos cuando lo son. De aquí que no avale yo la moderación de los pronunciamientos de las autoridades de mi casa de estudios por afinidades políticas, de suerte que se hacen un tanto cómplices del amedrentamiento de las voces críticas y  de la criminalización de la protesta social.

Por el contrario, pienso que la Universidad debe darle cara a estos tiempos, debe promover la discusión de lo que está sucediendo en este país, debe fomentar el estudio objetivo de los hechos, de si existe la posibilidad de intereses detrás de ellos o que estén alimentando las reacciones de la sociedad a ellos, de cómo y por qué se ha podido extender esta crisis, de sus verdaderas causas, de sus riesgos sí, pero también de las oportunidades que podría abrir si se encauzara bien, si despertara por parte del gobierno federal como no lo ha hecho respuestas más rápidas y acertadas, más autocríticas, más humildes, más abiertas a cambiar de rumbo. Las propuestas del Presidente de la República que dio a conocer la semana pasada, desgraciadamente no van por ese lado, ni auguran buen futuro. Pareciera que se está apostando al desmantelamiento de lo que erróneamente se ve todavía como tropiezo coyuntural de una gestión que se había trazado objetivos que no quiere cambiar. Esta necedad la entiendo, lo que no alcanzo a entender es la cantidad de errores que el equipo de Peña Nieto ha cometido, en su discurso, en la toma de medidas, en no contar totalmente con el ejército, en el actuar fuera de las normas de los cuerpos policiacos, en no haber dimensionado quizás los intereses que ha afectado, en la cola que tiene que le pisen, en hacer política como en el pasado o peor que en el pasado cuando las nuevas tecnologías producen afortunadamente mayor velocidad en la información y mayor capacidad de respuesta. De eficiente y ejemplar ha tenido poco.


Así termina su segundo año de gobierno nuestro Presidente, con la interrogante de si superará esta crisis, lo que a mi parecer con todo es deseable, como lo es el refortalecimiento de nuestras instituciones, incluyendo los partidos políticos, a la par que es deseable el mantenimiento de una sociedad participativa y exigente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario