martes, 26 de agosto de 2014

Sobre consultas populares y partidos políticos frente al 2015

Las perspectivas de las elecciones del 2015 han cambiado el escenario y los posicionamientos de los actores políticos de nuestro sistema. Ningún partido político quiere quedarse atrás frente a alguna jugada relevante de algún rival, mientras todos aprovechan las nuevas herramientas que ellos mismos dispusieron aún a costa de que pierdan su sentido. Me refiero en particular a las consultas populares que ya anunciaron que quieren hacer algunos de ellos como el PRD y como Morena sobre la reforma energética, el PAN sobre el salario mínimo y el PRI sobre el tamaño del Congreso.
Con ello vemos a qué punto se está malentendiendo tanto las ventajas de la democracia representativa como las bondades de mecanismos de democracia directa que pueden implementarse de forma complementaria a ella. La democracia indirecta no sólo resuelve el gobierno de grandes poblaciones; además en principio pone la toma de decisiones en manos de profesionales y protege al poder público de su control por parte de intereses privados, en particular grupos de poder y medios de comunicación. Sin embargo los gobiernos democráticos sí tienen la obligación de justificar sus políticas, hacerlas transparentes y rendir cuentas de sus actos. La ciudadanía no debiera además sólo ser consultada para la elección de sus representantes, sino también en la medida de lo posible para orientar políticas concretas sobre las cuales pueden omitir opiniones, no cualquier tipo de políticas, sino políticas de orden muy puntual que influyan en su cotidianidad sobre las que sin duda su postura cuenta. Sólo en estos casos -que no debieran ser pocos- entiendo la consulta ciudadana, mas los temas que los partidos han señalado no me parecen ser de este orden. Son temas importantísimos cierto, pero que han sido presentados por los partidos de cara al beneficio electoral que calculan les pueden rendir.
Me da pena que la izquierda no haya sabido defenderse en las tribunas parlamentarias contra una apertura total en el ramo energético que muchos tememos, en el marco de los vicios de nuestra realidad política. No convenció su diagnóstico de las necesidades urgentes en el ramo, no supo presentar un proyecto alternativo, no supo contener el extremismo con el que se impuso la reforma y tiró la toalla cuando de crear los mecanismos de transparencia de tal apertura se trataba. Increíble que haya sido el PAN el que dio una batalla constructiva sobre este renglón. ¿Qué pretende la izquierda con su consulta? ¿Confundir a la ciudadanía? ¿Mentirle? Probablemente, con lo que demuestra que su intención es mantener a su electorado, no ser rebasada por posición alguna que se sustente en la cultura antimperialista cuyo conservadurismo puede exhibir una discusión seria sobre las condiciones actuales de la extracción petrolera y la producción energética en México.
El PAN no es menos tramposo cuando hace suya la inquietud por el salario mínimo, expresada por el jefe de gobierno de la Ciudad de México Miguel Ángel Mancera. Mienten los panistas porque se sabe que el salario mínimo ha perdido creo que 70% de su valor en los últimos treinta años, los primeros de los cuales su contención fue un mecanismo de ajuste macroeconómico para después volverse muy difícil su recuperación, al haberse convertido en una medida para el cálculo de muchos precios, las multas por ejemplo. El PAN sabe que la urgencia principal es deslindar al salario mínimo de tal sobreutilización y que su aumento no puede ser más que acordado por todas las partes involucradas para contener los costos de tal incremento, ya que automáticamente los tendría. Pareciera sin embargo que el PAN ha visto en el tema un vehículo para obtener popularidad (quien puede dudar que la inmensa mayoría de los electores estaría en una consulta a favor de salarios mínimos más altos), y que los panistas no deben considerar ser mal vistos por el ala empresarial que los apoyan porque de hecho no están discutiendo la cuestión de fondo que es la permanencia de un modelo de desarrollo basado en una fuerza de trabajo barata, modelo que ha hecho más eficiente que antaño la inversión, facilitado el enriquecimiento y fomentado desigualdades inmorales.
Pero el PRI sí que demostró más colmillo en esta coyuntura al recuperar la vieja propuesta de Enrique Peña Nieto, cuando siendo todavía gobernador del Estado de México en 2010 se discutía la propuesta de reforma política de Felipe Calderón que incluía la segunda vuelta electoral como mecanismo para obtener mayorías en el Congreso. Peña Nieto reviró entonces con otro mecanismo de hecho posible que es el recorte de diputados plurinominales, siendo los priistas tan fuertes para ganar distritos uninominales aunque sea en elecciones cerradas, e incluso cuestionaba entonces -lo que ahora no- los límites acordados de sobrerrepresentación. Cabe decir sin embargo que ahora, además, el PRI añade la consulta sobre la eliminación de las senadurías por representación proporcional. Con tal consulta se apuntaría sin duda una chuza a favor de sus intereses. Me explico.
La consulta de los priistas no sólo sería distractora en buen momento, sería muy bienvenida por muchos mexicanos cansados de los políticos, de tantos políticos que aparentemente cuestan tan caro y hacen tan poco. Estos mexicanos no pueden medir que un sistema electoral mixto como el nuestro aseguró la apertura política en México, trajo mayor representación y permitió que el legislativo se convirtiera en un contrapoder a la voluntad presidencial antaño todopoderosa. No pueden saber que se pueden aprobar otros mecanismos para obtener mayorías, otras formas de diseñar las boletas electorales por ejemplo porque la segunda vuelta que reiteradamente se ha discutido sin convencer tampoco me convence, pero sí otras maneras de contar los votos o de disponer los calendarios electorales, con la finalidad de promover la construcción de mayorías -si así se quiere- porque además cabe discutir sus bondades, de las mayorías me refiero. Miren, Peña Nieto ni las necesitó para sus reformas, aunque ahora le facilitarían la segunda mitad de su sexenio. Claro.

En fin que tanto priistas como panistas y perredistas y López Obrador distorsionan el sentido de las consultas populares y las tratan de manipular en su beneficio partidista, cuando los mexicanos deberíamos exigirlas en beneficio nuestro.

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