La vida política se aceleró hace año y
medio con el regreso del PRI al poder, en tanto las fuerzas políticas se
reacomodaron y el Presidente actual puso en marcha un programa ambicioso que
implicó la aprobación de las reformas estructurales y la negociación de sus
leyes reglamentarias. Este período, como notan la mayoría de los analistas,
está pronto a concluir.
Como las leyes reglamentarias en materia de
telecomunicación, las energéticas se sacarán seguramente adelante a través de
la misma política de conciliación que ha mantenido el gobierno de permitir lo
más posible el que sus propuestas sean intervenidas por la oposición panista y
perredista. Ni así los panistas han logrado acuerdos totales en sus propias
bancadas mientras los perredistas, temerosos de ser rebasados por la izquierda,
han preferido no responsabilizarse de los resultados que han contribuido a
generar.
En estos términos no puede dudarse de la
eficiencia de un gobierno que ha sabido enfrentar los límites de un sistema
pluripartidista y de representación mixta, a la vez que presidencialista, que
no permite la conformación fácil de mayorías parlamentarias y que hasta ahora
no le otorgaba a los partidos no gobernantes incentivos para cooperar en el
Congreso. La capacidad política del equipo de
Peña Nieto no ha sido puesto en duda y más bien se ha analizado la buen
jugada que han hecho los panistas sobre todo Gustavo Madero quien pudo
relegirse y desplazar a los calderonistas, en contraste con las dificultades
que enfrentan los perredistas cuyos usuales conflictos internos han sido
potenciados por la escisión de Andrés Manuel López Obrador.
¿Qué viene ahora? Algunos señalan que el
esfuerzo del Presidente no parece estarle rindiendo frutos. Se basan en la baja
popularidad que mantiene en las encuestas y en que al parecer la ciudadanía no
está interesada en las reformas porque no las entienden, ni pueden demostrar
beneficios inmediatos a pesar de que se pueda creer que lleguen a generarlos. Y
a saber porque la reforma laboral, en cuya aprobación a finales de 2012 ya
intervino el gobierno electo, no atrajo los empleos que prometió y la reforma
fiscal a decir de muchos especialistas fue un error como lo fueron otros malos
manejos en el empleo del gasto público.
En este sentido es que se alega que el gobierno no ha sabido explicarse lo
suficiente, cuando la sociedad enfrenta una situación económica que deja que
desear si bien hay algunos signos de recuperación. En consecuencia estos
analistas sostienen que la suerte de los priistas estará en cómo sepan mover
sus fichas en el nuevo contexto prelectoral y que el 2015 los pude llevar a un
retroceso. Yo no lo creo así.
En primer lugar no creo que Peña Nieto haya
puesto todas sus cartas en las reformas, ni que haya sacrificado de más en su
aprobación. El análisis prospectivo sobre el 2015 no debe limitarse a la
popularidad del Presidente sino mantener como eje la fuerza de los priistas,
que ha sido mucho menos golpeada de lo que se cree. La fuerza de los priistas
desde hace más de veinte años radica en su capacidad territorial de sumar votos
y no en sus aliados sindicales que las reformas estructurales golpean. Esta
capacidad es mucho mayor que la que suponen aquellos legisladores que
promovieron la reforma político electoral para frenar la posible manipulación
electoral de ciertos gobernadores. Esta capacidad contrasta con una oposición
poco disciplina, fragmentada y débil en la mayoría de los estados.
Tomemos como ejemplo las elecciones locales
en Coahuila, Nayarit y Puebla del domingo 6 de julio pasado. Mientras que en
2012 en Coahuila el panismo se había mantenido más unido que el año anterior en
que los priistas pudieron conservar la gubernatura con una ventaja de más de
veinte puntos, y por lo mismo pudo disputar de cerca el primer lugar en la
elección presidencial, o mientras que en 2013 en las elecciones municipales
ganó Torreón, ahora en las elecciones para diputados locales (con una
participación muy baja eso sí) el PRI le sacó doce puntos de ventaja y se llevó
carro completo y la mayoría absoluta en el congreso estatal. ¿Qué consecuencias
tuvo entonces el escándalo provocado por el endeudamiento de Humberto Moreira?
El actual gobernador, hermano suyo, logró darle la vuelta.
En Nayarit la coalición PAN-PRD de facto, pese a que no incluyó a
toda la izquierda en tanto el PRD nayarita es de ala moderada y el PT y
Movimiento Ciudadano se fueron por su cuenta, resultó más competitiva por lo
que hay dos lecturas. La primera es constatar que los priistas no rindieron
malas cuentas al ganar en seis de los ocho distritos, más 16 de 20
ayuntamientos. Otra lectura sin embargo es reconocer que el proceso estuvo
plagado de acusaciones de intervencionismo del gobernador Roberto Sandoval y
concretamente se llegó incluso a quitarle el puesto a una funcionaria de
Sedesol. Además también se debe señalar que el PRI perdió Tepic y otros dos
municipios Ahuacatlán y Xalisco en manos de la coalición, más San Blas en donde
ganó un candidato independiente, municipios que concentran cerca del 60% de la
población. Pero aquí cuidado: los candidatos ganadores son de extracción
panista, como los son los dos candidatos que ganaron curules uninominales. El
PRD no fue rival para el PRI, lo fue el PAN. No obstante debe también verse que
este partido, que ahora tiene un buen precandidato a la gubernatura en la
figura del edil de la capital Polo Domínguez, tiene contradicciones internas y
sufre fugas como fue la del propio candidato independiente de San Blas, Hilario
Ramírez a quien habrá que ver si no se le perseguirá de oficio por su confesión
de haber robado al erario público.
En suma, el poder de las coaliciones contra
el PRI es limitado y amplía es todavía su capacidad de maniobra, a excepción de
las entidades gobernadas por una oposición hábil como es la del gobernador Rafael
Moreno Valle de Puebla. Eso comprobaron las elecciones extraordinarias de hace
unos días en dicha entidad.
Con esta fortaleza del PRI, el gobierno
federal enfrenta este nuevo periodo político. Su alianza casi total con el
Partido Verde es buena, como lo es su posibilidad de ir con el PANAL en la
mayoría de los estados. Además veo algo, que no ha sido señalado por nadie que
yo sepa, en el registro de los tres nuevos partidos avalado recientemente por
el INE. Todos los comentarios han caído sobre MORENA, con la justa razón de la
expectativa de golpe a la izquierda que este partido representa. Los otros dos
partidos, a saber el Partido Encuentro Social y el Partido Humanista, son
partidos que pueden hacerle el juego a los priistas. El PES ya se ha aliado con
él en Baja California donde se creó como partido local, y el Partido Humanista lo preside Ignacio Yris Salomón, un ex
dirigente de la Confederación Nacional Campesina.
Peña Nieto no le apostó todo a las reformas
estructurales: es un político de más alcance que ha trabajado en varios frentes.
Un ejemplo último, también en materia político electoral, es la manera en que
parece querer aprovechar el posible debilitamiento del PRD fortaleciendo a un
PRI olvidado y desprestigiado desde donde ahora quiere hacer crecer a su
equipo.
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