jueves, 17 de julio de 2014

Más allá de la aprobación de las leyes reglamentarias

La vida política se aceleró hace año y medio con el regreso del PRI al poder, en tanto las fuerzas políticas se reacomodaron y el Presidente actual puso en marcha un programa ambicioso que implicó la aprobación de las reformas estructurales y la negociación de sus leyes reglamentarias. Este período, como notan la mayoría de los analistas, está pronto a concluir.

Como las leyes reglamentarias en materia de telecomunicación, las energéticas se sacarán seguramente adelante a través de la misma política de conciliación que ha mantenido el gobierno de permitir lo más posible el que sus propuestas sean intervenidas por la oposición panista y perredista. Ni así los panistas han logrado acuerdos totales en sus propias bancadas mientras los perredistas, temerosos de ser rebasados por la izquierda, han preferido no responsabilizarse de los resultados que han contribuido a generar.

En estos términos no puede dudarse de la eficiencia de un gobierno que ha sabido enfrentar los límites de un sistema pluripartidista y de representación mixta, a la vez que presidencialista, que no permite la conformación fácil de mayorías parlamentarias y que hasta ahora no le otorgaba a los partidos no gobernantes incentivos para cooperar en el Congreso. La capacidad política del equipo de  Peña Nieto no ha sido puesto en duda y más bien se ha analizado la buen jugada que han hecho los panistas sobre todo Gustavo Madero quien pudo relegirse y desplazar a los calderonistas, en contraste con las dificultades que enfrentan los perredistas cuyos usuales conflictos internos han sido potenciados por la escisión de Andrés Manuel López Obrador.

¿Qué viene ahora? Algunos señalan que el esfuerzo del Presidente no parece estarle rindiendo frutos. Se basan en la baja popularidad que mantiene en las encuestas y en que al parecer la ciudadanía no está interesada en las reformas porque no las entienden, ni pueden demostrar beneficios inmediatos a pesar de que se pueda creer que lleguen a generarlos. Y a saber porque la reforma laboral, en cuya aprobación a finales de 2012 ya intervino el gobierno electo, no atrajo los empleos que prometió y la reforma fiscal a decir de muchos especialistas fue un error como lo fueron otros malos manejos  en el empleo del gasto público. En este sentido es que se alega que el gobierno no ha sabido explicarse lo suficiente, cuando la sociedad enfrenta una situación económica que deja que desear si bien hay algunos signos de recuperación. En consecuencia estos analistas sostienen que la suerte de los priistas estará en cómo sepan mover sus fichas en el nuevo contexto prelectoral y que el 2015 los pude llevar a un retroceso. Yo no lo creo así.

En primer lugar no creo que Peña Nieto haya puesto todas sus cartas en las reformas, ni que haya sacrificado de más en su aprobación. El análisis prospectivo sobre el 2015 no debe limitarse a la popularidad del Presidente sino mantener como eje la fuerza de los priistas, que ha sido mucho menos golpeada de lo que se cree. La fuerza de los priistas desde hace más de veinte años radica en su capacidad territorial de sumar votos y no en sus aliados sindicales que las reformas estructurales golpean. Esta capacidad es mucho mayor que la que suponen aquellos legisladores que promovieron la reforma político electoral para frenar la posible manipulación electoral de ciertos gobernadores. Esta capacidad contrasta con una oposición poco disciplina, fragmentada y débil en la mayoría de los estados.

Tomemos como ejemplo las elecciones locales en Coahuila, Nayarit y Puebla del domingo 6 de julio pasado. Mientras que en 2012 en Coahuila el panismo se había mantenido más unido que el año anterior en que los priistas pudieron conservar la gubernatura con una ventaja de más de veinte puntos, y por lo mismo pudo disputar de cerca el primer lugar en la elección presidencial, o mientras que en 2013 en las elecciones municipales ganó Torreón, ahora en las elecciones para diputados locales (con una participación muy baja eso sí) el PRI le sacó doce puntos de ventaja y se llevó carro completo y la mayoría absoluta en el congreso estatal. ¿Qué consecuencias tuvo entonces el escándalo provocado por el endeudamiento de Humberto Moreira? El actual gobernador, hermano suyo, logró darle la vuelta.

En Nayarit la coalición  PAN-PRD de facto, pese a que no incluyó a toda la izquierda en tanto el PRD nayarita es de ala moderada y el PT y Movimiento Ciudadano se fueron por su cuenta, resultó más competitiva por lo que hay dos lecturas. La primera es constatar que los priistas no rindieron malas cuentas al ganar en seis de los ocho distritos, más 16 de 20 ayuntamientos. Otra lectura sin embargo es reconocer que el proceso estuvo plagado de acusaciones de intervencionismo del gobernador Roberto Sandoval y concretamente se llegó incluso a quitarle el puesto a una funcionaria de Sedesol. Además también se debe señalar que el PRI perdió Tepic y otros dos municipios Ahuacatlán y Xalisco en manos de la coalición, más San Blas en donde ganó un candidato independiente, municipios que concentran cerca del 60% de la población. Pero aquí cuidado: los candidatos ganadores son de extracción panista, como los son los dos candidatos que ganaron curules uninominales. El PRD no fue rival para el PRI, lo fue el PAN. No obstante debe también verse que este partido, que ahora tiene un buen precandidato a la gubernatura en la figura del edil de la capital Polo Domínguez, tiene contradicciones internas y sufre fugas como fue la del propio candidato independiente de San Blas, Hilario Ramírez a quien habrá que ver si no se le perseguirá de oficio por su confesión de haber robado al erario público.

En suma, el poder de las coaliciones contra el PRI es limitado y amplía es todavía su capacidad de maniobra, a excepción de las entidades gobernadas por una oposición hábil como es la del gobernador Rafael Moreno Valle de Puebla. Eso comprobaron las elecciones extraordinarias de hace unos días en dicha entidad.

Con esta fortaleza del PRI, el gobierno federal enfrenta este nuevo periodo político. Su alianza casi total con el Partido Verde es buena, como lo es su posibilidad de ir con el PANAL en la mayoría de los estados. Además veo algo, que no ha sido señalado por nadie que yo sepa, en el registro de los tres nuevos partidos avalado recientemente por el INE. Todos los comentarios han caído sobre MORENA, con la justa razón de la expectativa de golpe a la izquierda que este partido representa. Los otros dos partidos, a saber el Partido Encuentro Social y el Partido Humanista, son partidos que pueden hacerle el juego a los priistas. El PES ya se ha aliado con él en Baja California donde se creó como partido local, y el Partido Humanista lo preside Ignacio Yris Salomón, un ex dirigente de la Confederación Nacional Campesina.


Peña Nieto no le apostó todo a las reformas estructurales: es un político de más alcance que ha trabajado en varios frentes. Un ejemplo último, también en materia político electoral, es la manera en que parece querer aprovechar el posible debilitamiento del PRD fortaleciendo a un PRI olvidado y desprestigiado desde donde ahora quiere hacer crecer a su equipo.

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