Un sistema político democrático requiere de
partidos fuertes que representen suficientes opciones por las cuales los
electores puedan inclinarse en el ejercicio de sus derechos ciudadanos. En este
sentido a nadie beneficia una izquierda fragmentada cuyo principal partido el
PRD corra los riesgos que actualmente atraviesa de frente a un gobierno federal
que en su primer año de gestión logró, pese a la falta de resultados, una
eficiencia indiscutible en la aprobación de las grandes reformas que se propuso
y que considera son la clave para la transformación del país y el desarrollo de
su economía. En este camino la política de Enrique Peña Nieto en un afán
negociador admirado más en el extranjero que en México le permitió a la
dirigencia perredista participar en su proyecto, e incluso determinar en buena
medida la reforma hacendaria, no sin las críticas de los grupos internos del
partido que la acusaron de entreguista por su pertenencia al Pacto por México,
hasta que la reforma energética la sacó de esta jugada y le empezó a hacer
pagar sus costos.
Sin embargo hoy también la oposición a la
privatización del petroleo le da la oportunidad al partido del sol azteca de
reconciliar intereses entre sus tribus en miras a la renovación de sus órganos
centrales incluida la presidencia, además del acercamiento con el Partido del
Trabajo y Movimiento Ciudadano y particularmente con Morena, el partido que
Andrés Manuel López Obrador se ha propuesto registrar y que de conseguirlo
puede arrebatarle una parte de su electorado. Al respecto cabe considerar que
el contexto político de 2014 se encuentra definido principalmente por un
gobierno que se propone aterrizar las leyes secundarias y reglamentos
operativos de las reformas alcanzadas en 2013 y dar el salto que prepare al PRI
para enfrentar las elecciones de 2015, en las que una izquierda dividida puede
beneficiarlo como lo benefician los pleitos entre camarillas panistas.
Ahora bien, la unidad de la izquierda si
bien es un objetivo deseable no es fácil porque pasa por los intereses
encontrados en el propio PRD, partido en el que diferentes protagonistas se
arrebatan el abanderamiento de tal cruzada y buscan asegurar sus espacios. Las
principales cabezas son hoy los chuchos que se aprestan a retener la dirigencia
en manos de Nueva Izquierda lo que se traduce en que Jesus Zambrano le entregue
la estafeta a Carlos Navarrete. A decir de los conocedores esto parece algo
inevitable, mas sigue haciendo su lucha Marcelo Ebrard exjefe de gobierno del
Distrito Federal del Movimiento Progresista, por quien declara Manuel Camacho
cuyo discurso inició en los medios el llamado al frente común que comento con
ustedes, e incluso indirectamente se ha apuntado Cuauhtémoc Cárdenas como líder
moral del partido y defensor del petróleo mexicano. Sobre éste se llegó a
filtrar, a saber si sea cierto, la cuota que solicitaba de cinco candidaturas a
diputados federales y dos secretarías del Comité Ejecutivo Nacional. Por
último, otro candidato a la presidencia del PRD es Carlos Sotelo del Movimiento
Nacional Patria Digna.
Respecto a la renovación de los órganos
directivos que se llevará a cabo a mediados de año, el jueves
pasado quedó instalada en el PRD la comisión de reglamentos para las elecciones
internas que será el marco legal no solo para la votación por el presidente
nacional, sino por cada una de las dirigencias en los estados. Igualmente se hicieron
las precisiones necesarias sobre el proceso de afiliación al partido para
facilitar la adhesión al mismo, tal como lo acordaron los integrantes de la
Comisión Política. Por último, con miras a la realización de su próximo Consejo
Nacional a celebrarse tentativamente el próximo 5 de febrero, se conformó otro
grupo de trabajo que procesará los distintos reglamentos derivados de las
reformas al Estatuto del instituto político que
se acordaron en el Congreso Nacional de noviembre pasado.
En
esta coyuntura entran en juego otras importantes voces como la del líder
perredista en el Senado Miguel Barbosa quien de vuelta a la vida pública, tras
trastornos en su salud por la diabetes que expusieron su vida y lo sometieron a
una amputación, aprovecha su situación
para con el apoyo incluso de los senadores de corte radical como Alejandro Encinas
expresar su distanciamiento con la posición entreguista a Peña Nieto que llevó
al partido a apoyar causas impopulares como es el aumento de impuestos. En sus
declaraciones sobresale el papel central que tendrá su grupo en la discusión de
la ley que regula la consulta popular
que han enviado los diputados, a través de la cual pudiera sustentarse la
imposibilidad de echar atrás la reforma energética por esta vía en las elecciones
de 2015 como pretende la izquierda completa.
Hoy
por hoy, todas estas voces claman a favor de las causas comunes de la izquierda
y advierten del debilitamiento que su fragmentación conllevaría. Le han hecho
por lo mismo un llamado a López Obrador de vuelta también en política, tras una
hospitalización de origen cardiaco, quien los desatiende convencido quizás que
morirán devorados por ellos mismos (en especial rechaza a los chuchos), y más
ocupado en que al parecer aún requiere 113,000 afiliados más para finales de
mes, si bien ya realizó 20 de las 23 asambleas necesarias para el registro de
Morena. Como algunos señalan puede ser que Morena esté
haciendo una apuesta arriesgada: desfondar al PRD y desaparecer o fusionar bajo
sus siglas al PT y Movimiento Ciudadano, cuyos representantes en el Congreso se
han alineado al lopezobradorismo.
Así
las cosas, los problemas del PRD no son sólo producto de las luchas entre los
personajes que acuna, sino en que no encuentra rumbo de diferenciación
ideológica con otros partidos, por lo que su oposición a la reforma energética
es una oportunidad. Esta oportunidad lo vuelve sin embargo monotemático y lo aísla
de la definición del destino del país. De hecho lo regresa a una posición
anacrónica, porque ni siquiera ofrece razones de fondo a su política energética
más allá del anuncio de que la nueva normatividad afectará a Pemex y propiciará
corrupción, cuando tales peligros los pueden alejar las leyes secundarias de la
reforma. Al menos los perredistas han afirmado que participarán en su
formulación, aunque resulte contradictorio.
Para
bien de la democracia, la izquierda de México requiere de una buena sacudida
que no únicamente la reunifique, sino que la lleve a la definición de su
proyecto alternativo de nación en el terreno económico, político y social.
Porque podrá estar eventualmente equivocado en su política el gobierno actual,
pero tiene un proyecto. La izquierda no puede apostar su sobrevivencia al
fracaso del mismo, sino a la altura de su propio proyecto que ejecute en los
gobiernos en su poder y promuevan políticos de una altura que no tienen siempre
los suyos.
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