miércoles, 18 de diciembre de 2013

La Reforma Energética y sus costos

Con una determinación rayando en lo febril Enrique Peña Nieto ha logrado la aprobación de las reformas estructurales que se había propuesto sacar, si bien una parte de ellas carezca aún de leyes reglamentarias y tenga que enfrentar la crítica de especialistas en las distintas materias, pero sobre todo la crítica de una población creciente que duda que el gobierno vaya por buen camino. Empezaremos nuestro análisis resumiendo brevemente esta postura de la opinión pública, para centrarnos en la última de las reformas o sea la energética.

En los últimos tres meses Peña Nieto según Consulta Mitofsky  perdió siete puntos porcentuales en aprobación y de los últimos cinco presidentes tiene el peor promedio en su primer año de gobierno después de Ernesto Zedillo; en concreto con 55.1% de aprobación tiene 6.5 puntos menos que Felipe Calderón y 8.3 que Vicente Fox. Sin embargo, cabe decir que al término de este año bajó menos su aprobación de la inicial en relación a la manera en que se desplomó la de Fox (poco más de 20 puntos). También cabe recordar que Carlos Salinas había logrado remontar 12.2 puntos en los mismos doce meses. La misma encuesta refleja que si bien la reforma educativa gustó, la aprobación de las reformas de la segunda mitad del año desconcertó mientras que lo más importante que se le reconoce al Presidente es la ayuda a los damnificados y el que haya aumentado el prestigio internacional del país. Asimismo se le achacan los problemas económicos, y el que no disminuya ni la corrupción, ni la inseguridad.

Con este importante costo se sacaron adelante las reformas fiscal y energética, la primera cargada a la izquierda y aprobada con el consenso del PRD y la segunda a la derecha y aprobada con el consenso del PAN partido que a su vez marcó la reforma político-electoral que pidió a cambio. En todos los casos se llegó más lejos que lo que las iniciativas presidenciales pretendían. Se puede creer que Peña Nieto demostró tolerancia con sus adversarios y capacidad de negociación, características propias de un mandatario democrático, mas el proceso reflejó también que las negociaciones fueron mucho más ocultas que los reclamos de quienes se quedaron en cada caso fuera, con el resultado de haber precipitado cambios trascendentales para México sin haber ofrecido argumentos suficientes para los mismos.

En suma la ciudadanía está a mi parecer muy poco enterada del contenido de lo que el Congreso ha aprobado y es bombardeada por la inconformidad vehemente de los analistas siendo que sólo la minoría señala algunos logros que las reformas contienen (que ciertamente están ahí), y los menos son positivos sobre este primer año de regreso del PRI al poder federal. Así particularmente importante es la desinformación sobre la reforma energética y cae como balde de agua a generaciones marcadas por la veneración a la expropiación petrolera y el orgullo por la propiedad de nuestros recursos.

Es decir pocos saben que la producción de petróleo en México se había venido seriamente a la baja en los últimos años en que se fueron acabando nuestros hidrocarburos de fácil obtención, y el que no tenemos el capital para invertir en extracción más profunda, incierta y por ende cara. Sin ser especialista en la materia, me pregunto de verdad si la política de la izquierda inclinada a no hacer cambios a la constitución, y a reorganizar PEMEX atacando en especial el problema de su sindicato, hubiera sido suficiente para reactivar nuestra producción y economía. Me parece una postura de una izquierda conservadora que se ata a un pasado para mantener su clientela electoral, más que buscar el bien del país. A mi modo de pensar, sí se requerían cambios de fondo pero veamos que se votó y cómo.

La Comisión Federal de Electricidad y Pemex se reconocen como empresas productivas del Estado, nueva figura jurídica. En los hechos mientras en el primer caso la planeación, control del sistema eléctrico nacional, servicio público de transmisión y distribución de energía eléctrica no se concesionan como tampoco la explotación de minerales radiactivos, en el segundo caso de la exploración y extracción del petróleo se establecen nuevas modalidades de contratación como lo son los contratos de servicios, de utilidad compartida, de producción compartida y las concesiones o licencias. Estos contratos se pagarán respectivamente en efectivo, con un porcentaje de la utilidad, de la producción o una transmisión de hidrocarburos.

Por encima de Pemex, de cuyo consejo de administración sale su sindicato (estará presidido por el Secretario de Energía, con voto de calidad e incluirá la participación de cuatro consejeros más del gobierno  y cinco independientes), estará la Comisión Nacional de Hidrocarburos con otra dimensión de influencia que la que había venido teniendo, autónoma como la Comisión Reguladora de Energía, a la que como un contratista más Pemex tendrá que entregar toda su información geofísica, petrofísica y petroquímica. Sin embargo se prevé darle preferencia sobre los yacimientos rentables que escoja por explotar, en una primera ronda llamada cero.

La reformitis del Senado, cámara de origen de la reforma, ideó además varios órganos nuevos a saber la Agencia Nacional de Seguridad Industrial y de Protección al Medio Ambiente del Sector de Hidrocarburos, el Centro Nacional de Control de Energía y el Centro Nacional de Control de Gas Natural, además del Fondo Mexicano del Petroleo para la estabilización y el Desarrollo, encargado de administrar la riqueza petrolera que supuestamente se encargará de pagar la pensión universal y rescatar la economía nacional si cae en crisis.

Parece un mal chiste pero de frente a una necesidad real de cambio en el sector, en el Senado a través de cabildeos poco transparentes se logró la aprobación no de la privatización del mismo (afirmarlo es demagogia que busca confundir), pero sí de una gran apertura a la iniciativa privada sobre todo extranjera, que busca ser controlada a través de  una serie de dependencias de las que se puede prever más burocratización que control de la corrupción que se puede desencadenar. Inmediatamente en la Cámara de Diputados, la mano de  Manlio Fabio Beltrones aseguró el “fast track”.


En conclusión, entramos en un camino riesgoso en un supuesto que está por confirmarse: el que la reforma desencadenará desarrollo en México. Quizás mi espíritu navideño no me permite hacer una lectura anticipada demasiado pesimista. Quizás me detienen los comentarios de quienes se congratulan de no haberse quedado el proyecto de transformación en una posición intermedia, pero me digo también que la apertura gradual hubiera sido menos peligrosa. Entonces me pregunto qué tanto estará conforme nuestro Presidente con los logros alcanzados en este primer año de gobierno. ¿Habrá demostrado realmente capacidad de negociación, o más bien necedad, debilidad y negación del costo político que implican reformas cuyas bondades, de haberlas, tardarán en llegar?

martes, 3 de diciembre de 2013

El Pacto, el PRD y las reformas pendientes

Me pregunto si el gobierno actual en su insistencia de que la reforma energética sea aprobada este año y con ella se precipite también la reforma política no está cayendo en una necedad, como lo fue en otro terreno la política de combate al narcotráfico que caracterizó al sexenio pasado. No hay razón convincente que se haya expresado que me confirme la necesidad de tamaña prisa, y del costo que se está pagando por ello. En efecto en su insuficiente discusión, por más que se niegue, ha levantado de la mesa de discusiones al ala moderada del PRD, a pesar del resultado de su último Congreso Nacional llevado a cabo en Oaxtepec el fin de semana antepasado, en una posición que conviene primero explorar para después hacer una apreciación de esta coyuntura, además de realizar algunos pronósticos.

La dirigencia del PRD, no menos que la del PAN, había venido aplicándose en un juego muy difícil de oposición leal al gobierno con el peligro de ser rebasada por la izquierda radical y los lopezobraduristas. En este sentido tuvo un rol importante Cuauhtémoc Cárdenas y su férrea condena de una posible reforma energética que privatice mínimamente a PEMEX. Las circunstancias se volvieron estructuralmente imposibles para la permanencia de este partido en el acuerdo firmado hace un año, porque a pesar de su frustración por la aprobación de la reforma hacendaria los panistas se mostraron dispuestos a determinar la aprobación de la reforma energética a cambio de una reforma política aún disminuida en pretensiones. En este contexto es que el PRD abandonó, recientemente, el Pacto por México.

Explico más. Desde mi punto de vista los perredistas se enfrentaron a varios problemas. No vieron claro un compromiso formal por la reforma política del Distrito Federal. Tampoco vieron claro que el tema del rebase del tope de campañas en contiendas presidenciales provocara con la nueva normatividad la nulidad de las mismas. Otra cuestión que tampoco quedaba preciso fue que se incluyera la reglamentación de la consulta popular, reglamentación que quieren tener lista para el 2015 con la finalidad por ejemplo de si se considera oportuno poder someter a referéndum la Reforma Energética. Un asunto más es que todo dejaba ver que el Instituto Nacional Electoral (INE) entraría limitado en funciones en relación a lo que se había originalmente decidido, sin que desaparecieran los institutos electorales estatales y pudiendo relativamente atraer procesos locales. Los gobernadores no quedarían totalmente atados de manos en materia electoral. Además, al menos en los medios se manifestó la pretensión de un reparto por cuotas partidistas de sus once miembros, de los que corresponderían cinco al PRI,  cuatro al PAN y sólo dos al PRD.

A mi parecer, ello explica que sea ahora en la discusión de la reforma Política que el PRD se haya retirado y no hasta la discusión de la Reforma Energética. Para mi sorpresa, sin embargo, pareciera que la posición de Enrique Peña Nieto que hasta la reforma hacendaria había sido extremadamente flexible para conservar el consenso en torno a las reformas por él impulsadas, al grado que yo mismo expresé críticamente que parecía desconocer que esta política tiene un límite y que debería aplicar la regla de la mayoría, hoy considera oportuno dejar atrás al PRD como si la reforma energética no pudiera esperar al 2014, sin necesariamente perjudicarse por la creación de un INE sin la anuencia de los perredistas.

Es decir, critico la incomprensible prisa que se sostiene y el desconocimiento absoluto de aprobar una nueva normatividad electoral y nuevos árbitros sin el consenso de un partido hoy todavía tan importante como es el PRD. Algunos analistas ya se han expresado en este sentido, incluso recordándonos la triste experiencia de la conformación del Consejo General del casi difunto Instituto Federal Electoral en 2003 con la Presidencia de Luis Carlos Ugalde que llevó a la crisis postelectoral de 2006. Entonces también fue aprobado este consejo sin el PRD, y por un asunto similar de cuotas de repartición de los supuestos consejeros ciudadanos.

La cuestión es que en los próximos días tendremos al parecer otra Reforma Política trunca, pese a que impactará unos 60 artículos de la Constitución.  Ayer precisamente se aprobó en las comisiones de Puntos Constitucionales, Reforma del Estado, Gobernación, y Estudios Legislativos del Senado.  Esta Reforma avalará la creación de un Sistema Nacional Electoral que comprenderá el INE y los correspondientes órganos electorales de los estados. Sus bondades están por verse y más parece ser una demanda que no se pudo del todo echar atrás, pese a la oposición que generó en expertos. Al parecer los priistas tampoco están pudiendo detener la relección legislativa en tanto al retiro de los perredistas que estaban con ellos en contra de la misma, los panistas a favor quedaron fortalecidos. Sin embargo otra devenir fue el de la segunda vuelta electoral que supuestamente salió de las discusiones.

La reforma también incluirá al parecer la creación de una Ley de Partidos y modificaciones a los procedimientos electorales de los que destaco bases para la fiscalización en tiempo real, nuevas restricciones en materia de propaganda y el paso del umbral electoral de 2 a 3%.

Son varios detalles que habremos de analizar con tiempo, como los son algunos cambios que implican mayor injerencia del Congreso en los nombramientos de ciertos miembros del gabinete y la autonomía del Presidente de algunos órganos.


Esta misma semana se pretende que todo quede aprobado, aún en la Cámara de Diputados, para iniciar con la discusión de la Reforma Energética. Y todo ello sin el PRD que cómodamente cosecha la inconformidad de quienes ven en ello una locura de fin de año. ¿Qué opinan ustedes?