martes, 21 de mayo de 2013

La crisis del PAN


La remoción de Ernesto Cordero como líder de la fracción panista en el senado por Gustavo Madero, dirigente de su partido, la cual se anunció oficialmente el domingo pasado produce incertidumbre no sólo en el PAN sino en el conjunto del sistema de partidos en México y en la coyuntura política nacional.
El análisis de este suceso, a mi parecer, debe recorrer una historia que se teje en una visión de corto plazo desde el proceso que llevó a Madero al puesto que ocupa y que le hizo perder al expresidente Felipe Calderón el control que en el PAN había conquistado. Asimismo desde una visión de más largo plazo cabe remontarse a las contradicciones que desde los sesentas enfrentan en dicho partido a dos grupos, doctrinarios y pragmáticos, hoy representados por calderonistas y maderistas. Otro punto sería el estudiar las posibles consecuencias que esta crisis puede tener, perspectiva ésta que ha suscitado interpretaciones que considero equivocadas como el que la falta de unidad puede afectar al voto panista en las elecciones de julio próximo. Por el contrario, dimensionar la fuerza que el Partido Acción Nacional sigue representando el día de hoy permite ver que mal harían los panistas en dividirse y que lo más probable es que sabrán sortear este episodio de lucha por su liderazgo, que es lo que está detrás de los acontecimientos aludidos.
Si bien el PAN perdió el sexenio pasado siete gobiernos estatales: Aguascalientes, Jalisco, Morelos, Querétaro, San Luis Potosí, Tlaxcala y Yucatán, en casi todas estas entidades sigue siendo muy importante y además cabe considerar que logró conservar Guanajuato y tiene muy buenas perspectivas de hacer lo mismo en Baja California Norte. Además se hizo de los gobiernos de Baja California Sur y Sonora y se quedó con el control de Puebla y Sonora, donde llegó en coalición con el PRD. No es despreciable, como tampoco lo es el tener algunas capitales importantes como Hermosillo, Mérida, Monterrey o Puebla y Oaxaca, ambas que por cierto también se jugará en unas semanas. La votación del PAN lo mantiene  también como segunda fuerza electoral en estados priistas que nunca han vivido alternancias como Campeche, Coahuila, Colima, Durango, Tamaulipas y muy importante Veracruz, como en otros que ha recuperado como Chihuahua y Nuevo León. Por lo que se refiere al poder legislativo casi 23% de los diputados federales son panistas, 26% de los diputados locales también y casi 30% de los senadores. El blanquiazul gobierna asimismo 473 municipios,  o sea 19% en donde habitan 21.8 millones de mexicanos que son el 23% de la población. No es despreciable. Por eso es importante el próximo cambio de dirigencia que se avecina en el partido que pelean los calderonistas cuyo portavoz principal es el hoy depuesto Ernesto Cordero, en un contexto en que la actual dirigencia de Gustavo Madero ha sido la interlocutora de Enrique Peña Nieto para negociar las transformaciones que su administración quiere obtener para hacer trascendente su paso por la Presidencia de la República, en el marco del Pacto por México.
Ahora bien, la posición negociadora por la que optó Madero no puede disgustar a los calderonistas por pragmática, que sí lo es, sino porque es diametralmente opuesta a la que tuvieron los priistas durante los gobiernos panistas quienes no tuvieron sobre todo la segunda parte de los dos sexenios anteriores incentivos suficientes para cooperar con el ejecutivo en turno, y obstaculizaron sus políticas de suerte que se detuvieron las reformas que les hubieran permitido mejores resultados gubernamentales en su beneficio. Los priistas tuvieron razón: no cooperar los llevó de regreso a los Pinos y de cierta manera resulta injusto que hoy la dirigencia de Madero sí le vea sentido a una política de cooperación con Peña Nieto.
¿Qué es la que ha cambiado y enoja entonces a los calderonistas cuya fuerza principal está en el Senado, siendo que muy posiblemente también hubieran mantenido la misma posición de Madero de haber sido requeridos a hacerlo? Creo que el que el  Presidente haya precisamente establecido la mesa de negociación con la oposición fuera del Congreso y haya mantenido la interlocución política con Madero y no con ellos. Así se explica la severa crítica que emprendieron contra la dirigencia del PAN y que de hecho estaba debilitando a Madero frente a la selección de candidatos para las próximas elecciones y frente a la renovación que se viene de la misma.
Pero Madero tuvo la gran oportunidad de exhibir maniobras de priistas que supuestamente probaban su intención de usar electoralmente ciertos programas sociales. Amenazó con retirar al PAN del Pacto y obtuvo un compromiso que pretende asegurar equidad en las contiendas. En su momento de gloria se lanza así contra el líder de sus senadores, Ernesto Cordero, quien no sólo venía oponiéndose públicamente a él sino que también se atrevió a presentar en coordinación con el líder de los perredistas en la Cámara Alta, Miguel Barbosa, un proyecto de reforma política alterno al que el dirigente del PAN ya había anunciado para ser discutido en el seno del Pacto por México.
Ahora bien en un primer momento, Madero había dicho que el desempeño de Cordero sería discutido en una reunión que convocaría para hoy con el grupo parlamentario. Pero la remoción de Cordero se precipitó por las declaraciones de varios senadores en respaldo a éste. (Al parecer 32 de 38 senadores estaban en tal posición.) Incluso se llegó a lanzar la advertencia de que, si el dirigente del PAN hacía uso de su atribución legal de poder remover a su líder, podía provocar la división de la bancada.
Así las cosas, no se sabe aún como terminarán estas desavenencias, mas yo no creo que sea en debilitamiento del PAN en las próximas elecciones. Baso mi pronóstico uno en el reconocimiento que las disputas entre camarillas del PAN que estos eventos reflejan se sitúan a nivel nacional de la política, y que los resultados de la elección estatal y de las elecciones locales que se avecinan dependen de correlaciones de fuerzas y coyunturas regionales, y  dos que todo parece indicar que Peña Nieto puede estar viendo ventajas en el avance electoral de los grupos partidistas de oposición que negocian con él de suerte que se mantengan en el Pacto, al grado de  poder haber acordado con ellos un perfil bajo de candidaturas y campañas del PRI en ciertas plazas.
Madero tenía que moverse a toda prisa y así lo hizo. Lo inmediato será saber quién remplazará a Cordero y cómo reaccionarán los calderonistas. No hay que olvidar que siguen muy fuertes sobre todo en el Senado y ellos, a diferencia de Madero, tienen asegurado su lugar en la arena política por seis años. Falta conocer la redistribución del poder que se derive de las próximas elecciones y sobre todo de las de 2015, para evaluar las decisiones de los actores que actualmente  interactúan en la arena política.  Estamos a la mitad de un primer acto. Igualmente mucho puede suceder todavía hasta el cambio de dirigencia del PAN que es lo que ha estado particularmente en juego en esto que hoy analizamos.

martes, 7 de mayo de 2013

Sobre transparencia y rendición de cuentas


Hace diez años Thomas Carothers publicó una crítica al llamado paradigma de la transición para explicar el por qué varios países que con entusiasmo habían emprendido procesos de democratización se habían quedado estancados en lo que denominó una zona gris.  En su análisis sostiene que en muchos de estos países se han instaurados  elecciones regulares y competitivas y se mantiene una sociedad civil independiente, mas se han hecho funcionales déficits que atribuye ya sea a un pluralismo débil, en donde los partidos funcionan sobre todo como redes clientelares,  ya sea a procesos electorales no del todo fraudulentos pero si dudosos, en la medida en la que resulta borrosa la línea entre las fuerzas que controlan el poder y el partido dominante, mientras el Estado se mantiene débil y alcanza un pobre desempeño.
Después de doce años de gobiernos panistas el PRI ha regresado a los Pinos con un proyecto modernizador cuyo alcance ya podemos comentar, con base en los primeros cuatro meses del actual sexenio. Desde que Enrique Peña Nieto empezó a luchar por la presidencia fue claro en su discurso la urgencia que veía en rescatar gobernabilidad en el país a través de un ejercicio del poder eficiente que fuera fortaleciendo al Estado, el cual había caído en el dilema de ejecutivos debilitados frente a legislativos plurales que habían perdido incentivos para cooperar en el buen desempeño público. Para él, las reformas estructurales que México ha venido necesitando para catapultar su desarrollo requerían de un liderazgo competente e incluyente que se tradujera en habilidad política para construir consensos. De las reformas estructurales habló durante su campaña y recién empezó su administración suscribió con las fuerzas más importantes del país el Pacto por México a través del cual ha empezado a sacar adelante algunas de las herramientas que requiere la transformación que quiere para el país (tal es el caso de la reforma educativa y en telecomunicaciones), mas no todas. En efecto he sostenido en varias ocasiones que el Pacto es una de los recursos a su alcance, pero juega en varios tableros.
Pero lo que aquí me ocupa, y comento hoy con ustedes, es que en su proyecto también incluyó una agenda política, la cual tras la impugnación a su elección inmediatamente dio a conocer. Entonces mencionó tres iniciativas que promovería: contra la corrupción, a favor de la ampliación de facultades del Instituto Federal de Acceso a la Información y Protección de Datos, y finalmente de control ciudadano del gasto gubernamental en medios de comunicación. A propósito de la zona gris en la que según lo que les comentaba decía Carothers se han estancado las democracias de varios países, parecía que el nuevo gobierno no se limitaba a entender que el buen desempeño democrático depende de gobiernos fuertes y eficientes sino también de un sistema de partidos construido más allá del clientelismo, partidos que se enfrenten en elecciones totalmente equitativas, por lo que el PRI en particular tenía que dejar atrás viejas prácticas que lo habían caracterizado al son de una nueva era.
Dos noticias recientes desmienten el que así sea. La primera la reveló el escándalo que aún no termina respecto al supuesto uso electoral que se le querían dar a programas sociales en Veracruz, según una acusación que lanzó el PAN, y luego retomó al PRD. Desgraciadamente los dirigentes de ambos partidos han pretendido más ganar terreno para los grupos internos que representan con esta acusación, que entrarle de lleno al problema de la transparencia y la rendición de cuentas en México. Por su parte, el PRI y el gobierno se han rehusado hasta ahora enfrentar con la fuerza debida dichas denuncias hasta las últimas consecuencias y más bien han querido demostrar su fuerza frente a las amenazas.
Lo anterior me ha hecho tristemente dudar de la voluntad de cambiar seriamente al país en este terreno, y encuentro otra prueba que quiero comentarles en el estudio del periodo de sesiones que acaba de terminar hace una semana en el Congreso. Según los medios el Senado y la Cámara de Diputados produjeron 77 reformas en siete meses. Además como 75 de ellas no emanaron del Pacto, algunos ingenuamente dicen se mantuvo la independencia de dicho poder. Sin embargo debemos reconocer que las dos reformas más relevantes que ya mencionamos se cocinaron fuera del Congreso, como se empezaron a cocinar las más relevantes de las 75 que se quedaron a mitad del camino.
Sin menospreciar que el trabajo en estos meses de la LXII Legislatura supera 44% lo hecho en el mismo periodo en el gobierno de Felipe calderón y 136% lo correspondiente en el de Vicente Fox, cabe señalar como gran preocupación respecto a lo que vengo argumentando el que precisamente quedaron rezagadas uno la creación de la Comisión Nacional Anticorrupción y de comisiones estatales en la misma materia,  dos la reforma para fortalecer al IFAI y tres la eliminación del fuero para todos los servidores públicos.
Por lo que se refiere al primer punto se cruzaron visiones encontradas sobre el alcance de la comisión que se buscaba crear. Al parecer, nótese, el PRI impulsó un modelo de comisión que le negaría posibilidades de ejercer acción penal en delitos de corrupción y la limitaría a poder acusar funcionarios en el ámbito administrativo. El PAN y el PRD querían por el contario otorgar a dicha comisión la capacidad de perseguir los actos de corrupción y a los funcionarios a los que se les probara delitos. Incluso, en el diseño de los panistas, la comisión debería convertirse en una fiscalía. No hubo acuerdo.
Por lo que toca al fortalecimiento del IFAI pereciera que también se atoró porque los diputados priistas interpusieron 29 reservas al dictamen, en un intento por reducir la fuerza que se le pretendía dar al instituto. Así plantearon que las resoluciones del IFAI sí pudieran ser impugnadas cuando el Senado había propuesto que no. Además las reservas también excluían a los partidos políticos como sujetos obligados a la transparencia. Tampoco hubo acuerdo, pero a decir de algunos analistas la cortina de humo en este terreno surgió de la controversia sobre si se debían o no quedar los comisionados actuales o no, y en cómo se debieran designar (en concreto si convenía que siguiera siendo a propuesta del Ejecutivo o de la sociedad).
Por último, el tema de la eliminación del fuero a los funcionarios que actualmente gozan de él quedó en la obscuridad precisamente el si hubo mano negra, que yo lo dudo, para intentar mantenerle el derecho al titular del ejecutivo pero ello detuvo la reforma.
Perdónenme la nostalgia que me da el haber realizado el año pasado una estancia académica en Francia donde en los últimos dos meses renunció al gabinete y a su asiento en el Parlamento un ministro al que se le descubrieron inversiones en un paraíso fiscal, donde se investiga a la exsecretaria de Economía hoy a la cabeza del FMI por parcialidad hace unos años en un disputa entre una empresa y un banco y donde el expresidente Sarkosy es investigado a fondo por sus gastos en campaña en 2007. La realidad política francesa hoy menos que nunca es envidiable, pero lejos estamos de haber alcanzado los niveles de transparencia y rendición de cuentas de su sistema político. Y el gran problema es que dudo de que haya voluntad política de avanzar hacia esa meta. Es gris nuestra democracia.