martes, 16 de octubre de 2012

Sobre debates presidenciales. El caso de la elección norteamericana 2012


En los últimos años los analistas políticos hemos mostrado interés en la polémica sobre si los debates que se llevan a cabo entre candidatos a puestos de elección popular afectan, o no, las preferencias electorales. Hasta hace unos días yo era de aquellas que sostenía, con base en estudios empíricos, que los espectadores de los mismos no definen en ellos su voto y juzgan el desempeño de los participantes según ideas preconcebidas. Sin embargo, el primer debate que tuvieron  el demócrata Barack Obama actual Presidente de Estados Unidos y su contrincante republicano Mitt Romney el pasado 3 de octubre en la Universidad de Denver me ha hecho dudar sobre mi planteamiento.

Previo a este debate, de acuerdo a las encuestas, Romney tenía las elecciones perdidas. Los sondeos entonces situaban a Obama con alrededor de 51% de los potenciales electores contra 45% para Romney; algunos incluso le daban a principios de septiembre once puntos de ventaja al Presidente. Entonces Romney hacía esfuerzos desesperados por alcanzarlo. Por ejemplo aseguró que respetaría los permisos de trabajo temporales de los jóvenes indocumentados, según una política implementada por su contendiente Obama.   

Una vez concluido ese primer debate, no faltó quien viera que ambos candidatos se habían esforzado por igual por presentar la diferencia de sus planes para enfrentar los principales problemas económicos de su país: la creación de empleos y la reducción del déficit fiscal. Incluso se afirmó que Obama había acusado reiteradamente a Romney sobre querer recortar impuestos a quienes tienen ingresos altos, con lo que le dificultó el enfocarse en sus propuestas. El candidato republicano, decían, sólo describió su programa en términos generales sin entrar en detalles más allá de mencionar sus cinco pilares fundamentales. Pero lo cierto es que fueron más quienes consideraron más sólido el desempeño de Romney y lo percibieron como un candidato moderado que tiene nuevas ideas y  más capacidad.

Así, pese a que Obama sí especificó sus propuestas las cuales incluyen dar mayor impulso a la educación, manteniendo bajo el costo de los préstamos educativos, incentivar a las empresas para que mantengan sus operaciones y reducir la dependencia energética a través de la promoción del desarrollo de fuentes alternas, apareció para la mayoría como poco asertivo y directo (incluso le reprocharon no ser suficientemente agresivo o sea mantenerse pasivo de frente a un Romney que demostró más energía), de tal suerte que pasado este primer enfrentamiento ambos candidatos según varios estudios aparecieron como empatados. Más adelante, o sea  la semana pasada, Romney superó al fin al Presidente. En un sondeo 49% de los votantes respondieron que sufragarían a su favor, contra 45% que lo harían por Obama.

Es por ello que el jueves 11 de octubre, en el primero y único debate vicepresidencial celebrado en Kentucky con un carácter menos rígido, el vicepresidente Joe Biden arremetió contra el proyecto del aspirante a su cargo republicano -el conservador Paul Ryan- y su pareja Romney acusándolos de sostener ideas viejas y erróneas a favor de los ricos, mientras buscó presentar a Obama como defensor de la clase media.  La respuesta de Ryan fue acusar a Obama y Biden de buscar atemorizar a los votantes en la medida que no tienen a su parecer un récord que defender.

En estas circunstancias, aunque ayer se decía que la fuga de votos de los demócratas parecía estarse deteniendo al diluirse el efecto del primer debate presidencial, va a ser muy importante el segundo de ellos que se celebrará precisamente hoy en la Universidad de Hofstra en Hempstead, Nueva York. Hay fuentes que aseguran que Barack Obama ha hecho una autocrítica (alguien comentó que sabe que durante el primer debate Romney tuvo una mejor noche). Así piensa cambiar de táctica, en suma ser más desafiante, y se ha preparando para ello con sus asesores. El punto será el explicar el por qué él es una mejor opción para la clase media y la importancia que tiene que ésta sea próspera en función de su visión respecto adónde deberían ir como país.

Los republicanos por su parte responden que, aún con una mejor estrategia, Obama no puede cambiar su historial y que esta elección se trata precisamente de evaluar su administración y su falta de resultados.

Con estos comentarios, la pregunta que me hago es el por qué las preferencias electorales  sí se han visto en este caso modificadas por esta práctica de los debates. Considero que se debe a lo cerrado de una contienda que se está definiendo poco en función de identidades partidistas y más en función de una álgida discusión de los temas nacionales que rondan en el ambiente político, con proyectos muy contrastivos en los que tanto está en riesgo. Todo apunta a que los electores se interesan de forma creciente en las discusiones públicas y que acumulan información que les permite evaluar y posicionarse.      

Veamos que depara esta segundo puesta en escena de los contendientes de la elección presidencial de nuestros vecinos, y recuerden que la tercera y última será en Florida el 22 de octubre.

Venezuela, elecciones 2012


El próximo domingo 7 de octubre serán llamados a las urnas cerca de 19 millones de venezolanos en una elección que interesa por la fuerza creciente que ha ido ganando Henrique Capriles, de la llamada Mesa de la Unidad Democrática, candidato opositor a Hugo Chávez quien conseguirá casi seguro su tercera reelección. En efecto los sondeos no muestran una tendencia única, pero el panorama está dominado por estudios que le otorgan la victoria al Presidente con una ventaja de entre 2 y casi 20 puntos. Por cierto ya han dejado de poderse publicar. En este escenario centenares de miles de seguidores de Capriles tomaron anteayer las principales calles de Caracas para marchar hasta la principal avenida de la ciudad, la avenida Bolívar emblemática por sus seis carriles de ancho y dos kilómetros de longitud.

Este cierre de campaña tras doce años del gobierno popular de Chavez hace reflexionar sobre la fragilidad de la democracia de la cual era ejemplo Venezuela, cuyas instituciones cayeron en un proyecto de nobles objetivos sociales quizás pero que se ha desarrollado sin frenos y contrapesos, por lo que a decir de los críticos ha generado contradicciones y está agotado. También recuerda esta creciente oposición, la cual se ha abierto difícilmente camino en un país dominado por el oficialismo hegemónico, el que no puede considerarse democrático ningún poder que se anquilosa aún si ha producido buenos resultados.

La democracia es un sistema en el que caben diferentes ingenierías, por ejemplo diferentes formas de gobierno, composición del Congreso, diferentes números de cámaras o sistemas electorales siempre bajo el mismo principio de la mayoría a través de elecciones libres y competitivas. En este sentido, a diferencia de lo que muchos piensan todavía en México la reelección no es incompatible con el juego democrático, bajo condiciones que lejos de impedir la concentración del poder busquen por el contrario un mejor rendimiento ante la perspectiva de volver a competir, e igualmente aseguren mayor calidad democrática derivada de la rendición de cuentas. Mas si se abusa de la norma de la reelección, y más aún si se vuelve indefinida, pierde su efecto positivo.

Así resulta patético que Hugo Chavez se presente el domingo próximo a elecciones con una fuerza que hace pensar que se quedará al menos cerca de veinte años en el poder, si su salud se lo permite ya que este hombre de 58 años enfrentó en febrero pasado una recaída del cáncer pélvico contra el que viene luchando desde hace más de un año. Cabe aclarar que, tras varios meses de radioterapia, en julio anunció que estaba recuperado pero ante multitudes fervientes le pide a Dios vida porque –dice- está en juego la Patria.

En suma bajo principios democráticos no se puede defender por ningún motivo la permanencia exagerada en un cargo, a pesar del alcance de los logros que en este caso pueden para algunos ser muchos sobre todo en materia de salud y en materia educativa. La larga permanencia en el poder siempre permite el abuso y se vuelve un obstáculo para la persecución de las políticas públicas. En este caso los analistas han señalado la corrupción y el dispendio de los recursos petroleros, la inflación, la polarización social y la alta criminalidad. Por eso el llamado de Capriles ha tenido eco, porque es un llamado a la paz, a la moderación y a la tolerancia. El mismo no se considera un redentor como el Presidente, pero su figura ha venido ganando respeto.

El duelo del domingo que entra será pues un duelo entre dos personajes carismáticos, Capriles en ascenso y sin nada que perder. Mal haríamos sin embargo en hacernos alguna ilusión del regreso de la democracia en ese país. Los resultados del domingo próximo son predecibles. Al menos llamemos las cosas por su nombre. Chavez ha logrado consolidar un autoritarismo excéntrico en Venezuela, del que no se saldrá tan fácilmente. Se requeriría un milagro que al menos yo interpretaría como la respuesta divina al fervor -que lo tienen- de ambos contendientes principales (no olvidemos que hay otros cuatro candidatos independientes). Chavez ganaría el descanso que su cuerpo demanda y que él pese a no aceptarlo requiere, y  Venezuela con Capriles tendría la oportunidad de cambio que se merece.