Hoy
15 de mayo recién se realizó la ceremonia de transmisión de poder en Francia en
la que Nicolás Sarkosy le entregó el mandato presidencial a Francois Hollande,
quien se convirtió en el séptimo presidente de la V República y el segundo
socialista. Así, treinta y un años después de que Mitterand llegara a la presidencia,
otro Francois también lo hace. En 1980 éste se había acercado a aquel como
miembro de un grupo de jóvenes con ideas del que se rodeó Jacques Attalli quien
fuera su asesor. Por ello no es fortuito el que Hollande haya calcado de
Mitterand su campaña, sus discursos, sus gestos.
Se
antoja responder preguntas obligadas como por una parte por qué ganó Hollande,
qué representa, quién es íntimamente, qué retos enfrenta, y por otra también cómo
se va Sarkosy.
De
entrada cabe decir que hace un año nadie hubiera apostado por Hollande. Sin
embargo su tenacidad lo llevó a ganar la elección primaria abierta para elegir
candidato del Partido Socialista, a pesar de que sus críticos lo calificaban de
blando. Después su capacidad de convocatoria lo hizo ganar la primera vuelta de
la elección presidencial, y por último vencer el pasado día seis a Nicolás
Sarkosy quien tuvo un quinquenio en el que fue creciendo una oposición a su
forma de gobernar, la cual generó desencuentros sociales y condujo a tomar
medidas de austeridad para enfrentar la crisis económica que lastimaron sobre
todo a las capas medias y al sector educativo.
El
miércoles anterior a la jornada electoral Sarkosy había debatido con Hollande,
en un último intento por ganar los puntos en preferencias que le hicieran
vencerlo. Trató vanamente de exhibirlo como inexperto. Contrariamente tuvo que
sufrir las críticas implacables de un contrincante
cada vez más crecido que lo ponía a la defensiva, un Hollande que demostraba estar
bien informado e inesperadamente a la altura. Fue un verdadero debate, un ping
pong de dos mentes brillantes, bien preparadas, con capacidad discursiva y
argumentativa.
Sarkosy
no había logrado vencer al favorito de los sondajes, no había podido llevarlo a
cometer errores, pero es cierto también que logró remontar entre las dos
vueltas varios puntos tras su
acercamiento con la extrema derecha, llamando a los seguidores de Marine Le Pen
del Frente Nacional a quienes ella les había dicho que decidieran qué hacer
mientras ella votaría blanco. Esta política fue insuficientemente exitosa, pero
en la jornada electoral lo acercó a Hollande más de lo que creían los expertos
y los medios. Ayudó que aumentara la participación en relación a la primera
vuelta. Votaron poco más del 80% de la población. No ayudó el que el centrista Francois
Bayrou se inclinara por Hollande.
Finalmente
Hollande obtuvo 51.62% del sufragio. Muchos de los que votaron socialista más
que votar por él, votaron para sacar a Sarkosy del poder, sacarlo por sus
arbitrariedades y las injusticias económicas, sociales y fiscales que para
ellos produjo su gobierno. Ahora está por verse si Hollande podrá enfrentar la crisis
que atraviesa el país con una política que se ha pronunciado por el cambio, y
que según él demostrará que la austeridad no puede ser una fatalidad y que se
puede poner el acento en la juventud, en la igualdad y en el progreso.
El
socialismo de Hollande hasta hoy ha sido resultado de una lucha interna por su
identificación personal y de un posicionamiento intelectual. Se sabe que
siempre fue más cercano a su madre quien se mantenía interesada por la política
y los problemas sociales, mientras su padre era de extrema derecha. Su ideario le
hace reconocer los conflictos de intereses en la sociedad y concebir su
transformación a través de la negociación, del contrato y de una presidencia unificadora
que califica de normal. Hollande promueve un ejercicio diferente del poder y
afirma que debe compartirse con el Parlamento, los sindicatos, los cuerpos
intermedios y los ciudadanos. En el plano económico su socialismo es un
socialismo de la producción más que de la distribución, si bien considera que
se debe rehabilitar el impuesto.
En
los próximos cinco años tendrá la complicada tarea de concretizar estos
planteamientos. La desventaja es que aparte de alcalde de Tulle en la región de
la Correze de la que también es oriundo el expresidente Jacques Chirac con
quien una vez compitió, sólo se ha desempeñado como diputado y funcionario del
Partido Socialista del que fue Primer Secretario. La gran ventaja es el impulso
que le dan sus años de luchas con altas y bajas, luchas que hasta hace poco
hizo de la mano de Segolene Royale, madre de sus cuatro hijos, quien como él
formó parte del equipo de Mitterand, quien como él llegó a la Asamblea, quien
como él estuvo cerca del primer ministro Leonel Jospin, quien como él lucho en
1997 por la presidencia ella como candidata y fue derrotada por Sarkosy. En
parte Hollande limpia su honor mas no llega con ella al Eliseo, porque en esta
lucha esta pareja se deshizo y Hollande se fortaleció con una nueva relación
que entabló con la periodista Valérie Trierweiler, quien sin aspiraciones
políticas propias se puso a su servicio. Segolene Royale, por su parte, busca
ser el líder de los socialistas en la Asamblea.
Paradójica
historia ésta y no menos la de Sarkosy un hombre de pasiones y provocaciones
pero ciertamente inteligente y de espíritu de lucha. El tiempo dirá si se
merecía el odio que provocó en tantos. Su ascenso al poder presidencial le hizo
perder a su compañera de entonces. Tras su victoria hace cinco años lo dejó
Cecilia Ciganer. Inversamente hoy cuenta a su lado con Carla Bruni y su hija
recién nacida para enfrentar su fracaso en el que nunca quiso creer. A mi
juicio los errores de su personalidad, más que el de sus políticas, le cobran
la factura. Hoy no está lastimado de su corazón, sino de su orgullo.
Su
primer discurso tras el anuncio de la victoria de Hollande fue de gran
dignidad. Lo felicitó, le deseó suerte y pidió para él el respeto que merece su
investidura. Hay algo más importante que ellos, les dijo a los suyos, que es
Francia y su porvenir. Agradeció el honor que tuvo de desempeñar su cargo y
asumió la responsabilidad de los resultados. Les pidió mantenerse unidos para
bien de su partido y de las elecciones legislativas próximas, que Sarkosy no
dirigirá porque piensa retirarse. En la UMP sin embargo ya empezaron los
jaloneos para sucederle entre los exprimer ministros Alain Juppé y ahora Francois
Fillou.
Me
gustó mucho también que Sarkosy invitara a Hollande a presidir juntos la fiesta
nacional del 8 de junio, y algo también que se dijo en el último consejo de
ministros del miércoles pasado que es que así como el móvil de la vida es la
muerte, el de la política es que los mandatos terminan.
Por
cierto ya hay en la derecha quienes consideran a las legislativas como la
tercera vuelta en la que lucharán para convertirse en un contrapeso al
gobierno. De hecho los sondajes, que ya vimos que a veces se equivocan, por
ahora les dan un poco más de puntos que a los socialistas.
Para
el nuevo gobierno no es bueno porque la izquierda haría sin duda mayoría, pero
los socialistas les deberían más a sus aliados. Por ejemplo el Frente de
Izquierda ya había señalado en su desfile del 1° de mayo que de ganar ellos, a
quienes apoyaron manifestando una unidad incuestionable, se mantendrían
vigilantes para no ser olvidados. Por eso ayer fue Hollande por última vez al
PS a despedirse y a fortalecer a su partido en esta nueva etapa, en vistas de
que puedan obtener una mayoría amplia, sólida y leal. Él no será su líder; será
Presidente de todos los franceses, dijo.
Así
empieza la era Hollande. Todos esperan los primeros nombramientos. Hollande se
encontrará, hoy mismo, con la Canciller alemana Ángela Maerkel; difícil
encuentro, como será todo lo que se viene.