sábado, 24 de septiembre de 2011

Primarias en el Partido Socialista francés, octubre 2011

Las elecciones primarias que el Partido Socialista francés llevará a cabo próximamente como sistema para seleccionar a su candidato a la contienda presidencial que enfrentará en 2012, fueron aprobadas el 1° de octubre de 2009 con 68% de la votación y deben entenderse como el resultado político de tres fracasos sucesivos de este partido en elecciones similares.

Por primera vez en la V República, un partido político designará a su candidato a través de la movilización de un cuerpo electoral que rebasa a sus adherentes, quienes fueron los únicos que votaron en primarias de ese partido en 1996 o 2006. En efecto para poder participar esta vez sólo hace falta ser simpatizante, estar inscrito en la lista nominal de electores, hacer un donativo destinado al financiamiento de la operación electoral mínimamente de un euro, y firmar una carta de compromiso con los valores de la izquierda.

Este procedimiento para algunos analistas representa la democratización del partido, en tanto le da nuevos derechos a los electores y fuerza al aparato partidista a adoptarse a la decisión del conjunto de la población de izquierda quitándole a la organización un monopolio. Según esta posición al fomentar una democracia “delegativa”, se contribuye a la disminución del elitismo. Sin embargo para otros analistas, con los que concuerdo más, significa una doble ruptura con la tradición parlamentaria y con la soberanía de la militancia socialista.

Es una ruptura con la tradición socialista porque mediante esta fórmula las individualidades trascienden al colectivo y el partido acepta la personalización creciente de la vida política. En efecto se abre a la competencia entre liderazgos, bajo los reflectores de la dramatización de los medios de comunicación.

Es una ruptura también con el partido de militantes porque tradicionalmente eran ellos quienes fijaban la línea política colectiva. Al perder la exclusividad de la selección de sus candidaturas, el partido se expone al veredicto de la opinión pública, en tanto los simpatizantes se dejan influir más por la coyuntura y la popularidad de los contendientes.

En suma extraña que un partido como el Partido Socialista históricamente hostil a la presidencialización apruebe un proceso que la consagra y simultáneamente devalúa el militarismo. Incluso cabe señalar que Francois Hollande y Martine Aubry, quienes actualmente se enfrentan y encabezan los sondeos de estas primarias, se oponían a este método. También vale la pena decir que los partidos aliados al Partido Socialista, notablemente el Partido Radical de Izquierda, rehusaron tomar parte en este proceso.

Así, existe una cierta falsedad en la pretensión democratizadora de las primarias abiertas. En efecto a los electores sólo se les introduce parcialmente en el proceso. Finalmente deben decidirse entre precandidaturas estructuradas previamente por las relaciones internas del partido. Por lo mismo el ejercicio que implica dicho proceso no conlleva realmente deliberación, ya que realmente no se confrontan ni visiones del mundo, ni programas. Creerlo sería una ilusión procedimental.

De hecho el procedimiento que implica llevar a cabo elecciones primarias abiertas debilita a los partidos, mientras acentúa la lógica de la opinión y el papel de los sondeos. Aceptándolas el Partido Socialista francés deslegitima al movimiento obrero, le da la espalda al partido como instancia de elaboración colectiva y educación, y lo limita a ser una máquina electoral. Pareciera que de frente a su crisis interna, ideológica y organizacional, no puede concebir que su aparato hoy desacreditado pueda legitimar por sí mismo a su futuro candidato. Así sus dirigentes aceptaron caer más en el dominio mediático.

En este contexto se realizó aquí, el pasado fin de semana, el primer debate televisivo entre los seis precandidatos, un debate extrañamente insípido, sin gran enfrentamiento, prueba de que el procedimiento elegido que hoy comento fragiliza a la izquierda.