lunes, 29 de noviembre de 2010

A PROPÓSITO DEL TEXTO DE CAVAROSSI Y A MANERA DE CIERRE DEL SEMESTRE

En este curso hemos visto qué son los partidos políticos, hemos hablado de su origen, estudiado los diferentes tipos de partidos que hay y su evolución. Llegamos así al análisis de la crisis de las modalidades de articulación y representación de intereses en las sociedades contemporáneas: la crisis de los partidos políticos y de la política.
Efectivamente los partidos políticos han disminuido su rol de agentes de representación política y de organizadores de la sociedad civil. De ahí el ambiente de descomposición de los sistemas partidistas.
Paradójicamente esto sucede en varios países de América Latina en el doble contexto: uno de una consolidación democrática producto de una evolución institucional y dos de la globalización que ha estrechado el ámbito de las opciones políticas y ha socavado las funciones ideológicas y programáticas de los partidos.
La volatilidad electoral y el desalineamiento son productos de estos fenómenos.
La representación se ha desmasificado, sin embargo subsiste, e incluso ha prosperado en política, el patrón clientelista. La movilización electoral es más profesional. Los partidos compiten por captar el voto de los electores no fieles, sobre la base no de patrones de organización o de programas, sino de relaciones de intercambio más de carácter individual y de la imagen de los candidatos.
La política gira en torno de personalidades dominantes, o camarillas de notables, que guardan independencia de sus partidos. En este sentido se ha reoligarquizado.
En suma ha habido consolidación democrática, pero la política carece de legitimidad. Hoy en día los partidos son muy maleables y débiles.
Los partidos se han convertido en gerentes de la cosa pública: a través de su desempeño electoral se eligen gobernantes que llevan a cabo sus funciones con el sello de sus partidos.
Pese a ello, hay un déficit de consolidación de una verdadera ciudadanía, de una ciudadanía plena.
Para recobrar legitimidad, el quehacer político debe dejar de ser remoto, debe de ser transparente y someterse a la evaluación ciudadana.
Los partidos hoy operan bajo gran tensión. Están atrapados por el mercado y son rebasados por los movimientos sociales y todos los grupos de presión con acceso directo al gobierno, por la introducción en los sistemas de mecanismos de democracia directa y por los candidatos independientes.
Pese a todo, los partidos son necesarios para el funcionamiento de las sociedades democráticas contemporáneas. Hay que defenderlos, alentar en ellos una vida democrática y evitar que caigan en el autoritarismo.
Mi opinión es que estas observaciones aplican perfectamente al estudio del sistema partidista en México, el cual crece con la modificación gradual de una legislación electoral que liberaliza al sistema de partido hegemónico que teníamos, al perder éste capacidad de incluir a capas crecientes de población. Sin embargo el nuevo sistema quedó estacionado en tres partidos grandes más cuatro o cinco pequeños partidos, conformación que se reduce a escala estatal. Si bien los partidos consolidan cada vez más un voto duro, una capa de población importante no encuentra opción que la representa, mientras la ineficiencia gubernamental y las luchas partidistas los desalientan de una política que no los convence, políticos que los decepcionan y una democracia que parece salirles muy costosa y ser poco productiva.
La solución no está por el lado de debilitar a las instituciones, sino por el lado de encontrar nuevas ingenierías democráticas que fomenten mayor representación y reactiven a la ciudadanía, a la vez que permitan gobernar con mejores resultados.

jueves, 4 de noviembre de 2010

Pronósticos electorales

Saldos del 2010 y pronósticos electorales. Algunas reflexiones y cálculos

Marcela Bravo Ahuja
Octubre 2010

En mi libro, que recientemente ha publicado la UNAM con la editorial Gernika, titulado Realineamiento electoral y alternancia en el poder ejecutivo en México 1988-2009, hago el análisis del surgimiento, la profundidad, la dirección y la permanencia de los cambios en los patrones de votación en México en elecciones presidenciales y para gobernador durante los últimos 22 años. La metodología que utilizo parte de la teoría del realineamiento electoral, a partir de la cual se pueden definir eras político electorales con base en criterios cualitativos y cuantitativos. Esa misma metodología me sirve para estudiar en el último capítulo del mismo las elecciones de 2010, análisis que no pienso aquí repetir si bien indico que me lleva a confirmar las tendencias observadas en la investigación global, particularmente la relativa a confirmar patrones diferenciados de votación en los distintos tipos de elecciones y la definición de un sistema político que sustenta dicho comportamiento. Con base en esa misma metodología, hago en este breve artículo algunas reflexiones y proyecciones de los resultados que se observaron.

I
Las elecciones de 2010 suscitaron gran expectación, porque con acierto se entendió la idea de que definirían en buena medida la correlación de fuerzas para la contienda de 2012. Concretamente fueron marcadas por tres elementos claves. Primero, la conformación de coaliciones entre partidos antagónicos, desde el punto de vista ideológico y desde el resultado polémico de la elección presidencial de 2006 que los enfrentó, como son el PAN y el PRD, en cinco de las doce entidades en las que se elegía nuevo gobernador. En tres de ellas a saber Oaxaca, Puebla y Sinaloa el PRI fue desplazado del poder, mientras que en las otras dos Durango e Hidalgo las contiendas fueron inesperadamente cerradas si bien el PRI resultó triunfador.

El segundo elemento que caracterizó a estas elecciones fue el ambiente de inseguridad y violencia que permeó algunos procesos, y que nadie desconoce que se debe a la acción de los carteles de la droga en México, contra los que ha venido infructuosamente luchando el gobierno federal desde el principio de la gestión del gobierno de Felipe Calderón. Los hechos más notorios fueron las acusaciones que se hicieron contra los candidatos del PRI a las gubernaturas de Durango (Jorge Herrera Caldera) y Sinaloa (Jesús Vizcarra Calderón), acusaciones que nunca fueron formalizadas ni probadas, la destitución del candidato del PRD al gobierno de Quintana Roo, Gregorio Sánchez Martínez, por el acto de formal prisión que se le dictó por ser presunto responsable de guardar relaciones con el mundo de la droga y proteger a narcotraficantes, y finalmente el asesinato del candidato del PRI en Tamaulipas, Rogelio Torre Cantú.

El tercer elemento resultó ser la falta de predicción de los resultados que tuvieron las distintas encuestadoras que se avocaron a su estudio. Contrariamente a lo que se esperaba, en tanto se generalizó la idea que el PRI se llevaría el carro completo, los resultados de los comicios se traducen en cifras que revelan poco movimiento del voto, si bien en seis de las doce entidades con elecciones para gobernador pierde el partido en el gobierno. En efecto además de las derrotas del PRI ya señaladas, el PAN pierde por un manejo centralista y equivocado de sus candidaturas los estados de Aguascalientes y Tlaxcala, y el PRD sufre una derrota en Zacatecas como resultado de la división del PRD en la entidad producto de la renuncia de Ricardo Monreal y su adhesión al PT desde donde lanza a su hermano David.

De esta manera si bien el PRI no gana con la contundencia que suponía, resulta evidente que su voto duro se encuentra muy consolidado. Este es un hecho que ni el mismo partido ha sabido destacar lo suficiente. En efecto en relación a la última elección similar pierde votación en muy pocos estados y en un porcentaje reducido, y a la vez gana una votación importante en los estados que recupera, si bien son más chicos que los que pierde. En todo caso, sólo pudo vencerlo la fuerza de varios partidos.

El PAN inmediatamente se siente el gran triunfador con su estrategia de alianzas que les impuso a militantes doctrinarios y le cuesta la salida del Secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont, del gabinete. Sin embargo los datos electorales de elecciones pasadas del mismo género me hacen pensar que no necesitaba aliarse al PRD en Sinaloa, donde había venido creciendo consolidadamente en el entendido adicional que la coyuntura le era favorable por la inconformidad con su partido del precandidato del PRI Mario López Valdéz, Malova, por no haber llegado a la postulación por él deseada, que se tradujo en la posibilidad de jalarlo a la oposición. Desde luego tampoco en Puebla en donde el desprestigio del gobernador Mario Marín era una fortaleza para el PAN y se contaba con un buen candidato en la figura de Rafael Moreno Valle contra quien poco tenía que hacer Javier López Zavala, el delfín del “goberprecioso”, como muchos denominan a Marín.

En este contexto el gran ganador del 2010, pese a su derrota en Zacatecas, es el ala moderada del PRD, su líder Jesús Ortega, el artífice de las alianzas Manuel Camacho y el jefe de gobierno del Distrito Federal que las apoyó en su estrategia de lucha por la candidatura presidencial de su partido.

II
Así como generaron expectación, las elecciones de 2010 fueron inmediatamente olvidadas en el ambiente político. Actualmente el 2012 se viene todavía más encima para todos y lo que importa es que en 2011 se disputan las gubernaturas de Baja California Sur, Coahuila, el Estado de México, Guerrero, Michoacán en donde se modificó el calendario electoral y Nayarit; además habrá elecciones de presidentes municipales en Hidalgo.

En estas circunstancias el calendario electoral resulta muy difícil para el PAN porque debe consolidar la impresión que ha dejado en 2010 que cuenta como competidor viable para el 2012, siendo que a principios de año se encontraba marcado por su derrota frente al PRI en las elecciones legislativas de 2009. Para ello debe remontar los malos resultados que ha tenido en las elecciones locales en lo que va del sexenio, salvo en los casos que ha ido en alianza con el PRD. Sin embargo, salvo el Estado de México, los otros escenarios le son adversos. Además sigue cargando con el desgaste acelerado del gobierno de Calderón.

En el caso del PRD, las próximas contiendan son esencialmente importantes en la medida en la que se juegan las gubernaturas de tres de las pocas entidades que gobierna: Baja California Sur, Guerrero y Michoacán. Si el PRD falla podría estar marcando el camino a su minimización.

El pragmatismo de quienes quieren bloquear a toda costa el regreso del PRI al poder federal ha vuelto a ser la tónica. Un ejemplo es el caso de Guerrero en donde el PRI elige como su candidato al dos veces exalcalde de Acapulco, Manuel Añorve Baños, quien doce años atrás perdió la consulta interna pese a tener detrás a todo el gobierno estatal de Heladio Aguirre Rivero, frente a René Juárez Cisneros que se convertiría en el último gobernador del PRI y que contaba con el apoyo del extinto grupo de Ruiz Massieu y del grupo del exgobernador Rubén Figueroa Alcocer quien se retiró en 1996 tras la matanza de Aguas Blancas. Sin embargo esta vez el exgobernador interino Aguirre Rivero, con deseos de regresar al gobierno, traiciona a su partido y acepta la candidatura de un PRD que ha venido perdiendo paradójicamente fuerza durante la gubernatura de Zeferino Torreblanca quien llegó al poder a través de ese partido. Habiendo sido asesinado el candidato natural del PRD que hubiera sido el líder del Congreso, resulta obvio que su dirigencia teme perder la contienda con su único precandidato disponible, Armando Ríos, por lo que toma esta controvertida decisión.

Pese a estas extrañas historias, todos los ojos están puestos en lo que parece que va a ser la batalla electoral más importante: la del Estado de México, único entidad en la que vuelve a repetirse la posibilidad de una alianza PAN-PRD. Incluso, la historia de la candidatura del PRD al gobierno de Guerrero no falta quien la una con ésta otra, en el sentido de decir que siendo Aguirre Rivero gente del gobernador mexiquense Enrique Peña Nieto, se los ofreció como regalo a los perredistas para abonar a la no alianza en su estado.

La cuestión es que pese al descalabro que significaron las coaliciones para el PRI en 2010, este partido sigue caminando con un pie firme hacia su regreso a la Presidencia de la República. Para muchos esto pasa por la candidatura de Peña Nieto a la misma. Para ello tiene que asegurarse que no tendrá tropiezos en el manejo de su sucesión. La posible coalición PAN-PRD en el estado es un tropiezo. Al respecto han sucedido varios hechos que marcan el debate político del día de hoy.

El pasado 14 de septiembre el Congreso local aprobó una reforma electoral que se leyó como acto preparativo de la carrera del gobernador a los Pinos, por lo que sus enemigos la calificaron de contrarreforma e imposición e incluso, sin pruebas, llegaron a señalar que quería extender su mandato. Sin embargo dicha reforma, además de otras medidas que impulsa como es la reducción de los tiempos de campañas y precampañas, lo que hace es cancelar en el Estado de México las candidaturas comunes, hecho que pone a la legislación local a tono con la federal y con la normatividad de más de veinte entidades federativas del país. En estas entidades como en el Estado de México ahora, para ir juntos con un mismo candidato a un puesto, los partidos deben registrarse como coalición y hacer compromisos políticos y programáticos con la finalidad de no confundir a los votantes y únicamente recibir fondos como un sólo partido.

Pese a lo anterior, lo cierto es que la reforma aprobada reflejó la correlación de fuerzas en la entidad y el miedo de Peña Nieto a las coaliciones que ya había dejado ver en su quinto informe de gobierno, en el cual calificó a las alianzas entre PAN y PRD de incongruentes; concretamente, dijo que las alianzas entre proyectos antagónicos desvirtúan a la democracia y sus instituciones. Así pareciera que su triunfo en la contienda interna del PRI pasa por el triunfo en su estado. Los priístas podrían perder el Estado de México y aún así ganar en el 2012, pero quizás en este caso no sería con Peña Nieto, si bien es él quien parece garantizar mejor su triunfo.

Al día de hoy, el posicionamiento de los partidos en el asunto de esta coalición parece ir avanzando con dos características que la debilitan. Si bien los primeros días de octubre el consejo estatal del PRD aprobó con 193 contra 88 votos un resolutivo que faculta a su dirigencia a acercarse a los partidos opositores al PRI con el fin de construir una amplia alianza electoral que lo enfrente, resolutivo que tendrá que ser ratificado por el Consejo Nacional, y que el coordinador de la bancada del PAN del estado aseguró que dialogarán para establecer una plataforma electoral interesante para los mexiquenses, el PT anunció que no formará parte de ninguna alianza ni con el PRI ni con el PAN, que por tanto no se sumará a la alianza PAN-PRD en la entidad y que irán con el movimiento de López Obrador, quien es férreo opositor a esta mancuerna y ya se apresta a pedir una licencia al PRD a la que no tiene derecho. En la otra esquina se encuentra Marcelo Ebrard, jefe del gobierno del Distrito Federal, el cual para fortalecer su posición en el PRD se ha lanzado a defender la causa de la alianza. Este divisionismo sin duda atenta contra la posibilidad de triunfo de la alianza pero más aún el que, a diferencia de los casos que fueron Oaxaca, Puebla y Sinaloa, no tengan todavía candidato.

En suma, todavía no existe un candidato que convenza a panistas y perredistas para la candidatura al gobierno del Estado de México. Extrañamente el movimiento proaliancista es un movimiento que los interesados preparan Dios sabe para quién. Alejandro Encinas ya se he descartado porque quiere unidad en el PRD, así como Ramón de la Fuente por no vivir en la entidad. El peligro para los priístas es a todas luces el que se dividan en el proceso de nominación de su candidato y algún descontento que por ahora puede ser el presidente municipal del PRI de Ecatepec, Eruviel Ávila, por guardar una distancia con el carismático gobernador resulte un candidato idóneo para la alianza como sucedió en el caso de Sinaloa con Malova.

III
En la introducción de este artículo señalé que mi investigación sobre el movimiento del voto en México tiene un doble enfoque: cualitativo y cuantitativo. Aplicado al análisis de las próximas elecciones del Estado de México, hasta ahora he desarrollado algunos aspectos de los posicionamientos de las distintas fuerzas y partidos políticos. En lo que toca a las cifras electorales también se puede abordar el estudio de las posibilidades que tiene el PRI de conservar el gobierno de la entidad. A continuación presento específicamente los resultados estatales de los distintos tipos de elecciones salvo las municipales desde 2005 en el entendido que en mi trabajo, para efectos comparativos, manejo la información por bloques PAN, PRI, PRD y otros, considerando en otros la votación de los partidos chicos siempre y cuando no se hayan aliado a algún partido grande. Además calculo los porcentajes de votación sobre votos válidos.

Los rangos de votación del PAN van de 23.19% a 31.92%, los del PRI de 18.59% a 49.27%, los del PRD finalmente de 19.41% a 44.50%. PAN y PRD han ganado mejor las elecciones federales que las locales, al inverso del PRI, sin embargo el PAN ha mantenido más constante su voto. El PRD se ha llevado mucho más el voto que el PRI pierde en las elecciones federales.


Cuadro 1. Elecciones en el Estado de México, 2005-2009

Elección PAN PRI PRD Otros
Gobernador
2005 25.62% 49.27% 25.12% -
Diputados Locales
2006 27.00% 36.98% 32.94% 3.08%
Presidente
2006 31.92% 18.59% 44.50% 4.99%
Senadores
2006 29.83%% 21.94% 38.83% 9.40%
Diputados Federales
2006 29.34% 24.31% 37.02% 9.34%
Diputados Locales
2009 23.19% 45.46% 19.41% 11.94%
Diputados Federales
2009 29.34% 24.31% 37.02% 9.34%

Ahora bien si se atiene a la última elección local de 2009, la unidad del PAN y del PRD no alcanzaría para ganarle al PRI: se quedaría a menos de cinco puntos. Ello en el supuesto que la votación del PT y de Convergencia no le afectara al PRD, lo cual es imposible. Estudiosos en la materia afirman que de no participar en la coalición PAN-PRD en la entidad en caso de que ésta se hiciera, el PRD perdería 40% de su votación.

Ahora bien, uno podría pensar que las coaliciones potencian el voto de los partidos que participan en ellas. El cuadro 2 expresa lo que sucedió en 2010 en las entidades en las que operaron. Para tal efecto sumo la votación del PAN y del PRD en 2004 y la comparo con la del 2010 en el sentido que sólo en Oaxaca incluye la votación del PT y Convergencia, aunque de último momento el PT llamó a votar por la coalición en Durango (a la que se había unido Convergencia como en Hidalgo y Puebla) así como la candidata de NA en Oaxaca. Cabe recordar asimismo que NA participó desde el principio en la coalición en Puebla.

Cuadro 2. Votación PAN, PRD en entidades con coalición de estos partidos en 2010

2004 2010 Diferencia de votación
Durango 42.52 46.17 3.65
Hidalgo 43.03 47.17 4.14
Oaxaca 46.27 51.80 5.53
Puebla 42.96 52.47 9.51
Sinaloa 50.64 52.83 2.19


En suma sólo las coaliciones de Oaxaca y Puebla, sobre la base a mi juicio de gobernadores desprestigiados, potenciaron la votación de los partidos en coalición. En Oaxaca, de hecho, ya habían competido unidos. Con el prestigio que tiene en el Estado de México el gobernador Peña Nieto es improbable que ello suceda en el caso de que se consolide una coalición, para la cual además como ya lo señalé todavía no encuentran candidato idóneo.

Los politólogos somos malos prediciendo, pero los enfoques cualitativo y cuantitativo dan como resultado el que por hoy resulta poco probable que pierda el PRI en el Estado de México, a menos que haya una fractura en la élite gobernante de ese partido que aproveche la oposición.


IV
El PRI, como afirmé, puede ganar o perder el Estado de México; aún así tiene posibilidades de ganar la elección presidencial de 2012. Desde de luego que hoy por hoy su mejor carta es Peña Nieto, pero no es la única. El PRI se sigue caracterizando por contar con cuadros importantes. Si Peña Nieto se desinfla, entrarían al relevo a mi juicio tres precandidatos: Manlio Fabio Beltrones líder del senado, Beatriz Paredes presidenta del partido y Fidel Herrera gobernador de Veracruz.

Ahora bien, las posibilidades del PRI están íntimamente relacionadas con la unidad que los priístas logren mantener de suerte que no se repita la historia del divisionismo de militantes y simpatizantes en 2006 frente a la candidatura de Roberto Madrazo, el cual lo llevó a quedar en tercer lugar en la contienda. Al parecer el gobernador del Estado de México es quien parece asegurar mejor esta unidad, a pesar de que los saldos del 2010 no lo beneficiaron dado el apoyo abierto que expresó a los candidatos perdedores a los gobiernos de Oaxaca y Puebla. Por eso todos los ojos están puestos en la próxima contienda en su entidad.

El resultado de la elección de 2012 depende de este factor de unidad señalado que es el que le puede permitir al PRI si no conservar la fuerza que ha demostrado en las últimas elecciones para gobernador, al menos conservar la que ha sostenido en las últimas elecciones para diputados locales o las del 2009 para diputados federales. Si proyectamos los posibles resultados del PRI conforme a estos tres tipos de elecciones, su porcentaje nacional de votación sería respectivamente de 45.70%, 41.70% y 39.67% lo que representaría estar en cada caso, haciendo la misma proyección con la votación del PAN y del PRD:
- 13.45%, 12.33% y 10.14% arriba del PAN
- 26.055, 25.55 y 25.87% arriba del PRD
(Ver anexo en el entendido que los datos los tomo de mi banco de datos en el que resumo las información para ser comparada en los términos señalados, y en el sentido de que la lista nominal 2012 fue proyectada por el método incrementos res1 = lista nominal 2009 – lista nominal 2006 / 3. Así la proyección2012 es igual a la lista nominal 2009 + (res1) * 3.)

Las proyecciones elaboradas reflejan lo que yo claramente he visto en mis trabajos, que es la manera distinta de votar de las personas según el tipo de elección. En las elecciones presidenciales el voto permanece volátil, mientras en las elecciones para gobernador las preferencias partidistas muestran señales de franca estabilización. El comportamiento del voto, añado hoy, es distinto según el tipo de elección por varios motivos: los tipos de candidatos son distintos y sus campañas también en el sentido principal que la diferencia de financiamiento y publicidad les da una posibilidad distinta de incidencia, en el sentido que los partidos se comportan distinto (a nivel local casi siempre inciden dos partidos, generalmente el PRI con el PAN o el PRD; a nivel federal son todos) y en el sentido fundamental que la ciudadanía no se juega lo mismo.

Por todo ello, es de esperarse que la correlación de fuerza en la próxima contienda presidencial no sea similar a la que hemos visto a lo largo del sexenio. Así sucedió el sexenio pasado y así puede volver a suceder. Finalmente el PAN se lo va a jugar todo, su voto duro es bastante sólido y son sólo poco más de 10 puntos los que tiene que remontar en relación a sus resultados electorales recientes para obtener el triunfo; para ello tiene el poder federal en las manos. Actualmente no queda nada claro quién podría ser su candidato, pero no puede caber duda de que el proceso de selección le saldrá bien al Presidente Calderón quien tiene un muy buen control de su partido, como lo demuestra la actual coyuntura de la renovación de su dirigencia. El Presidente ha demostrado que le gusta más la lucha política que el gobierno mismo; pondrá en acción todos sus recursos.

El PRD corre mucho más riesgos. Nada más el asunto de la coalición en el Estado de México lo comprueba. Le puede salir mal y mal también le pueden salir las elecciones para gobernador en las entidades que gobierna. Guerrero es un caso y otro Michoacán, estado sumido en el narcotráfico y la corrupción en la que se han visto envueltas autoridades. Para prueba el enredo del proceso judicial que se le sigue a Julio César Godoy, medio hermano del gobernador de la entidad, su desaparición, su reaparición, toma de protesta como diputado federal para obtener fuero y su renuncia al PRD por falta de apoyo, situación que parece estar relacionada con el interés del PAN en el estado en particular de la hermana de Calderón, Luisa María.

Consideraciones finales
En las elecciones de 2010 todos ganamos porque todos los partidos resultaron beneficiados en cierta manera: el PRI consolidó su votación y se quedó con el gobierno del mismo número de estados, el PAN demostró que sigue presente, el ala moderada del PRD fue la principal operadora del proyecto de las coaliciones que salió victorioso. Sin embargo la más beneficiada fue la ciudadanía que se evitó el tener una Presidencia de la República absolutamente debilitada para el resto del sexenio. Lo mejor para las democracias son los múltiples ganadores, el reparto del poder.

Muchos creen que el gran protagonista de estas elecciones fueron las coaliciones. Yo no lo creo. El gran protagonista fue nuestro sistema político con sus avances y regularidades, pero también sus limitaciones en forma de uso indebido de recursos por las autoridades, ineficiencia y desconfianza institucional.

Los involucrados en las contiendas aprendieron las lecciones que tenían que aprender y hoy están en lo que sigue. Se pueden hacer pronósticos y proyecciones para el 2012 con escepticismo porque, si hay una constante todavía en el sistema, es la permanencia de la volatilidad en elecciones presidenciales. Todo puede suceder.

Fuentes
Bravo Ahuja, Marcela. Base de datos electorales de las 32 entidades del país en elecciones presidenciales, de gobernador, de senadores y de diputados federales y locales, 1988-2010.
Bravo Ahuja, Marcela. Realineamiento electoral y alternancia en el poder ejecutivo en México, 1988-2009. Actualizado con los resultados electorales de 2010. México, UNAM-GERNIKA, 2010.
Seguimiento hemerográfico de los periódicos El Universal, Milenio y Reforma, 2010.

Elecciones 2010

Elecciones estatales 2010


A lo largo de mi trabajo los últimos años he observado el surgimiento, la profundidad, la dirección y la permanencia de los cambios en los patrones de votación en México en elecciones presidenciales y para gobernador de 1988 a 2009. En este sentido, no quiero desaprovechar el reto que a última hora representan las elecciones para gobernador que acaban de llevarse a cabo para detectar si los resultados de las mismas siguen las tendencias que he señalado en mi investigación. Este es el objetivo de esta ponencia, la cual se adapta a la metodología que diseñé para mi trabajo. Por lo mismo en primer lugar hago un análisis histórico político de las campañas destacando el contexto de los distintos actores involucrados, y examino el desenvolvimiento de los acontecimientos; éste es un análisis cualitativo. Además llevo a cabo las mediciones más importantes que he hecho en mi trabajo con las cifras electorales a mi alcance, en el entendido que no son todavía oficiales; éste es un análisis cuantitativo. La combinación de ambos enfoques, que caracteriza lo que he venido haciendo en tiempos recientes, me permite dar mi particular interpretación sobre estas elecciones y su significado.

Campañas políticas y predicciones electorales
Los comicios estatales de 2010 eran esperados por los partidos involucrados, los medios de comunicación, los ciudadanos interesados en los asuntos públicos y los estudios en el tema con gran expectativa, por varios motivos. Por primera vez se elegía simultáneamente gobernador en doce entidades del país, más de la tercera parte de ellas. Además después del éxito electoral del PRI en el 2009 se extendió la idea, avalada por las distintas encuestas preelectorales que se dieron a conocer, de que podía obtener el triunfo en todos los estados en que se llevaría a cabo elección de gobernador y algunos temían que ello anunciara el regreso de México a las circunstancias del pasado que hicieron posible la prevalencia de un partido hegemónico por varias décadas, con lo que se daría un revés a nuestro avance democrático difícilmente alcanzado. La expectación se hacía asimismo mayor en la medida en la que se reconocía que el comportamiento del electorado definiría en buena medida la correlación de fuerzas para la contienda federal de 2012.

El sentir no era del todo equivocado. La dinámica del poder en el país, después de la alternancia del 2000, ha dado a los gobernadores una gran independencia y una capacidad de juego que se traducen en poder generar condiciones favorables para sus partidos e influir en el voto. Si el PRI controlaba el gobierno en 19 estados, si en 2009 puso en marcha su gran maquinaria electoral bajo el principio del respeto a las fuerzas regionales y la disciplina partidista, si esta estrategia le resultó tan exitosa (hay que recordar que conservó las gubernaturas de Campeche, Colima y Nuevo León, y aunque perdió la de Sonora, reconquistó las de Querétaro y San Luís Potosí, a la par que ganó 184 de 300 distritos uninominales en la elección legislativa federal) y si hoy repetía dicha estrategia, no era extraño que el PAN temeroso de perder en dos años la Presidencia haya puesto todo en el asador para limitar su control en la mayor cantidad de entidades posibles. Para ello tuvo que hacer lo impensable: tratar de sumar fuerzas con el PRD, partido que desconoció al Presidente Felipe Calderón a raíz de su inconformidad con la elección de 2006. Una lección importante debemos sacar de ello: en política no hay enemigos absolutos, como tampoco hay amigos absolutos.

Si el PAN resentía sus errores en las distintas campañas del año pasado, si su permanencia en el gobierno federal por diez años lo había golpeado, si igual había actuado en su contra la crisis económica internacional, la disminución de las reservas petroleras, los costos de una guerra contra el narcotráfico que no parece ir por buen camino, y hasta la emergencia médica por el virus H1N1, lo cierto es también que el PRD sufría como resultado de sus conflictos internos, y de esta forma su dirigencia del ala moderada aceptó el reto. En efecto de siempre en el PRD han convivido fuerzas contradictorias: unas fuerzas radicales e inflexibles, y otras que tienden más a la participación institucional y a la negociación.

Así empezó este 2010 en materia electoral: con el asunto de las coaliciones PAN-PRD las cuales produjeron esperanza en quienes las impulsaron, pero también críticas de parte de algunos militantes y simpatizantes doctrinarios que veían en ellas un mecanismo violador de sus principios partidistas. En especial se dejaron oír las críticas por el lado del PAN de Vicente Fox y de Manuel Espino, y por el lado del PRD de Cuauhtémoc Cárdenas y de Andrés Manuel López Obrador Igualmente este asunto dividió a la élite política en tanto el Secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont, se opuso abiertamente a ellas y llegó a renunciar incluso al PAN porque había testimoniado el 30 de octubre anterior un acuerdo firmado por Beatriz Paredes por el PRI y César Nava por el PAN donde se habían comprometido a impedirlas el año que entra en el caso del Estado de México entre partidos con ideologías encontradas, situación que ciertamente le favorecía al gobernador Enrique Peña Nieto. Al parecer, verbalmente se había sostenido que el gobierno obtendría a cambio de parte de los diputados priistas el apoyo necesario para aprobar la ley de ingresos y el presupuesto de egresos para este año.

Finalmente más allá del debate entre la conveniencia en política del pragmatismo en perjuicio de la identidad, lo más importante es que quedaba en evidencia la nueva cara de la política del Presidente Felipe Calderón el cual sin embargo curiosamente decidió aparecer como ajeno a la estrategia mencionada e incluso no se detuvo en seguir buscando el apoyo del PRI en el Congreso a la serie de iniciativas que le mandó en el pasado periodo de sesiones, con ingenuidad o quizás dispuesto a evidenciar la resistencia de la oposición a las reformas sustanciales que el país necesita. En efecto no se llegaron a acuerdos en ninguna de las iniciativas más importantes que fueron presentadas, entre otras la reforma política, la reforma laboral y la nueva ley de seguridad.

Cabe recordar las características principales de los gobiernos en pugna. Teníamos dos gobiernos panistas: Aguascalientes con un PAN dividido, y Tlaxcala en donde el PRI se había mantenido pujante y el PAN había tenido que afrontar un difícil proceso de selección de su candidata, Adriana Dávila Fernández, la cual finalmente la impuso el CEN como al candidato de Aguascalientes, Martín Orozco Sandoval. Asimismo estaba el gobierno perredista de Zacatecas con un PRD dividido, debido a que el exgobernador Ricardo Monreal Ávila en pleito con la actual gobernadora, Amalia García, se había ido al PT desde donde lanzó la candidatura de su hermano David.

Finalmente estaban los gobiernos priistas cuyo comportamiento electoral parecía estar dependiendo de que fueran por un lado gobiernos impugnados como el de Oaxaca o Puebla, con gobernadores como Ulises Ruiz o Mario Marín identificados con un viejo estilo autoritario de gobernar, o bien entidades con una oposición al PRI muy consolidada como en Sinaloa o Quintana Roo; de que fueran gobiernos con una oposición en desarrollo como en Durango o Hidalgo, o gobiernos fuertes como el de Veracruz pese a que el PRI casi había perdido la última elección estatal en 2004, o los de Tamaulipas o Chihuahua si bien ambos enfrentaban los problemas derivados del crecimiento y pugnas de los cárteles de la droga y el último hubiera sido con anterioridad un estado panista.

Si nos atenemos a las elecciones para gobernador anteriores a la de este 2010, habían estado cerradas las de Oaxaca, Quintana Roo, Sinaloa, Veracruz y Tlaxcala. Era en estas cuatro primeras entidades donde más valía la pena las coaliciones PAN-PRD. Sin embargo, de estos estados sólo fueron posibles en Oaxaca y Sinaloa. Por lógica es ahí donde mejores resultados parecieron estar dando durante las campañas, en Oaxaca con un candidato expriista que se fue al PAN y luego a Convergencia Gavino Cue quien ya había contendido hace seis años por la gubernatura y se quedó a unos pocos puntos de obtenerla, y en Sinaloa con un hasta ayer priista descontento por no haber obtenido la candidatura de su partido, Mario López conocido como Malova un empresario de arrastre.

En Veracruz ni siquiera se buscó la coalición. Dante Delgado dirigente de Convergencia, quien había competido seis años atrás, iba por la revancha y Calderón estaba muy comprometido con Miguel Ángel Yunes, gente de su aliada Elba Esther Gordillo; por lo mismo el PAN apoyó individualmente su candidatura con el sacrificio de Gerardo Buganza el panista que hace seis años casi había ganado la elección, por lo que este último se había ido al PRI debilitando la posibilidad de triunfo de Yunes. Por ello es que en este estado el PAN arremetió su fuerzas contra el gobernador Fidel Herrera, difundiendo grabaciones en donde se evidenciaba el que favorecía a los candidatos del PRI con apoyo de su presupuesto, particularmente a Javier Duarte candidato a gobernador. El PAN repitió por cierto también esta estrategia en Oaxaca en contra del gobernador Ulises Ruiz.

En Quintana Roo la coalición no fue posible por la insistencia del PRD de postular a Gregorio Sánchez Martínez, conocido como Greg, en contra del parecer del gobierno federal el cual mantenía dudas sobre sus antecedentes. Incluso trató de impedir su candidatura a través de apoyar una reforma constitucional estatal de la cual se deprendía que no cumplía con los años necesarios de residencia en la entidad para ser nominado, y no pudiendo lograrlo en tanto la Suprema Corte de Justicia dictaminó a favor de Greg, avaló el que se le dictara acto de formal prisión mediante un expediente cuestionable armado al vapor por lo que fue reemplazado testimonialmente por Gerardo Mora Vallejo. Desde finales de abril, el PAN en todo caso había decidido irse por su cuenta lanzando como su candidata a Alicia Ricalde Magaña.

En Tlaxcala por otra parte, no se buscó la coalición por la circunstancia muy especial que dicha entidad es tripartidista por lo que PAN, PRI y PRD tenían posibilidades de triunfo. Los tres partidos habían pasado por el gobierno estatal, siendo que en ese momento gobernaba el PAN mientras un sexenio atrás lo había hecho el PRD por seis años. Sin embargo la última semana antes de las elecciones, la candidata del PRD Minerva Hernández Ramos se decidió retirar de la contienda a favor de la candidata del PAN ya mencionada.

Esta última coalición PAN-PRD se vino de esta manera a sumar a las que se habían logrado en Durango, Oaxaca, Puebla, Hidalgo y Sinaloa.

Durante los meses previos a las elecciones parecía que dichas coaliciones se estaban logrando con poco éxito en Durango con la nominación de un priista inconforme, José Rosas Aispuro, como en Hidalgo a través de la candidatura independiente de Xóchitl Gálvez Ruiz, mujer de carisma que no parecía concentrar suficiente apoyo ni del PAN casi inexistente en la entidad que sí del expresidente Vicente Fox, ni totalmente de la izquierda que había visto sacrificados a sus propios hombres que buscaban la candidatura, principalmente del PRD a José Guadarrama y del PT a Francisco Javier Berganza.

Así las cosas, salvo en Oaxaca y Sinaloa que ya mencionamos, y en Puebla donde también se llegó a una coalición competitiva, dada la situación de desprestigio del gobierno actual y la buena selección del candidato opositor en la figura de Rafael Moreno Valle, de corte empresarial y moderno, el PRI exhibía estar llevando cómodas ventajas. Las candidaturas más exitosas parecían corresponder a condiciones estructurales para que así fueran, al sistema de partidos, a la historia, los liderazgos y el desempeño de los mismos.

En este análisis no quiero dejar de mencionar los cálculos de los partidos chicos al decidirse por entrar, o no, en alianza con los grandes.

El PT se opuso por influencia de Andrés Manuel López Obrador a las coaliciones PAN-PRD, salvo en el caso de Oaxaca en el que el candidato era su amigo; sin embargo en Hidalgo terminó apoyando también a Xochitl Gálvez. Así fue únicamente con el PRD y Convergencia en Quintana Roo, Veracruz y Tlaxcala. Jugó hasta con el PRI en Chihuahua e independiente con gran empuje en Zacatecas; además, en Durango por su conflicto con el PAN y su tradicional fuerza local lanzó también un candidato aunque terminó apoyando a la coalición; asimismo en Aguascalientes, Puebla y en Tamaulipas también se fue por su cuenta obedeciendo a sus bases. Finalmente en Sinaloa no registró candidato.

El cálculo del Nueva Alianza fue aliarse de forma oportunista para obtener los máximos beneficios. Fue con el PRI en Aguascalientes, Chihuahua, Hidalgo, Quintana Roo, Sinaloa, Tamaulipas y Zacatecas. Fue con el PAN en Puebla, Tlaxcala y Veracruz por la cercanía de los candidatos con Elba Esther Gordillo. Asimismo fue solo en Oaxaca debido a que la opositora a la Maestra, la sección 22, estaba con la coalición PAN-PRD; sin embargo en vísperas de la elección que se dibujaba cerrada no resultó extraño que su candidata, Irma Piñeiro, renunciara a favor de la coalición mientras que la maquinaria del partido se pronunció a favor del PRI.

Las encuestas desde siempre indicaron que el PRI podía ganar Tlaxcala y sobre todo Aguascalientes y Zacatecas, dos estados donde demostraba llevar una buena delantera. Por una parte en Tlaxcala el PAN gobernaba, pero el que se había fortalecido no era dicho partido sino el gobernador Héctor Ortiz Ortiz quien no había perdido del todo sus vínculos con el PRI, su partido de origen. Además el proceso interno de selección de candidato panista había dejado un divisionismo que capitalizaba Mariano González Zarur por segunda vez abanderado priista a la gubernatura. Por otra parte, en Aguascalientes el gobernador panista Luis Armando Reynoso estaba en pleito con su partido desde hace varios años y en especial con el dirigente César Nava Vázquez por no haber podido designar a su favorito para la contienda, al grado de que había tratado de evitar el registro del candidato del PAN. Aquí también los priistas sacaban ventaja. Por último, el caso de Zacatecas no difería mucho, como ya lo señalé, pero esta vez era el PRD en el poder el partido escindido por lo que esta contienda enfrentaba a cuatro partidos como situación excepcional en México: el PT como se dijo con David Monreal Ávila, el PRD con Antonio Mejía Haro, el PAN con Cuauhtémoc Calderón Reyes y el PRI con Miguel Alonso Reyes.

Sobre los resultados de los comicios
Finalmente los resultados de las elecciones dieron sin sorpresa el triunfo al PRI en esas tres entidades Aguascalientes, Tlaxcala y Zacatecas. Además este partido obtuvo triunfos contundentes en Chihuahua, Quintana Roo y Tamaulipas (en donde a menos de una semana de la elección fue asesinado por el crimen organizado el candidato del PRI Rodolfo Torre Cantú, el cual fue reemplazado por su hermano Egidio) y triunfos inesperadamente cerrados en Durango, Hidalgo y Veracruz, estados en que todavía se esperan impugnaciones sobre todo en Veracruz por su importancia. Esos triunfos cerrados fueron la sorpresa, que no tanto el que las coaliciones ganaran en Oaxaca, Puebla y Sinaloa, si bien se había anunciado que se daban por servidos con un solo triunfo.

Con esta situación el panorama es distinto al que algunos temían a principios de años. Acertadamente los estudios han coincido en señalar que la jornada refleja que todas las fuerzas y los involucrados ganaron y perdieron. Sin embargo un análisis más puntual conduce a una lectura más compleja.

En efecto el PRI se queda con el mismo número de estados gobernados, sin embargo las entidades que gana son menos relevantes a nivel de población y presupuesto manejado que aquellas que pierde. De hecho en los estados en los que triunfa gana una población gobernada de tres y medio millones de habitantes, pero en los que es derrotado deja de gobernar a casi once y medio millones de personas. Asimismo en términos de recursos gana más de 32 mil millones de pesos, pero pierde poco más de 97 mil millones.

En este sentido el PAN y el PRD se pueden congratular que las alianzas funcionaron, porque nadie puede negar que éstas funcionaron, pero se adelantan los que en su interior creen que ello se va a traducir con seguridad en una mejor posición para ellos en el 2012. Lo sostengo en primer lugar conforme a las experiencias recientes de que los gobernadores de origen priista que han llegado por otros partidos al poder han demostrado que en su sucesión suelen apoyar a los candidatos del PRI. Tal fue el caso del mismo Aguascalientes y en menor medida de Tlaxcala, además de San Luís Potosí en el 2009.Y sucede que los candidatos ganadores por las alianzas en Oaxaca, Puebla y Sinaloa por su trayectoria política precisamente representan intereses que no son ni los del PAN o los del PRD.

Gavino Cue fue funcionario estatal en el gobierno del PRI de Diódoro Carrasco, luego presidente municipal de la capital por el PAN; hace seis años como dije había sido ya candidato a gobernador por una alianza similar a la de este 2010, posteriormente se acercó a López Obrador y se convirtió en senador por la Alianza por el Bien de Todos. Rafael Moreno Valle, nieto de un exgobernador de la entidad, fue también del PRI y se conoce por su cercanía con la Maestra Gordillo, por lo que tras ella abandonó este partido y se fue al PAN. Por último Malova era senador del PRI como el candidato perdedor Jesús Viscarra; su escisión es un pleito entre camarillas políticas de priistas por la gubernatura.

Las preguntas siguientes a responder son: ¿Qué ganó y qué perdió el PAN en estas últimas elecciones, en particular con las alianzas? ¿Qué el PRD? ¿Qué demuestran las pasadas elecciones sobre nuestro sistema político?

A mí me parece que el PAN objetivamente ganó bien poco y perdió Aguascalientes y Tlaxcala. Sin la alianza con la izquierda ciertamente no hubiera podido ganar Oaxaca, pero en Puebla y sobretodo en Sinaloa me cuestiono si necesitaba del PRD. Lo anterior va a quedar más claro con el estudio de la evolución del voto en la entidad. Curiosamente las correlaciones políticas me apuntan a que puede llegar a ser más influyente en Oaxaca precisamente. En Puebla es probable que el peso mayor lo tenga la poderosa lidereza del SNTE y en Sinaloa que el nuevo gobernador sea bastante independiente.

Ahora bien, lo que el PAN ciertamente ganó es el sentir público que se había perdido en 2009 de que todavía cuenta para la próxima contienda presidencial. Este nuevo reposicionamiento lo ha sabido explotar muy bien el gobierno federal fortaleciendo al Presidente Calderón, en especial dentro de su partido frente a sus miembros más doctrinarios (al grado que renunció su Secretario de Gobernación), a la par que el PRI ha sabido explotar poco su ventaja en los medios. En este sentido todos hemos ganado por el daño que hubiera podido representar para el sistema en su conjunto el tener un mandatario absolutamente debilitado.

Analizar el balance para el PRD es complicado porque no es una unidad. Pese a la pérdida lamentable de Zacatecas para este partido, uno de los bastiones de la izquierda, su ala moderada es la que más gana sobre todo frente a las tribus radicales. Finalmente fue Manuel Camacho el promotor de las alianzas, y es él junto con el líder del partido, Jesús Ortega y Marcelo Ebrard que los apoyó quienes resultan más beneficiados, tan beneficiados que me parece que en su afán antipriista al apoyar las alianzas, más que trabajar para él Calderón trabajó para ellos. De todas maneras no se han sacudido a López Obrador. Los dados están en el aire.

Digo que el PRI ha sabido explotar poco su ventaja en los medios porque sorprendido por los resultados electorales que no esperaba se ha limitado a declarar que sigue siendo la primera fuerza del país pero no ha señalado suficientemente que su voto duro sigue ahí, que tuvieron que unirse varios partidos para hacerle frente y sobre todo que ellos no son el regreso al pasado porque los tiempos son otros. El PRI mantuvo así su votación en casi todos los estados incluso en Sinaloa que perdió, y además en las entidades que conquistó la aumentó considerablemente como lo hizo en Veracruz y Quintana Roo que ganó. Una excepción es tan sólo quizás Durango.

Hoy el PRI cuenta con la ventaja que al no haber obtenido el carro completo, la lucha por la postulación de su abanderado en la contienda de 2012 puede llegar a ser menos encarnizada de lo que hubiera sido si todo apuntaba a un triunfo seguro en ella, y puede ser que ello los mantenga más unidos de suerte que eviten repetir el error de la candidatura de Madrazo en el 2006. La estrategia de la dirigencia de haber apoyado indiscutiblemente para las elecciones pasadas a los candidatos de los gobernadores, como lo hizo en el 2009, demostró tener su límite cuando se dejan atrás figuras más preparadas y adecuadas a una realidad competitiva.

Pero lo que parece que no se entendió desde el PRI es lo que esta tesis precisamente sostiene: que la gente vota distinto según el tipo de elección, que el año pasado la elección federal arrastró a las elecciones estatales y que las cifras de la evolución del voto en las elecciones para gobernador en los estados que se iban a llevar a cabo este año demostraban que el PRI podía perder en algunos, sobre todo si había coaliciones. Los priistas tenían que haber trabajado para postular a los mejores, en el entendido que la gran maquinaria de su partido no era invencible.

Manejo estadístico de las cifras electorales
Los resultados que presento a continuación fueron tomados el martes 13 de julio de las páginas de los distintos institutos electorales estatales. Algunos son cómputos finales, otros son cifras de los programas de resultados electorales preliminares con avances muy significativos, pero no son datos oficiales. Sin embargo, por la manera en que en este trabajo analizo la información ya pueden servir para concluir sobre las tendencias de distribución del voto.

Elección para gobernador, Aguascalientes, 2010
Partido o coalición
(candidato) Votos Porcentaje
PAN
(Martín Orozco Sandoval) 172,136 42.64
PRI-PVEM-NA
(Carlos Lozano de la Torre) 191,698 47.48
PRD- Converg.
(Nora Rubalcaba Gámez) 17,412 4.31
PT
(J. Jesús Rangel de la Lira) 10,635 2.63
No registrados 821 0.20
Nulos 11,028 2.73
Totales 403,730 100
Fuente: PREP con 100% de los votos computados, IEE de Aguascalientes



Elección para gobernador, Chihuahua, 2010
Partido o coalición
(candidato) Votos Porcentaje
PAN
(Carlo Borruel Baquera) 423,409 39.14
PRI-PVEM-NA-PT
(César Duarte Jáquez) 600,345 55.49
PRD
((Luis Adolfo Orozco Orozco) 21,607 2.00
No registrados 1,165 0.11
Nulos 35,299 3.36
Totales 1,081,825 100
Fuente: Cómputo oficial, IEE de Chihuahua

Elección para gobernador, Durango, 2010
Partido o coalición
(candidato) Votos Porcentaje
PAN-PRD-Converg.
(José Rosas Aispuro) 272,368 44.64
PRI
(Jorge Herrera Caldera) 283,794 46.52
PT
(Gabino Martínez Guzmán) 24,971 4.09
PVEM 5,353 0.88
PD 3,466 0.57
No registrados 865 0.14
Nulos 19,288 3.16
Totales 610,105 100
Fuente: PREP, IEE de Durango

Elección para gobernador, Hidalgo, 2010
Partido o coalición
(candidato) Votos Porcentaje
PAN-PRD-Converg.
(Xóchitl Gálvez Ruiz) 396,561 45.13
PRI-PVEM-NA
(Francisco Olvera Ruiz) 441,571 50.25
PT 2,527 0.29
No registrados y nulos 38,127 4.33
Totales 878,786 100
Fuente: PREP, 99.70% del cómputo, IEE de Hidalgo

Elección para gobernador, Oaxaca, 2010
Partido o coalición
(candidato) Votos Porcentaje
PAN-PRD-Converg.-PT
(Gabino Cue Monteagudo) 733,783 50.11
PRI-PVEM
(Eviel Pérez Magaña) 613,651 41.91
Partido Unidad Popular
(María de los Ángeles Abad Santibañez) 48,972 3.34
NA
(Irma Piñeyro Arias) 20,178 1.38
No registrados 535 0.04
Nulos 47,118 3.22
Totales 1,464,237 100
Fuente: Cómputo oficial, IEE de Oaxaca

Elección para gobernador, Puebla, 2010
Partido o colición
(candidato) Votos Porhcentaje
PAN-PRD-Converg.-NA
(Rafael Moreno Valle) 1,111,318 50.42
PRI-PVEM
(Javier López Zavala) 883,285 40.08
PT
(Armando Etcheverry Beltrán) 123,634 5.61
No registrados 1,530 0.07
Nulos 84,101 3.82
Totales 2,203,868 100
Fuente: Cómputo final, IEE de Puebla

Elección para gobernador, Quintana Roo, 2010
Partido o coalición (candidato) Votos Porcentaje
PAN
(Alicia Ricalde Magaña) 54,277 15.43
PRI-PVEM-NA
(Roberto Borge Angulo) 184,398 52.42
PRD-Converg.-PT
(Gerardo Mora Vallejo) 92,130 26.19
Nulos 20,947 5.96
Totales 351,752 100
Fuente: PREP, 93.25% del cómputo, IEQROO
Elección para gobernador, Sinaloa, 2010
Partido o coalición
(candidato) Votos Porcentaje
PAN-PRD-Converg.
(Mario López Valdéz) 576,431 51.84
PRI-PVEM-NA
(Jesús Vizcarra Calderón) 515,483 46.36
No registrados 2,422 0.22
Nulos 17,555 1.58
Totales 1,111,891 100
Fuente: Cómputo estatal, IE de Sinaloa

Elección para gobernador, Tamaulipas, 2010
Partido o coalición
(candidato) Votos Porcentaje
PAN
(José Julián Sacramento Garza) 339,535 30.82
PRI-PVEM-NA
(Egidio Torre Cantú) 678,521 61.59
PRD
(Julio Almanza Armas) 31,361 2.84
PT
(Armando Vera García) 13,208 1.20
Converg.
(Alfonso de León Perales) 12,336 1.12
Nulos 26,737 2.43
Totales 1,101,698 100
Fuente: Cómputo oficial, IETAM

Elección para gobernador, Tlaxcala, 2010
Partido o coalición
(candidato) Votos Porcentaje
PAN-NA
(Adriana Dávila Fernández) 193,689 38.67
PRI-PVEM
(Mariano González Zarur) 231,631 46.47
PRD-Converg.-PT-Nulos
(Minerva Hernández Ramos) X 14.86
Totales X 100
Fuente: Resultados finales, IET

Elección para gobernador, Veracruz, 2010
Partido o coalición
(candidato) Votos Porcentaje
PAN-NA
(Miguel Ángel Yunes Linares) 1,030,884 40.57
PRI-PVEM-PRV
(Javier Duarte de Ochoa) 1,104,763 43.48
PRD-Converg.-PT
(Dante Delgado Rannauro) 336,427 13.24
No registrados 1,272 0.05
Nulos 67,557 2.66
Totales 2,540,903 100
Fuente: PREP, 96.07% del cómputo, IEV

Elección para gobernador, Zacatecas, 2010
Partido o coalición
(candidato) Votos Porcentaje
PAN
(Cuauhtémoc Calderón Galván) 107,457 17.07
PRI-PVEM
(Miguel Alonso Reyes) 271,312 43.11
PRD-Converg.
(Antonio Mejía Haro) 145,301 23.09
PT
(David Monreal Ávila) 88,136 14.00
No registrados y nulos 17,127 2.73
Totales 629,333 100
Fuente: PREP, 95.65% del cómputo oficial, IEE de Zacatecas

Cabe señalar que decidí limitar el análisis de las cifras que arrojan las elecciones estatales pasadas al cálculo del número de partidos según el índice de Laakso y Taagepera, del índice de Rae, de la diferencia de votación entre los dos primeros partidos (cálculo que ciertamente se deforma por las cinco coaliciones PAN-PRD que se formaron), de la volatilidad, del abstencionismo y de la escisión del voto entre esta elección y la presidencial de 2006. Presento a continuación los doce estados con éstos índices en las elecciones para gobernador desde el sexenio de Salinas.
Índice de Laakso y Taagepera, elecciones para gobernador por sexenio
Estado Salinas Zedillo Fox Calderón
(2007-2010)
Aguascalientes 1.69 2.31 2.18 2.30
Chihuahua 2.18 2.30 2.10 2.02
Durango 2.46 3.29 2.45 2.70
Hidalgo 1.52 2.44 2.47 2.45
Oaxaca 1.72 2.56 2.57 2.73
Puebla 1.88 2.44 2.45 2.58
Quintana Roo 1.10 2.79 2.84 2.41
Sinaloa 2.13 2.73 2.25 2.18
Tamaulipas 2.07 2.51 2.20 2.00
Tlaxcala 1.35 2.38 2.98 2.58
Veracruz 1.91 2.86 2.98 2.55
Zacatecas 1.90 2.77 2.71 3.29
Promedio sexenio 1.99 2.55 2.49 2.41


Índice de Rae, elecciones para gobernador por sexenio
Estado Salinas Zedillo Fox Calderón
(2007-2010)
Aguascalientes 0.41 0.57 0.54 0.56
Chihuahua 0.54 0.57 0.52 0.51
Durango 0.59 0.70 0.59 0.63
Hidalgo 0.34 0.59 0.59 0.59
Oaxaca 0.42 0.61 0.61 0.63
Puebla 0.47 0.59 0.59 0.61
Quintana Roo 0.09 0.64 0.65 0.58
Sinaloa 0.53 0.63 0.56 0.54
Tamaulipas 0.52 0.60 0.55 0.50
Tlaxcala 0.26 0.58 0.66 0.61
Veracruz 0.48 0.65 0.66 0.61
Zacatecas 0.47 0.64 0.63 0.70
Promedio sexenio 0.48 0.60 0.59 0.58


Diferencia entre primer y segundo lugar, elecciones para gobernador por sexenio
Estado Salinas Zedillo Fox Calderón
(2007-2010)
Aguascalientes 54.57 15.08 20.42 4.99
Chihuahua 6.82 8.11 20.29 16.93
Durango 18.66 9.56 21.74 13.06
Hidalgo 72.94 21.44 23.36 18.67
Oaxaca 63.99 11.39 13.38 2.82
Puebla 53.27 25.84 14.16 3.62
Quintana Roo 92.46 8.30 6.04 27.89
Sinaloa 22.81 14.77 1.27 1.15
Tamaulipas 50.31 28.30 26.72 31.54
Tlaxcala 78.80 2.27 0.95 7.80
Veracruz 54.77 21.82 0.96 2.99
Zacatecas 57.14 5.58 13.27 20.59
Promedio sexenio 39.55 11.58 12.06 9.71
Nota: En sombreado aparecen los casos en los cuales en la elección para gobernador hubo una coalición de dos partidos grandes, por lo cual su votación se desglosó conforme a la metodología de este trabajo. El cálculo de la deferencia de votación de los dos primeros lugares corresponde a la diferencia de votación adjudicada a los partidos no a la coalición.

Volatilidad, elecciones para gobernador por sexenio
Estado Salinas Zedillo Fox Calderón
(2007-2010)
Aguascalientes 0.07 0.38 0.04 0.15
Chihuahua 0.16 0.10 0.07 0.03
Durango 0.07 0.17 0.18 0.06
Hidalgo 0.11 0.34 0.20 0.04
Oaxaca 0.12 0.33 0.02 0.06
Puebla 0.11 0.17 0.10 0.10
Quintana Roo 0.02 0.51 0.05 0.14
Sinaloa 0.10 0.14 0.14 0.02
Tamaulipas 0.19 0.17 0.12 0.04
Tlaxcala 0.07 0.45 0.27 0.14
Veracruz 0.17 0.27 0.19 0.16
Zacatecas 0.24 0.31 0.05 0.24
Promedio sexenio 0.19 0.24 0.12 0.10
Nota: En los casos que aparecen en sombreado, debido a las coaliciones entre dos partidos grandes y el que conforme a la metodología de este trabajo se desgloza su votación con un criterio histórico, se debe considerar que se deforma el cálculo de la volatilidad.

Abstencionismo, elecciones para gobernador por sexenio
Estado Salinas Zedillo Fox Calderón
(2007-2010)
Aguascalientes 40.85 32.49 48.57 45.40
Chihuahua 37.78 43.09 55.80 64.02
Durango 45.10 43.41 50.22 47.90
Hidalgo 60.54 48.53 54.88 52.25
Oaxaca 40.05 50.77 50.63 44.10
Puebla 60.53 44.56 44.82 Xx
Quintana Roo 55.52 42.54 44.00 46.51
Sinaloa 45.09 52.45 44.87 41.71
Tamaulipas 57.67 57.43 51.76 52.49
Tlaxcala 38.90 63.18 63.66 Xx
Veracruz 54.28 49.63 40.12 42.50
Zacatecas 45.08 35.85 47.37 41.98
Promedio sexenio 44.40 43.35 46.35 45.03

Escisión, elecciones para gobernador por sexenio
Estado Salinas Zedillo Fox Calderón
(2007-2010)
Aguascalientes 0.26 0.16 0.04 0.25
Chihuahua 0.16 0.14 0.16 0.27
Durango 0.24 0.14 0.11 0.23
Hidalgo 0.22 0.14 0.23 0.27
Oaxaca 0.20 0.09 0.17 0.13
Puebla 0.13 0.54 0.13 0.26
Quintana Roo 0.32 0.23 0.26 0.28
Sinaloa 0.08 0.06 0.22 0.30
Tamaulipas 0.20 0.07 0.21 0.36
Tlaxcala 0.27 0.31 0.05 0.35
Veracruz 0.20 0.11 0.10 0.25
Zacatecas 0.09 0.35 0.25 0.29
Promedio sexenio 0.21 0.16 0.15 0.26

Los cuadros anteriores demuestran las tendencias del voto expresadas en esta investigación. Por lo que se refiere al número de partidos estatales, la gran mayoría de las entidades que acaban de tener elecciones para gobernador tienen dos partidos y medio, exceptuando Chihuahua con dos y Zacatecas con más de tres. Igualmente se sigue confirmando la tendencia de que en México, tras la apertura política que terminó con la hegemonía priista, tienden a reducirse en general los sistemas de partido estatales. En efecto en lo que va del sexenio el promedio pasó de 2.49 con Fox a 2.41. Cabe sin embargo considerar que antes de estas últimas elecciones el promedio era de 2.31.

Lo anterior quiere decir que en algunas de estas elecciones sí aumentó el número de partidos. Pequeños aumentos tuvieron los estados de Aguascalientes, Oaxaca y Puebla de alrededor de .15. Más importante fue el de Durango de .25 y sobre todo el de Zacatecas de .58. Son entidades en que los partidos en el gobierno estatal perdieron, salvo el caso de Durango en que la elección fue cerrada, mas no sucedió lo mismo en Veracruz o Hidalgo. Además en Sinaloa y Tlaxcala, en donde también habrá alternancia, disminuyó el número de partidos. Se confirma así la tesis de que alternancia y movimiento del voto son dos cuestiones diferentes.

Por lo que toca a la competitividad, ciertamente resulta en parte difícil interpretar esta información por la presencia de las coaliciones entre dos partidos grandes; en estos casos lo que se considera es el porcentaje de votación adjudicado al partido. Aclarado lo anterior se mantiene como se expresa en este libro el que no son tanto los niveles de competitividad los que han aumentado, sino que existe una tendencia a que disminuya el porcentaje del partido con mayor votación sobre el que está en segundo lugar. Destacan sin embargo, contrariamente a esta tendencia, estados donde el PRI se reposiciona sobre la competencia como el caso de Tamaulipas y sobre todo el de Quintana Roo, dos lugares en donde hubieron serios problemas en las campañas: el asesinato de un candidato en el primer caso y en el segundo el encarcelamiento de otro. En Quintana Roo el asunto es bastante serio para una oposición al PRI que había venido creciendo.

Sobre la volatilidad había yo sostenido que en las elecciones para gobernador los movimientos del voto en principio ya se habían estabilizado, o presentaban señales de estabilización. Esto sigue siendo cierto, ya que en casi todos los estados donde se llevaron a cabo elecciones la tendencia del voto fue a su estabilización; así tomándolas en cuenta, el índice promedio en este sexenio se ha mantenido en 0.10 contra 0.12 que tuvo durante la época de Fox. De doce estados sólo en uno que es Zacatecas el movimiento del voto es significativo, mientras que en siete su expresión es baja o mínima. Como en Zacatecas, las entidades que no están en este rango son las otras dos que recupera el PRI: Aguascalientes y Tlaxcala. En los estados que pierde el PRI, sólo Sinaloa tiene una volatilidad media.

Sobre el abstencionismo cabe señalar que en tanto las elecciones para gobernador de 2009 coincidieron con la elección federal legislativa intermedia lo cual pudo hacerlas más concurridas, no sorprende que el promedio del índice del sexenio del año pasado a ahora haya aumentado cuatro puntos. De hecho el abstencionismo en las elecciones para gobernador se ha mantenido bastante constante, alrededor de 45%. Es más, tomando en cuenta que se calcula a partir de la lista nominal de electores cada vez más inflada por falta de actualización, puede suponerse que existe más interés ciudadano por participar en estos procesos que el que muchos reconocen; incluso en Tamaulipas donde se esperaba que la gente no fuera a votar por el clima de violencia, la participación se mantuvo. Sobre este punto asimismo, resulta interesante hacer notar que en los estados en donde hubo alternancia el abstencionismo bajó sensiblemente.

El índice de escisión por su parte vuelve a demostrar, incluso de manera más evidente, lo que se sostuvo en el libro sobre que las preferencias partidistas en las elecciones para gobernador durante este sexenio difieren mucho de las que se manifestaron en la elección presidencial de 2006. La interpretación parece ser la misma: el voto a favor del PRI se ha repuesto y todo indica por el momento que la elección de 2006 fue una elección desviada.

Consideraciones finales
La mayoría de los analistas de las elecciones electorales pasadas se han detenido en revisar quiénes ganan y quiénes pierden con sus resultados, qué ganan y qué pierden; también se han centrado en apuntar la importancia que tuvieron las coaliciones para que nuestra democracia no tuviera un revés. Yo también lo he hecho. Pero además, quise hacer notar que dado el nuevo sistema político que se ha construido en este país de forma sólida no había motivo para que las coaliciones no funcionaran. Según lo que indicaban las tendencias del voto, desde luego podían funcionar en varias entidades; incluso, como he señalado, sin coaliciones el PAN sobre todo en Sinaloa y a lo mejor en Puebla pudo haber ganado sólo. El gran protagonista de estas elecciones no son las coaliciones sino nuestro sistema político con sus características, como es la importancia de las escisiones para desencadenar movimientos del voto.

Las coaliciones son producto de la estrategia de los partidos de oposición que las conformaron en ciertas entidades por combatir el avance democrático desigual en el país, que en esta investigación señalamos. Su éxito se sustenta en la evolución del voto a lo largo de un tiempo que convirtió al país en competitivo y esencialmente tripartidista. Las coaliciones triunfan en tres estados sin que hayan habido cambios profundos en las tendencias partidistas. De hecho son éstos mayores en las entidades que el PRI recupera; sin embargo no parecen ser estas elecciones realmente elecciones críticas.

Ahora bien, estas elecciones igualmente demuestran que no termina por prevalecer en México una legalidad que convenza, porque la alternancia no ha asegurado la erradicación total de características de sistemas no democráticos, fundamentalmente la desconfianza en las instituciones en general incluidas aquellas que organizan los comicios, y a todos los niveles la inclinación del ejecutivo a favor del partido gobernante sea éste del color que sea a través del desvío de dinero o del ejercicio del poder, como son la puesta en marcha de las políticas públicas y su difusión. Hoy por hoy tenemos un país más democrático que en tiempos de la hegemonía de un único partido, pero también un Estado más débil y más ineficiente que no ha cambiado de forma incuestionable la manera de hacer las cosas, razón por la cual nuestra democracia es gris y de poca calidad. Este es el peligro, no el regreso del PRI a los Pinos.